Seguro que si te pregunto por aquella cita especial que viviste hace años recuerdas todos los detalles que la acompañaron: cómo ibas vestido, olores especiales incluso sabores. Sin embargo seguro que si te pregunto ¿qué cenaste ayer? te cuesta un poquito más recordar, incluso tu discurso será bastante más escueto y limitado en detalles.
Esto ocurre porque nuestra memoria no almacena información de forma azarosa, sino que es creativa y se adapta. Por eso me empeño tanto en que te enfoques en el lado positivo de la vida porque la forma de trabajo de la memoria hace que el ser humano sea optimista por naturaleza.
Curiosidades sobre la memoria
1. Recordamos mejor aquello que nos emociona y nos soprende
Gazzaniga (psicólogo de la Universidad de California) define dos características para que una experiencia cualquiera sea almacenada en nuestra memoria: recordamos aquellos hechos que nos emocionan y también aquellos que nos sorprenden, de modo que aquello que nos ha conmovido y nos ha resultado inesperado estarán presentes cuando pretendamos evocar nuestro pasado.
Si echas la vista atrás para hacer una lista de las cosas que más y mejor recordamos de nuestra vida, probablemente todas estarán relacionadas con experiencias que nos han conmovido emocionalmente. Recordamos momentos especiales tanto positivos como dolorosos.
Por otra parte, seguro que si te pregunto ¿Dónde estabas el día que cayeron las Torres Gemelas de Nueva York? tampoco te costará mucho recordarlo.
Es cierto que no tuvieron una repercusión personal en la vida de la mayoría pero fue tan sorprendente y nos dejó tan afectados a nivel psicológico que dejó huella en nuestra memoria.
2. Cuanto más estimulante resulta una experiencia, mayor es la huella que deja en la memoria.
La intensidad de lo que vivimos es, por tanto, lo que perdura en el tiempo. Cuanto más intensa es nuestra experiencia, más probable será que podamos rememorarla posteriormente.
Este hecho explica porqué con el paso de toda una vida, los ancianos incluso los que padecen algún tipo de demencia relatan con gran lujo de detalles recuerdos de su infancia y su adolescencia, años en los que todo era experimentado por primera vez y por tanto vivido muy intensamente.
3. Nuestra mente recuerda los hechos principales e inventa, inconscientemente, los detalles.
Schacter, psicólogo de la Universidad de Harvard, descubrió que, cada vez que recordamos, modificamos nuestro recuerdo, es decir, creamos variaciones del recuerdo inicial.
Parece ser que nuestro cerebro esta “programado” para recordar solamente los hechos principales y que, en cambio, los detalles no los recuerda tan bien, por lo que nos lo inventamos de forma inconsciente cada vez que recordamos.
Te contaré algunos hallazgos derivados:
- Se ha demostrado que una de las tendencias más habituales es asignar un recuerdo a una fuente incorrecta, por ejemplo pensar que un amigo nos contó algo cuando en realidad es algo que vimos por la televisión.
- También ocurre que construimos recuerdos a partir de influencias externas, como si fueran nuestras propias experiencias pero realmente no lo son, seguro que te ha pasado que alguien te ha contado algo y al cabo de un tiempo, cuando evocas ese recuerdo lo relatas como si fuera algo que te sucedió a ti.
Es cierto que existen recuerdos recurrentes que no podemos olvidar y que somos capaces de explicar con todo lujo de detalles, como los de acontecimientos desagradables, en realidad nuestro cerebro sí que olvida muchas de estas experiencias, lo que sucede es que nos permite conservar el recuerdo de aquellas vivencias que nos han permitido aprender algo y nos han resultado útiles.
Esta forma de recordar muy bien los datos importantes y ser “más perezosa” para los detalles tiene una finalidad adaptativa: la de almacenar únicamente lo esencial de una experiencia vivida, economizando así energía y evitando abarrotar la memoria con detalles triviales. Precisamente estos son los detalles que nos inventamos inconscientemente cuando recordamos.
4. La memoria nos ayuda a imaginar el futuro
Esta capacidad de añadir detalles, también tiene una función práctica, ya que nos ejercita para imaginar el futuro. Y gracias a esta capacidad podemos también ser optimistas.
Schacter afirma que la mayoría de las personas somos optimistas, ya que cuando nos preguntan sobre nuestras expectativas de vida, solemos pensar que nos van a pasar más acontecimientos positivos que negativos.
La mayoría de nosotros solemos pensar en relación con nuestra vida la máxima de que “lo bueno está por llegar” de hecho hay investigaciones a nivel biológico que han demostrado que hay mecanismos que nos incitan a pensar de este modo.
Quizá los estudios más destacados sean los Tali Sharot:
Uno de sus estudios se basó en medir la actividad cerebral de adolescentes, con el fin de determinar hasta que punto eran optimistas y qué zonas de la mente estaban implicadas en esta cualidad.
Se pidió a los adolescentes que imaginaran que les pasarían cosas buenas y cosas malas en el futuro. Posteriormente, tenían que indicar el agrado de emoción con el que vivían estas situaciones hipotéticas.
Concluyó que la mayoría de los chicos creían que los acontecimientos positivosestaban mucho más próximos en el tiempo que los negativos, que eran visualizados como menos importantes y desdibujados, localizados en un futuro lejano y poco relevante.
Además los estudiantes se mostraban convencidos de que los acontecimientos positivos que estaban por llegar eran mucho más importantes que los que ya habían vivido y recordaban agradablemente, el futuro resultaba para ellos mejor que el pasado.
5. Cuando tenemos pensamientos positivos el cerebro se encarga de generar emociones positivas
Cuando los adolescentes del estudio pensaban en experiencias negativas, las zonas del cerebro encargadas de regular las emociones se inhibían, es decir, la mente se ocupaba de eliminar ese tipo de pensamientos pesimista.
Por el contrario, cuando esos mismos jóvenes se imaginaban acontecimientos positivos, esas mismas áreas cerebrales se coordinaban y se activaban para generar emociones agradables.
En definitiva, estos estudios nos aportan datos para concluir que nuestra memoria nos induce a ser optimistas.
Así que deberíamos estar agradecidos a nuestro cerebro optimista por ser capaz de imaginar futuros prometedores para nosotros, pero también por recordar mejor aquello bueno que ha habido en nuestro pasado, dejando de lado las malas experiencias que, seguro, todos hemos vivido.
Desde un punto de vista evolutivo creo que sin este cerebro inventor, creativo y optimista muy probablemente no habríamos llegado donde hemos llegado como especie.
Fuente: www.psicocode.com