En la sociedad del vértigo, en vez de enseñarnos a disfrutar del camino, nos educan en las prisas por llegar. Alguien debería recordarnos que caer en picado ocurre, que lo contrario de fracasar es no haberlo intentado y que el destino no es a donde vas, sino a donde llegas. Intentarlo es fácil, eso podemos hacerlo todos; conseguirlo ya no lo es tanto. Por el camino se quedaron los que pensaron que vértigo es sinónimo de miedo.
Hay que sentir vértigo, del bueno, del que seduce, porque sentir vértigo no es asomarse a la incertidumbre y temer la caída: es experimentar atracción por la profundidad que se abre ante nosotros; es ser conscientes de que caer es posible. Porque el vértigo no es mirar hacia abajo y plantearte el fracaso, es levantar la cabeza y preguntarte cómo narices vas a subir tan alto, pero sabiendo que al llegar habrá valido la pena.
El crecimiento personal plantea un estilo de vida en el que el desarrollo sea constante. Leer más, viajar lo que se pueda y amar mucho para acabar siendo más y mejor. Y digo mejor porque en esta vida no todo vale. Búscate un objetivo que te emocione y haz que tus piernas tiemblen al asomarte a tus sueños. Disfruta de tu vértigo y sus vistas. Aprende a valorar la incertidumbre.
Dicen los que saben que el vértigo es una sensación ilusoria que implica movimiento. Sí, has leído bien: el vértigo es una ilusión, una trampa, una mentira que nosotros mismos nos creemos para creer que estamos haciendo algo. Esa definición se la vamos a regalar a los que viven por inercia, a los que creen que el movimiento implica cambio y que la felicidad es un estado de ánimo y no una forma de vida. Toda para ellos.
Nosotros, en cambio, vamos a disfrutar de la incertidumbre. Los puntos finales facilitan demasiado la vida: se acabó y punto, a otra cosa. Por el contrario, los puntos suspensivos hacen de nosotros lo que realmente somos: seres inciertos y llenos de dudas. Porque dudar no es malo, tenlo claro. El “y si…” y el “y por qué no…” han cambiado el mundo a base de derrumbar certezas una a una; han hecho más por la sociedad que el “no y punto”. Cuestiónate el equilibrio, plántate ante él y cuando te pregunten por tus planes de futuro dirás “todos”.
Todos nos volvemos fácilmente explicables cuando sabemos vernos reflejados en las palabras de otro. Quédate con lo que tú quieras, pero quédate con algo. Si te subes a tus sueños y sientes vértigo, alégrate: estás vivo y buscas un cambio. Si pierdes el equilibrio y te acabas cayendo, sonríe: las decepciones existen. Y no pasa nada, lo has intentado. Eso sí, si después de reflexionar conmigo crees que el vértigo sigue siendo algo de lo que asustarse, recuerda que lo contrario del fracaso es no haberlo intentado.
Escrito por Enric Ochoa-Prieto.