Sergio, de 14 años, me verbaliza en su última sesión lo que ya tenía claro desde hace varias semanas: “De vez en cuando fumo porros con mis amigos”. “Ah ¿sí? -me hago la sosprendida- “¿Y con qué frecuencia es ‘de vez en cuándo?”, le digo.
La conversación transcurre muy tranquila y confiesa que realiza un consumo de marihuana varias veces al día. Le pido que lo cuente en casa, en el momento que considere oportuno, como quiera, pero igual de tranquilamente que me lo ha hecho a mí. Me pide que yo no diga nada a sus padres. Obviamente, hacemos un “trato” – nuestra forma de funcionar en terapia infantojuvenil– y, contra todo pronóstico, Sergio cumple su parte del “trato” y yo, la mía. Por ello, me sosprende que me digan que Elena y David, los padres de Sergio, necesitan hablar del tema.
La marihuana es la droga ilegal más frecuentemente consumida por los adolescentes. De hecho, un número superior al 40% admiten que la han probado, como mínimo, en una ocasión. Además, el consumo de esta droga en los adolescentes puede originar problemas de desarrollo físico pero, también, mental y emocional. Todo ello propicia el fracaso escolar con su consecuente disminución de la autoestima así como de sus probabilidades laborales, académicas y sociales tanto en el presente como en el futuro.
Los padres que descubren que su hijo adolescente fuma porros, a pesar de ser padres modernos, se enfrentan a un tema del cual tienen poco control y que no saben cómo tratar. Su preocupación es lógica y, por ello, voy a despejar algunas dudas.
¿Qué son los porros, petas, canutos?
Porros, petas o canutos son los cigarrillos hechos a mano, con papel de fumar, que incluyen una mezcla de tabaco y hachís o marihuana. Estos últimos proceden de una planta que se llama ‘cannabis sativa’, que es un tipo de cáñamo.
Aunque de aspecto distinto, la marihuana son las hojas de cáñamo secas y trituradas, de color verde. El hachís es la resina aceitosa comprimida de color marrón. El componente común de los efectos, en ambos casos, se llama THC.
Normalmente, cuando se empieza a consumir, los adolescentes repiten porque los desinhibe, los relaja, les permite relacionarse socialmente con mayor y, además, les da una falsa sensación de ser más divertidos y de divertirse más.
¿Cómo saber si mi hijo adolescente fuma porros?
- Un signo muy evidente es si le ven los ojos muy rojos, brillantes, como si estuviera lloroso. De cualquier forma, un truco que usan muchos adolescentes es el colirio ya que disminuye esta sintomatología.
- Si llega a casa con la mirada esquiva, para que no se observen lo síntomas anteriores- y se muestra apático.
- Tiene cara de cansado, con ojeras.
- Se cambia enseguida de ropa – ya que el dolor se impregna fuertemente- y se pone colonia.
- Intenta no dejar el bolso o la mochila en lugares accesibles de la casa.
- De forma contradictoria, tiene un comportamiento totalmente desinhibido.
- Llega con gran apetito.
- Se ríe por cosas tontas o insignificantes.
- Empieza a hablar de cosas tontas, con la mirada perdida, pero sin poder mantener una conversación larga o seria.
¿Cuáles son los efectos del consumo de los porros?
Pueden ser debidos por un consumo breve o un consumo prolongado. Los efectos en el primer caso son:
- Disminución de la memoria a corto plazo que implica problemas de aprendizaje y dificultades en la retención de información.
- Alteración de la coordinación motora que interfiere con la conducción de vehículos y aumenta el riesgo de lesiones, en caso de accidente.
- Alteración del juicio que produce un aumento de conductas sexuales de riesgo que favorecen la transmisión de enfermedades de transmisión sexual.
- Si las dosis son altas, aumenta la probabilidad de paranoia y psicosis.
Por su parte, los efectos del consumo prolongado, son los siguientes:
- Riesgo de adicción en el 9% de los consumidores, 17% de los que comienzan en la adolescencia y 25 – 50% de los que realizan un consumo diario y se iniciaron en la adolescencia temprana.
- Modificación del desarrollo cerebral.
- Bajo rendimiento académico con mayor probabilidad de fracaso escolar.
- Disminución cognitiva entre los adolescentes que son consumidores frecuentes.
- Aumento de la insatisfacción vital.
- Síntomas de enfermedad pulmonar.
- Aumento del riesgo de esquizofrenia en personas con predisposición.
Cómo diferenciar si fuma porros, ocasionalmente, o tiene una adicción
Llamamos consumo lúdico a fumar algún porro, de forma ocasional,con los amigos. A menos que tengáis una comunicación excelente y muy abierta con vuestro hijo, en que se pueda hablar de todo, incluyendo el consumo de porros, es poco probable que lleguéis a saber estas variables.
Sin embargo, tenéis maneras de averiguarlo. Si el adolescente sigue manteniendo un buen rendimiento en sus estudios y en el deporte, por el que muestran interés, igual que por otras actividades que pudiera hacer, lo más probable es que su consumo sea ocasional.
Si empieza a gastar más dinero del habitual sin una justificación adecuada, hay una modificación en sus hábitos alimenticios, aumenta su apatía conductual, muestra ideas autorreferenciales (cree que todos sus amigos, le miran o hablan de él) y presenta alteraciones tanto fisiológicas como fisicas, es probable que vuestro hijo consuma porros de forma habitual.
Cómo lo podemos prevenir
La adolescencia es una etapa de grandes cambios vitales – tanto a nivel físico como psicológico- en que se deben tomar decisiones para las que no siempre se está preparado. La cuestión es que todo ello complica la relación entre padres-hijos, porque la comunicación se reduce.
Todo ello va unido con que los hijos empiezan a salir con sus amigos y cada vez quieren hacer una vida más independiente, al margen de las normas familiares.
En cualquier caso, la prevención primaria se debe hacer en la propia familia, de la siguiente forma:
- Los hijos se deben sentir amados, independentiemente de sus conductas.
- Deben tener límites adecuados y normas razonables.
- Si los padres consumen porros, dificiment, podrán impedir questu hijo lo haga.
- Se debe enseñar a los hijos a quererse, ser autonómos y responsables de sus propios actos y decisiones.
- Mantener conversaciones en que se hable y se escuche, no solo se oiga.
- Intentar conocer a sus amigos.
- Fomentar un estilo de vida sano, desde pequeños.
¿Puedo obligar a mi hijo a hacerse un análisis toxicológico?
Mientras su hijo sea menor de edad, poder, se puede. Otra cosa es si conviene. Pero seguro que hay otras formas de detectar el consumo.
Las medidas que no ayudan en nada ni al adolescente ni a los propios padres son:
- Pedir un análisis toxicológico.
- Ignorar el tema, pensando que, así, “ya pasará “ o “se le acabará olvidando”. Al contrario, hay que comunicarse y que las posturas queden bien establecidas.
- Minimizar, diciendo “bueno, si es de vez en cuando, tampoco pasa nada”, “ es que todos sus amigos, fuman porros”. De esta manera, lo que conseguimos es disminuir la percepción de riesgo que tiene el adolescente al fumar porros con sus amigos, ya que piensa que cuenta con el benéplacito familiar.
- Decir “quiero ser tu amigo” y permitir que consuma en casa e, incluso, acompañarle. ¡Cuidado aquí! Los padres son padres pero no son amigos, se pueden llevar muy bien con sus hijos pero no hay que confundir roles.
- Ser catastrofista o dramático, del tipo “si continúas así, acabarás tirado en la calle”. Hay que diferenciar y, si es un consumo esporádico, por curiosida, igual que empezó, acabará.
- Amenazar u ordenar: “si me entero que sigues con los porros, te enteras”, “tú lo dejas porque te lo digo yo”. Piensa que nos hallamos ante adolescentes, vamos a conseguir las reacciones contrarias.
- Humillarles: “tú, como siempre, dando problemas”, “ya sabía que acabarías mal”. Necesitan apoyo.
- Vigilar dónde guardan los porros, con quiénes van, dónde van… Tu hijo se acabará percatando y empezará una lucha entre padres-hijo.
¿Qué hago si creo que mi hijo fuma porros?
- Mantener una conversación con tu hijo con calma y tranquilidad, huyendo de cualquier tipo de enfrentamiento, en un ambiente cálido, en que podamos hacer que nos expliquen los motivos por los cuales consumen.
- Recordar que la adolescencia es una etapa de curiosidad, de transgresión de normas, de necesidad de aceptación por parte del grupo.
- Si tu hijo, te dice que consume “para no pensar en los problemas”, para aliviar la rabia o el dolor, dile que las drogas solo empeoran su problema de fondo y que, en este caso, es necesario que acuda a un psicólogo que le enseñará a reelaborar toda esta rabia y dolor y a profundizar en su problema para que dejé de hacerle daño.
- Un buen clima familiar es la mejor ayuda para solucionar los problemas de consumo de drogas en adolescentes.
Mi hijo acaba de cumplir 16 años. Sé que lleva tiempo que fuma tabaco y porros. No sé exactamente qué fuma. A veces me llega con los ojos súper rojos y se levanta mucho por la noche a comer. Mi pregunta es, dónde puedo llevarlo el mismo día cuando venga así??? Siempre me lo niega y ya estoy cansada
Hola, Lupe.
Lo recomendable sería tener un conversación con él exponiéndole la seriedad del asunto, lo preocupada que estás por él y la necesidad de pedir ayuda profesional. El mismo día cuando venga así no es aconsejable llevarlo a ningún sitio puesto que, sería contraproducente y lo alejarías más de ti. Él tiene que tener una actitud abierta a recibir ayuda y a esas edades si los obligamos estamos perjudicando aún más la situación. Quizás lo haga porque lo ayuda a evadirse de una realidad que no le gusta o, simplemente, por «tontear» con las drogas. En cualquier caso, es beneficioso un diálogo tranquilo y abierto donde él se sienta libre para decidir y se sienta comprendido y apoyado. Y, después, si lo consideran los dos pueden pedir orientación profesional. Espero que estas orientaciones le hayan servido. Un saludo.