La discriminación auditiva es la habilidad del ser humano para identificar en la lengua oral unidades fonéticas y fonológicas relevantes en la comunicación. Esta capacidad para diferenciar unos sonidos de otros, se considera una habilidad básica a la hora de adquirir el habla y la lectoescritura.
Cuando una persona es capaz de identificar un fonema o un sonido y distinguirlo de otro que para los hablantes nativos de esa lengua es diferente, se considera que discrimina bien auditivamente. Un claro ejemplo de la discriminación auditiva es el caso de los fonemas “R” y “L” de la lengua española.
Tipos de discriminación auditiva
La discriminación auditiva ayuda a reconocer diferencias de frecuencias, intensidad y timbre entre sonidos, fonemas, frases o palabras idénticas. Existen dos tipos de discriminación auditiva: la verbal y la no verbal.
La discriminación no verbal es la capacidad de reconocer diferentes sonidos, ya sea de animales, seres humanos o medios de transporte. Por ejemplo, el hecho de asociar onomatopeyas como “guau” a un perro o “miau” a un gato forman parte de la discriminación no verbal. Por otra parte, se encuentra la discriminación verbal, aquella que se utilizará en base a contrastes de vocales, vibrantes, contrastes por presencia o ausencia de un fonema.
Los procesos centrales de percepción auditiva son los mecanismos y procesos del sistema auditivo. Estos procesos son los causantes de fenómenos de conducta como la lateralización y localización de sonidos, la discriminación auditiva, el desempeño auditivo con señales acústicas rivales o con señales degradadas.