Miguel López Melero, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Educación de la UMA, es el impulsor del ‘Proyecto Roma’, con el que propone una educación inclusiva en las aulas.
Miguel López Melero es catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Facultad de Educación de la Universidad de Málaga. Además, es el impulsor del ‘Proyecto Roma’, con el que propone una educación inclusiva en las aulas. Una reivindicación por la que hoy en día sigue luchando.
–¿Qué es el ‘Proyecto Roma’?
-Es un modelo de desarrollo humano con dos grandes finalidades. La primera es aportar ideas sobre una nueva teoría de la inteligencia que no discrimine a nadie, considerando las diferencias humanas como valor y no como lacra. Por eso la segunda es mejorar los contextos familiares, escolares y sociales. Se concibe como un proyecto moral a vivir comprometidos y preocupados por las desigualdades e injusticias sociales y culturales.
–El ‘Proyecto Roma’ surge en 1990, en una sociedad diferente a la de ahora, ¿fue aceptado?
-Tuvo críticas, y por supuesto las sigue teniendo, pero no importa. Me parece que todos los modelos de desarrollo humano deben de tener críticas, porque no existe una verdad única. El ‘Proyecto Roma’ no es un modelo infalible, lo que sí decimos es que nuestra práctica siempre tiene que estar fundamentada científicamente.
–¿Cuál cree que es el principal problema de la escuela pública?
-El principal problema es el profesorado. Un sistema educativo es de calidad cuando el profesorado es de calidad. Otro problema es la transmisión de información. En una escuela democrática el profesorado tiene que hacer personas librepensadores, cultos y demócratas. Y esto no se consigue a través de libros de texto. Eso es un error y lo mantienen.
–¿Cree entonces que la calidad de la educación depende del profesorado?
-Por supuesto. El profesorado no puede estudiar exclusivamente una formación inicial y ya está. El profesorado es la pieza fundamental y debe seguir formándose. Además, no se puede tener un profesorado que genere competitividad en las aulas, sino que anime a la cooperación y solidaridad. Y sobre todo que respete la diversidad como elemento de valor y no que discrimine a unos niños y niñas como que son incapaces de aprender. Eso no es ser un buen profesor. Los profesores tienen que saber que la diversidad mejora los procesos de enseñanza y aprendizaje, y que lo que le hace mejor profesor o profesora es precisamente gestionar esa diversidad humana.
–¿Cuál sería su modelo perfecto de educación?
-Yo no considero que haya modelos perfectos, hay modelos que transforman la realidad y no excluyen a nadie, y hay modelos que modifican lo superficial y sí excluyen. Desde el ‘Proyecto Roma’ tenemos cinco principios que dan sentido a nuestra práctica: el primero es que todas las personas son competentes para aprender. El segundo es que el trabajo debe ser cooperativo y solidario. En tercer lugar hay que construir el conocimiento a través de proyectos de investigación y no con libros de texto. En cuarto lugar hay que construir el aula como una comunidad de convivencia y aprendizaje. Y por último hay que respetar las diferencias humanas como elemento de valor y no como defecto o lacra social.
«El principal problema de la escuela pública son los docentes y la transmisión de información»
–¿Por qué cree que en España no está totalmente implantada la educación inclusiva?
-Pues porque hay una gran confusión entre integración e inclusión. Si consideramos la diferencia como un defecto, hablamos de integración. Si lo consideramos un valor, hablamos de inclusión. Si se centra en que cambie el sujeto hablamos de integración, si se cambia los contextos, hablamos de inclusión. Por tanto hay una mala interpretación del discurso y de la cultura de la diversidad. Nunca hay que reducir la diversidad a la discapacidad, es un error. Hablar de educación inclusiva es hablar de justicia social.
–¿Qué opina de los centros de enseñanza específica?
-Que no deben existir. Esto ha sido mi lucha permanente. Una de las cosas que más me alegra es haber colaborado para que en esta facultad no exista la educación especial como grado. Es la única universidad de España donde no existe formación para personas deficientes. No deben existir los colegios de educación especial porque las diferencias no son una lacra ni un defecto, sino una virtud que nos humaniza. Los niños y niñas que conviven con otros que tienen otras peculiaridades experimentan algo bueno, muy enriquecedor que les va a cambiar. Lo que pasa que es muy fácil establecer guetos.
–¿Hasta dónde puede llegar una persona con síndrome de Down?
-Una persona con síndrome de Down, como cualquier ser humano, puede llegar hasta donde las oportunidades sociales y culturales le permitan. Es un fallo seguir pensando que son deficientes mentales. Es tanta desinformación la que existe sobre sus competencias que se sigue por lo más fácil, es decir, no enseñarles. Son seres humanos que piensan, se comunican, sienten y actúan. Todas las personas podemos aprender siempre y cuando construyamos modelos que lo permitan. El problema es más bien cultural.
–¿Qué le diría a esos profesores que tratan de manera diferente a un alumno con síndrome de Down?
-Pues que se informen. Que existen modelos pedagógicos para transformar eso. Siguen pensando que la inteligencia es algo que se hereda como el que hereda un cortijo, y no que la inteligencia se construye. La inteligencia no depende solo de los genes, sino de las oportunidades que tengamos. Si quieren ser docentes, tendrían que investigar sobre cómo hay que construir el conocimiento para que todas las personas puedan aprender.
–¿Más allá del aprendizaje, cree que las personas con ciertas peculiaridades tienen las mismas oportunidades laborales?
-No. Ni educativas. Porque no se considera que supongan una oportunidad para que los demás aprendamos de ellos. Piensan que son una carga y un defecto. Pero al igual que las mujeres, por el simple hecho de ser mujer no lo sois ni los tenéis. Tenemos que considerar las diferencias humanas como valor y no como defecto.
¿QUIÉN ES?
- Currículum
- Doctor en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid y Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la UMA.
- Investigación
- Desde el año 1990, López Melero dirige el ‘Proyecto Roma’.
- Otros proyectos
- Recientemente ha publicado el libro ‘Fundamentos y Prácticas Inclusivas en el Proyecto Roma’.