Uno de los deseos de los agentes de la Policía Nacional para acabar el pasado año fue que se redujese el número de suicidios en las filas del cuerpo. 2017 cerró con un balance de 12 agentes que se habían quitado la vida. Uno al mes. Pero la llegada del nuevo año no ha hecho más que encender las alarmas. En lo que llevamos de año se han matado cuatro agentes. Eso supone dos casos al mes. El doble que el año pasado.
El suicidio ya se ha convertido en la principal causa de muerte de los agentes en activo de la Policía Nacional. Un drama silencioso que se incrementa por momentos. En los últimos 5 años se han quitado la vida un total de 42 agentes. Eso sin contar los que llevamos en 2018. El año pasado se registraron doce casos, pero en años anteriores no se llegó a 10. Este año en cambio, si siguiésemos esta progresión, el año se cerraría con 24.
¿Qué ha pasado para que se registre este incremento tan brutal? Como en cualquier análisis de suicidios, no se puede atribuir a una sola causa. El suicidio es multifactorial, como apuntan los profesionales de la salud mental. Pero sí que es cierto que las situaciones de estrés influyen negativamente en el estado anímico de los agentes.
El Procés influye negativamente
“En los últimos meses se han registrado situaciones de estrés elevado para los agentes. La situación en Cataluña ha sido uno de los factores a tener en cuenta”, cuenta Carlos Prieto, secretario nacional de Riesgos Laborales del Sindicato Unificado de Policía (SUP), que enumera “la movilización de los agentes, tener que dormir fuera de casa, en barcos. Luego la falta de reconocimiento a la labor policial. Evidentemente no podemos decir que es el factor que ha desencadenado los suicidios. Pero sí que es cierto que cuando las personas son sometidas a alta presión, es más habitual que desemboquen en situaciones de estrés o depresión”.
Además, la presión popular y administrativa contra los policías nacionales en Cataluña no ha ayudado a que se establezca un clima de tranquilidad propicio para que se revierta esta situación: «Hay agentes en Cataluña cuyas familias están soportando situaciones incómodas solamente por ser parte de la Policía. Vemos además cómo a los otros cuerpos se les reconoce públicamente su labor y condecora, como ha pasado ahora con Mossos, mientras Policía Nacional ha tenido que aguantar críticas feroces por su actuación en Cataluña”; resume Carlos Prieto.
Del mismo modo, el traspaso de competencias de Policía Nacional a Mossos en Cataluña allá por 2005 dejó las infraestructuras de CNP en precario. Cada vez hay menos agentes destinados en Cataluña y las condiciones de trabajo a las que están sometidos son cada vez más duras. Muchos son los agentes que se quejan de que las comisarías cuentan con graves carencias, como falta de calefacción.
Cinco factores que ahora son más
Los expertos en salud mental enumeran cinco factores principales que pueden influir en un agente que finalmente opta por quitarse la vida: el primero es la propia naturaleza del trabajo y las situaciones violentas propias de esta profesión. El segundo es la dificultad para conciliar la vida familiar. Los horarios y calendarios de los agentes no tienen mucho que ver al del resto de funcionarios públicos. El tercer factor es el geográfico. Ser Policía Nacional lleva implícita la posibilidad de un cambio de residencia en cualquier parte del territorio español. Una cuestión estresante, ya no sólo para el propio agente sino para toda su familia. Todos estos factores han estado presentes, de algún modo, en la campaña catalana.
El cuarto factor es el estigma. La policía es un cuerpo en el que, según los propios agentes, la debilidad no está bien vista por los propios compañeros, y se tiende a ocultar. El que sufre de depresión es considerado alguien débil por sus compañeros, por lo que se tiende a esconder cualquier indicio. El quinto factor es el decisivo: portar un arma. Normalmente, el método que utilizan los agentes para quitarse la vida es siempre el mismo: utilizar su pistola. Para una persona que tiene depresión y que ha manifestado su deseo de quitarse la vida, contar con un arma es un peligro. Por eso, agentes y sindicatos piden que se establezca un protocolo de prevención del suicidio cuanto antes, porque «el arma no es la que mata. Es el policía. La pistola es sólo la herramienta», concluyen desde el SUP.
Ahora, además hay un sexto factor que los agentes coinciden en apuntar: el económico. Los policías nacionales llevan mucho tiempo peleando por la equiparación salarial con el resto de fuerzas de seguridad. Protestan por que Mossos d’Esquadra, Ertzaintza o policías municipales cobran más que ellos. Han obtenido diversos compromisos del gobierno para que esto cambie, pero al final nunca se consigue. El bajo sueldo frente a los otros cuerpos es otro factor estresante que puede desembocar en depresión.
«No es una consecuencia directa. El policía nacional no se suicida por cobrar menos. Pero sí que es cierto que al final el agente se siente minusvalorado en comparación con otros cuerpos. Todos esos factores suman«, concluye Prieto.
No hay un protocolo de prevención
“Me extrañó y me sorprendió que no hubiese un protocolo de prevención de suicidios en la policía, siendo una causa de mortalidad tan alta”, afirma Marta de la Torre. Es una de las psicólogas a las que se ha consultado para redactar dicho protocolo. “Yo antes había hecho un protocolo de prevención de suicidios destinado a psicólogos y desde la policía me contactaron”, explica. Asegura que “lo más urgente es establecer un protocolo con unas medidas realistas. Que consiga detectar estos casos y que se le presten atención desde un servicio psicológico”. La psicóloga enumera los factores que pueden influir en el repunte de casos de suicidio: “La inestabilidad, la inseguridad, la falta de control… todo esto podría influir», resume.
El protocolo es una vieja aspiración de los sindicatos policiales. También el incremento del personal sanitario dedicado a la salud mental en la policía. «Ahora mismo, las tareas de identificación del problema la están realizando personas que no son doctores. Pedimos que se amplíe el número de facultativos en la policía… entre otras cosas. Por ejemplo los exámenes de salud. En un análisis de sangre encargado a una empresa externa no sale si uno tiene depresión o no», concluyen desde el SUP.
En el protocolo se está trabajando. Es así desde hace mucho tiempo, pero nunca se llega a concretar. Ahora, desde la administración hay cierta prisa por cerrarlo, debido al repunte de casos de personas que se quitan la vida en el cuerpo. Sin embargo, todavía no se ha completado.
¿Quitar o no quitar el arma?
Uno de los puntos polémicos que tiene que recoger ese punto es la cuestión del arma. Hasta la fecha, la retirada del arma a un agente por una baja médica sólo se da cuando dicha baja responde a motivos de salud mental. Una depresión clara o un diagnóstico similar. «Eso ya provoca un estigma», advierte el secretario de Riesgos Laborales del SUP.
Si la baja, en cambio, se debe a otros motivos, el agente sigue conservando el arma. Y tal vez su dolencia acaba derivando en una depresión (o es una depresión latente) y el agente cuenta en sus manos con lo que crees que es la solución definitiva a su problema, «cuando en el fondo es lo único que no tiene solución, la muerte», concluye Carlos Prieto, que es partidario de «medidas donde la retirada del arma no estigmatice al trabajador». Esta cuestión del arma, por ejemplo, se da en CNP. En Ertzaintza, por contra, al agente que está de baja por cualquier motivo se le retira el arma.
«No somos Superman»
Mientras se sigue trabajando eternamente en el protocolo de detección y actuación, desde el seno del cuerpo hay agentes que están trabajando por su cuenta para prevenir el suicidio. Así se fundan entidades como Ángeles de azul y verde, o Vive CNP, que ofrecen recursos anónimos a los agentes que detectan que algo está fallando en su estabilidad emocional y buscan ayuda.
El portavoz de Vive CNP explica que nacieron hace 3 años y que en 2017, por ejemplo «atendimos a 12 personas que recurrieron a nosotros». Doce también es el número de agentes de CNP que se quitaron la vida ese mismo año. Tal vez si esoss fallecidos hubieran recurrido a estas entidades, su destino hubiera sido distinto. «Por eso es importante visibilizar el problema y por eso se tiene que abordar en los medios. No es algo que se deba ocultar». También cree este agente que «la presión nace en el mismo seno de la policía. Y es ahí donde se tiene que suavizar. Somos personas preparadas para superar elevados niveles de presión. Pero no somos Superman, y a menudo lo parece».
En lo que sí coinciden todas las partes es en que el suicidio es sólo la punta del iceberg. La salida más traumática a una serie de problemas que el agente de policía se lleva del trabajo a casa y de casa al trabajo, en una de las profesiones más duras que existen, y que en los últimos tiempos se está cargando de estímulos negativos. Carlos Prieto lo define con una metáfora: «Si vas llenando un vaso gota a gota, cuando se desborda le echas la culpa a la última gota. Y eso es lo que tenemos que evitar. Que una gota no lleva a un suicidio. Que son un conjunto de factores comunes que todos sufrimos, y que tenemos que evitar para, por fin, plantarle batalla a este problema tan grave que son los suicidios en el cuerpo».