¿Cómo sabemos y sentimos si algo es bueno o malo? Aunque parezca una pregunta absurdamente sencilla, nunca hasta ahora se ha sabido con exactitud cómo funciona ese proceso. Gracias al nuevo estudio, sabemos que las corrientes de información están programadas y que son separadas en bueno y malo a nivel de amígdala (responsable de asignar reacciones emocionales a cada experiencia).
Comer una porción de pastel de chocolate o pasar tiempo con un amigo estimula habitualmente la aparición de sensaciones positivas, mientras que sufrir un accidente de coche o afrontar un examen difícil y crucial para obtener la titulación académica ansiada es más probable que generen una respuesta de angustia, miedo y/o tristeza.
Se cree que una estructura cerebral con forma de almendra y llamada amígdala es la responsable de asignar estas reacciones emocionales a cada experiencia. Unos neurocientíficos del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria, adscrito al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en Cambridge, Estados Unidos, han identificado ahora dos poblaciones de neuronas en la amígdala que procesan emociones positivas y negativas, respectivamente. Estas neuronas transmiten después la información a otras regiones cerebrales que inician la reacción de comportamiento apropiada.
El estudio, llevado a cabo por el equipo de Kay Tye, Praneeth Namburi y Anna Beyeler, representa un paso notable hacia el esclarecimiento completo de cómo el cerebro asigna emociones a las diferentes experiencias.
Los hallazgos hechos en la nueva investigación podrían también ayudar a los científicos a entender mejor cómo aparecen trastornos mentales como la depresión. Muchos síntomas psiquiátricos no provocados por experiencias traumáticas podrían ser meros reflejos de alteraciones nocivas en el procesamiento emocional. Por ejemplo, en las personas que están deprimidas sin motivos racionales, la raíz de su problema puede ser que las sensaciones gratificantes que de otro modo recibirían de las experiencias positivas que viven son amortiguadas o bloqueadas por una anomalía en ese procesamiento. Y en las personas que sufren ciertas adicciones, el hecho de que no se vean disuadidas por los resultados negativos de su comportamiento puede deberse a que esas sensaciones desagradables, incluyendo el miedo a los malos resultados, son anormalmente efímeras o se amortiguan de otro modo.