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La cara posterior de la lengua se une a la boca mediante el frenillo lingual, membrana elástica que casi siempre pasa desapercibida y raramente causa dificultades. Sin embargo, hay casos en que este tejido es anormal y poco flexible en el recién nacido, por lo que dificulta la alimentación y puede complicar el habla.
Importancia de la movilidad de la lengua
La boca cumple con dos funciones muy importantes para el ser humano: por un lado, es en ella donde se inicia el proceso de digestión mediante la masticación de los alimentos y su deglución y, por otro, interviene en la generación de diversos sonidos que posibilitan la comunicación a través de la palabra.
El desarrollo de ambas cualidades es posible gracias a la lengua, músculo fuerte y muy moldeable que, además, cuenta con terminales nerviosas que le permiten distinguir los sabores de los alimentos. Basta con intentar pasar un bocado sin su ayuda o tratar de hablar en voz alta sin moverla (no en balde su nombre se emplea como sinónimo de «idioma») para descubrir la trascendencia que tiene en nuestra vida sin que nos percatemos de ello.
Empero, hay algunos recién nacidos en los que la lengua se encuentra prácticamente inmóvil o su movimiento es sumamente restringido debido a que la banda o membrana que la sujeta a la parte inferior de la boca, el frenillo lingual o sublingual, es poco flexible y de proporciones anormales (algunos pediatras dicen que es «largo» cuando longitudinalmente corre de la base hasta la punta de la lengua, en tanto otros le llaman «corto» porque su escasa altura impide la elevación del músculo).
Dicho problema se conoce como anquiloglosia o lengua anudada, y aunque se presenta en raras ocasiones merece la atención de padres y pediatras para evitar problemas de alimentación, así como algunas restricciones para hablar en edades más avanzadas. Todavía no se sabe cuáles son las causas que originan esta condición que los expertos clasifican como disglosia lingual(trastorno que genera alteraciones en la pronunciación de las palabras), por lo que tampoco es posible emprender medidas para su prevención.
Anquiloglosia, ¿se puede intervenir?
Los progenitores no deben alarmarse en caso de descubrir que su bebé o hijo pequeño cuenta con frenillo aparentemente grande, ya que este tejido, por lo general, es más pequeño en el adulto. Bien vale aclarar que esto ocurre porque el tejido sublingual se vuelve elástico y reduce su proporción a través de los movimientos repetitivos generados durante la alimentación y el habla, por lo que no es raro que entre más joven sea una persona, mayor será la longitud de esta membrana.
Es por ello que el diagnóstico de anquiloglosia debe ser realizado sólo por un médico, no sólo de acuerdo a la apariencia física del frenillo lingual, también considerando la funcionalidad de la boca y mediante ciertos síntomas, como son:
- Falta de movilidad de la lengua, la cual se manifiesta a través de la incapacidad del pequeño para tocar con ella su labio superior o para sacarla más allá de las encías o dientes.
- Cuando el músculo del que hablamos se estira, su punta pierde la forma redondeada y parece tener una hendidura en forma de «v», debido a que el frenillo tira de ella (se le llama también lengua cardioide, acorazonada o en forma de corazón).
- En niños que aprenden a hablar hay dificultad para pronunciar aquellos sonidos en donde la lengua debe levantarse para hacer contacto con el paladar (consonantes «r», «rr» y «l»).
¿Por qué es importante la detección de un frenillo lingual corto? ¿Qué problemas puede ocasionar en el habla o la alimentación?
Al nacer, todos los bebés tienen el paladar alto y cerrado, pero a medida que la lengua se mueve eficazmente en la cavidad oral, éste se va abriendo y descendiendo. Si la lengua no tiene capacidad de elevación debido a un frenillo corto, este cambio no se produce, afectando a toda la estructura maxilofacial y provocando las siguientes alteraciones:
Alteraciones en la alimentación
La lengua juega un papel muy importante en la lactancia, porque ayuda al pezón a adoptar la posición adecuada dentro de la boca y luego comprime la aréola contra el paladar duro, con movimientos ondulantes para exprimir el pecho de la madre y extraer la leche. Cuando existe frenillo lingual corto, éste puede impedir o restringir los movimientos linguales (extensión, elevación, lateralización y peristaltismo) del niño, dificultando o imposibilitando un buen agarre del mismo al pecho, lo que a su vez puede hacer que la transferencia de leche sea insuficiente.
Además, la deglución inicial que realizan los niños (por el reflejo de succión-deglución) debe desaparecer paulatinamente y, entre los 2-3 años, corregir la colocación de la lengua en la deglución. Para ello, es necesario que el niño sea capaz de presionar con la lengua los alveolos, ubicados en el paladar. Si el niño presenta frenillo lingual corto, el desarrollo de la deglución no se completa correctamente, lo que puede dar lugar a una deglución atípica.
Alteraciones en el habla
La limitación para elevar la lengua puede producir dificultades en la pronunciación de sonidos en los que la lengua debe contactar con el paladar, como las consonantes “t”, ”d”, “n”, ”l”, «s» o “r”.
Es muy importante que el niño sea valorado por un logopeda, para que explore la apariencia física del frenillo lingual y la repercusión real en la funcionalidad de la boca, porque en ocasiones las alteraciones en la pronunciación pueden deberse a otro tipo de problemas (neurológicos, psocilógicos…)
Otras alteraciones
Además de las alteraciones mencionadas previamente, la falta de movilidad de la lengua puede causar inhabilidad para efectuar una autolimpieza oral interna, lamer los labios o muchas veces tocar instrumentos de viento, lo que origina a su vez problemas sociales.
¿Qué debemos hacer en caso de anquiloglosia?
Si sospecha de que su hijo presenta un frenillo lingual corto y tiene dificultades en el habla y/o la deglución, debe acudir su médico para realizará una cuidadosa valoración de la lengua e indicará un tratamiento quirúrgico en caso de que sea necesario. Posteriormente, es necesario que acuda a un logopeda con el fin de solucionar las dificultades en el habla y/o la deglución.