Ante un plato apetitoso y suculento, las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa (dopaminérgicas), se activarán adelantándose a las posibles sensaciones de placer que pueda sentir por cada una de las opciones, especialmente hacia el plato suculento e intenso de sabores que prometen sus ingredientes; incluso si alguno de ellos no le gusta o le desagrada, se activará la ínsula y enviará señales de inhibición hacia ese plato. Entre todas estas, la parte prefrontal de nuestro cerebro también se activará en comunicación con otras áreas recabando información, sobre todo de la memoria analizando pros y contras.
Si nos hemos decantado por el plato suculento, nuestro cerebro buscará razonamientos que justifiquen la decisión tomada, nuestra parte prefrontal creará argumentos que expliquen esta decisión (he tenido un mal día y me lo merezco, por una vez no pasa nada, con no comer el resto del día compensaré estas Kcal…) y además le parecerán muy convincentes.
Vemos que más que un razonamiento lógico de nuestras decisiones, se trata de una perspectiva emocional la que FINALMENTE nos impulsa a decantarnos por una u otra opción. El proceso de reflexión, cuando encontramos una explicación lógica a nuestras decisiones es en realidad una justificación de la decisión que ya ha sido tomada de forma intuitiva e inconsciente, controlada por las emociones, por esa sensación hedónica.
Por ello defiendo que el mundo de la alimentación debe estar acompañado por unprofesional de la psicología, como habrán visto no se trata de mantener una dieta durante un tiempo determinado, ni se trata de tener más o menos voluntad; se trata de conocer el por qué de nuestras conductas, de modificar nuestros hábitos, de identificar que es lo que nos lleva a consumir este alimento y no otro más saludable, nos ayuda a saber cuáles son las razones que subyacen a ese comportamiento que aún sabiendo conscientemente que es dañino seguimos llevándolo a cabo.
En definitiva uno de los aspectos más importantes es el cambio de hábitos, entendiéndolo como una conducta aprendida, no innata, que puede modificarse y perfeccionarse. Los hábitos nos permiten realizar ciertas acciones sin la necesidad de emplear el esfuerzo mental requerido al realizarlas cuando son nuevas para nosotros. Estos hábitos están sujetos previamente a razones elaboradas por el propio sujeto, de modo que una vez se den repetidas veces, el razonamiento queda en un segundo plano y salta la respuesta automática del hábito; pensemos cuando aprendemos a conducir, en un inicio todo es muy complicado, hay que pensar en muchas cosas a la vez, pero una vez hemos adquirido el “hábito” lo hacemos prácticamente de forma automática.
Es por eso que destaco la importancia del trabajo de nuestro control emocional, responsables que nos impulsan a buscar excusas aparentemente racionales; del trabajo de control de estímulos que nos ayude a preparar un ambiente más llevadero y el aprendizaje en la toma de decisiones.
Con todo ello y más, conseguiremos abandonar esos meses de tortura cumpliendo de forma obligada y sin razón, al recuento de unas cuantas Kcal.
buenas tardes:
Excelente aportación ,mil gracias.