El profesor de la ULL Sergio Hérnandez incide en la necesidad de implantar atención y seguimiento a estos pacientes.
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Cada año se diagnostican en Canarias en torno a entre 45 y 50 nuevos casos de cáncer entre los niños. Pese a ello, la mayor parte de los pacientes, sobre el 85%, logra superar la enfermedad, aunque portando secuelas de distinta índole. Esta situación contrasta con el hecho de que apenas el 5% de las personas que en su niñez ha sufrido un tumor llega a la universidad y el 10% supera el bachillerato. Estos datos están motivados en la carencia de recursos para apoyar y hacer un seguimiento de todos estos pacientes una vez se curan de la enfermedad, explica a DIARIO DE AVISOS el profesor titular de Neuropsicología de la Universidad de La Laguna (ULL) y experto en esta materia Sergio Hernández.
Una de las principales demandas de este especialista -que apoyado por otros profesionales ha creado un grupo de expertos en la materia- es que se marquen una serie de pautas, tanto a nivel sanitario como educativo, para atender a todos esos niños que superan un cáncer pediátrico, pero que siguen arrastrando una serie de secuelas, para las que luego no hay tratamiento. Así, matizó que debido a que el paciente está ausente muchos días de clase para recibir tratamiento médico o que puede luego presentar algunas complicaciones derivadas de la enfermedad, hay una proporción muy reducida de casos en los que los enfermos consiguen terminar sus estudios y “solo el 5% llega a la universidad”. Pese a la baja proporción, indicó que es posible aumentar esta cifra, dando más apoyo a los niños sobre todo en el ámbito educativo.
Hernández, quien también es coordinador nacional del Grupo de Neuropsicólogos del Cáncer Pediátrico, explicó que los principales tumores que se detectan en los niños son de tipo cerebral y leucemia. Sobre el tipo de secuelas, que padece en mayor o menor grado el 100% de los enfermos, indicó que pueden ir desde problemas con el habla, daño cerebral, problemas motores, déficit auditivo o visual, entre otros. A ello, el especialista sumó la baja autoestima y el hecho de no poder llevar a cabo un seguimiento adecuado de las clases al tener que ausentarse por motivos de salud.