Cómo vas a salir con tus amigas el sábado, si te ha pedido que vayas con su pandilla a ver el partido. Bueno, igual es un buen día para estrenar lo que te compraste en rebajas pero, ¿ponerte esa falda? Impensable, seguro que no le gusta que se te vea tanto la pierna. Otra cosa: que no se te olvide comprar cervezas, que hoy es día de partida con los colegas en vuestra casa. Y el domingo, otra vez a comer con sus padres. Pobre, para una cosa que te pide… ¿no?
“El Síndrome de Wendy consiste en la necesidad absoluta de anteponer sistemáticamente los deseos de otra persona a los propios”. Son palabras del psicólogo y terapeuta Raúl Padilla. ¿Te suena? Tal vez sin darte cuenta hayas llegado a desarrollar este síndrome de nombre simpático pero oscuro significado. Tranquila, hay solución. En Código Nuevo te invitamos a tomar aire y a hacer, con la calma que se merece, un examen de conciencia.
“Tradicionalmente, nuestra cultura ha valorado la representación de determinadas características del personaje de Wendy en las mujeres, tal y como atestigua el misógino dicho ‘detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer’”, reflexiona Padilla. Por eso, los científicos han dado en definir el Síndrome de Wendy —bautizado así en honor a la protagonista de Peter Pan— como una norma de conducta que muchas mujeres siguen con su pareja e hijos, pero que también puede regir sus relaciones con amigos o compañeros de trabajo. Pero, ¿qué les mueve a hacerlo? “Sin duda, una búsqueda incansable de ser aceptadas y un miedo atroz al rechazo y a la soledad”, asegura el psicólogo.
Son, normalmente, mujeres que han sido educadas para ser actrices secundarias de sus propias vidas. Primero, siendo ‘hijas de’, para pasar a ser ‘esposas de’ y, más tarde, ‘madres de’. “La abnegación, la entrega, la tendencia a evitar que nada perturbe el bienestar de ser cuidado aún a costa del propio. Esos son los síntomas del síndrome”, repasa Padilla. Y es precisamente en la adolescencia, momento en el que las mujeres comienzan a ser autónomas, cuando empieza a aflorar. Por eso, para poder evitarlo, hay que conocerlo bien.
Más señales: “Wendy vive su vida facilitando la de los demás, se siente esencial haciéndolo y evita hacer o decir cualquier cosa que pueda molestar”, asegura el psicólogo. Ellas conciben el amor como un sufrimiento, por lo que adoptan un rol sumiso. Serán, primero, novias abnegadas que jamás rechistarán a su pareja y, más tarde, madres sobreprotectoras que llegarán incluso a hacer las tareas de sus hijos. Cualquier cosa antes de que nadie sufra a su alrededor, que para eso ya están ellas.
Pero, ¿por qué se manifiesta solo en mujeres? ¿El Síndrome Wendy puede ser también cosa de hombres? Al parecer, no: “Aunque podemos encontrar estos síntomas también en ellos, suelen ser siempre más aislados”. Los chicos son más propensos a desarrollar el Síndrome de Peter Pan, buscando de manera inconsciente encontrar a su Wendy. “Ambos se completan y se nutren mutuamente. Un Peter difícilmente podría sobrevivir sin una Wendy, y una Wendy no se encontrará ‘completa’ si no es al lado de un Peter, perpetuando este reparto abusivo de roles”, afirma Padilla. Además, los hijos de la pareja crecerán con una gran dependencia de su madre y no estarán habituados a asumir las responsabilidades que, por otro lado, nadie les ha permitido gestionar, terminando por convertirse en nuevos Peters.
Las consecuencias para una Wendy parecen claras: “Agotamiento, ansiedad, poca autoestima. Cuando ellas buscan ayuda es porque, literalmente, han tocado fondo”, explica el psicólogo. Entonces, ¿qué hacer, primero, para prevenirlo? Tener claro que cada persona es autónoma y no tiene por qué vivir siendo espejo de los demás, cargando en su mochila su propia tensión emocional y la del resto y siendo consciente de que si alguien ha de quererla, deberá hacerlo porque encuentra en ella compañía y no simple desahogo.
Pero, ¿cómo hacer para atajarlo? Si el Síndrome Wendy es una realidad, ¿tiene solución? “Hay una palabra mágica: asertividad. Se trata de un estilo de conducta que se encuentran en el centro de los dos extremos llamados ‘estilo agresivo’ y ‘estilo pasivo’, y consiste en poner en valor tus prioridades, tus deseos y tus derechos ante los demás”, explica Padilla, que añade: “La solución para Wendy pasa por varias sesiones de psicoterapia en las que aprender habilidades de inteligencia emocional para lidiar con las demandas de quienes la rodean y para empezar a usar una palabra vetada para ellas, la palabra ‘no’”.
Tal vez Peter Pan fuera tu película favorita cuando eras pequeña. Tal vez te sepas sus diálogos de carrerilla.Tal vez llegases a romper el VHS tras meterlo y sacarlo cientos de veces del vídeo. Y, tal vez, con el tiempo y la madurez, llegases a entender que Wendy no era un buen ejemplo a imitar. Ahora lo tienes claro. Porque sólo conociendo bien lo que no hay que hacer podremos evitarlo del mejor modo.