Es habitual experimentar ciertas sensaciones cuando tenemos delante un estímulo que las motiva. Sin embargo, existen personas con una gran sensibilidad a estos estímulos, y reaccionan de manera excepcional ante las emociones que despierta una obra de arte, un paisaje o una película.
Síndrome de Stendhal: descubriendo un trastorno singular
En estos casos extremos, se suele hablar de “Síndrome de Stendhal”, también conocido como “Síndrome del viajero” o “Síndrome de Florencia”.
La historia del Síndrome de Stendhal
En el año 1817, Henri-Marie Beyle, escritor francés que usaba el pseudónimo Stendhal, se transladó hasta la ciudad italiana de Florencia seducido por la colosal belleza y monumentalidad de la urbe, así como por su estrecha vinculación con los mejores artistas renacentistas. Una vez allí, visitando la Basílica de la Santa Cruz, supo describir una serie de sensaciones y emociones que, décadas después, serían reconocidas como el cuadro sintomatológico del síndrome. En su escrito Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio, relató las sensaciones vividas en estos términos:
“Había llegado a ese grado de emoción en el que se tropiezan las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme“.
La recurrencia de este tipo de sensaciones, que llegaba a causar mareos, vértigos y desvanecimientos, fue documentada como un caso único en la ciudad de Florencia, pero la ciencia no acuñó como un síndrome diferenciado este cuadro hasta que, en el año 1979, la psiquiatra florentina Graziella Magherini lo definió y categorizó como Síndrome de Stendhal.
¿Se ha sobredimensionado el Síndrome de Stendhal? ¿Existe realmente?
Resulta innegable que algunas expresiones artísticas nos despiertan emociones: el erizarse el vello escuchando una canción o las lágrimas viendo una película romántica, son reacciones que todas las personas han experimentado.
Sin embargo, el Síndrome de Stendhal refiere a la experimentación de sensaciones muy intensas delante de una pieza artística, normalmente debido a su belleza.
Hoy en día, gran parte de los psicólogos clínicos reconocen el trastorno como verdadero, pero existe cierta controversia al respecto. Después de su acuñación a finales de los años 70, en un momento histórico en que la mundialización conllevó un aumento de viajeros a escala global y a Florencia en concreto, la cantidad de casos reportados aumentaron de forma considerable, lo que llevó a que el Síndrome fuera conocido también como “Síndrome de Florencia”. Por este motivo que una parte de la comunidad científica califican que la excesiva divulgación del síndrome podría estar motivada por intereses económicos por parte de la propia ciudad de Florencia, para aumentar la reputación de la belleza de sus monumentos artísticos, con el fin de atraer a un número aún mayor de visitantes.
La clave podría estar en la sugestión
Asimismo, el interés que despierta el síndrome de Stendhal abre ciertos interrogantes, como el de reflexionar si no estamos abonando el terreno y aumentando la predisposición a experimentar este tipo de sensaciones descritas por Stendhal movidos por un profundo estado de sugestión.