Las metas a corto plazo son las grandes responsables de nuestro bienestar.
El hecho de una carencia de este tipo de metas, en favor de las metas a largo plazo, es una de las principales causas de que terminemos inundados por la frustración o la desesperanza. Sentimientos lastrantes que hacen que nos quedemos a medio camino.
Si bien es cierto que una meta a largo plazo puede ser una brújula, una fuente de equilibrio, son las metas a corto plazo las encargadas de aumentar la densidad de reforzadores de los que disfrutamos.
Cumplir metas a corto plazo exige esfuerzos más puntuales y recompensas menos espaciadas. En muchos casos, también te acercan a un propósito final, a tu meta a largo plazo.
“No basta dar pasos que algún día puedan llevar a la meta, sino que cada paso debe ser una meta, sin dejar de ser un paso”.
-Goethe-