Evitar la ansiedad… ¿por qué es una mala idea?


¿Evitar la ansiedad es adecuado?

Supongo que a primera instancia esta afirmación puede resultar desconcertante: evitar la ansiedad es una mala idea. La vida de muchas personas está tremendamente condicionada por la ansiedad y la idea de tenerla que aceptar resulta cuanto menos desconcertante. De hecho, en mi opinión es uno de los ejercicios más costosos para las personas aquejadas de una patología relacionada con la ansiedad, no el hecho de vivir esa aceptación (que también, por supuesto) sino la sola idea, de tener que mirarla de otro modo. Supongo que es el primer gran paso, aceptar que el modo de ver lo ocurre en el interior de la persona no está siendo el adecuado. Y no porque lo digamos nosotros, los psicólogos, de alguna manera tú mismo te lo estás demostrando. ¿Cuantas veces te has propuesto al levantarte de la cama que hoy no iba a pasar? Que hoy ibas a olvidarla, a enfadarte con ella más que nunca, a decirla que hasta aquí habéis llegado. Sin embargo parece que la idea no es del todo efectiva, a veces, cuanto más me digo no, más fuerte aparece. Así que parece que evitar la ansiedad no es una buena solución.

Piensa en aquellos contextos, en aquellas situaciones en las que “estaba prohibido” que apareciera. Esa persona que te impone con la que quieres mostrar tu lado más amable, esa reunión de trabajo en la que quieres demostrar lo eficaz que eres, esa fiesta en la que “el deber” habla sobre lo bien que debes pasarlo… Esas veces en las que el “aquí no” resuena más alto que nunca y que paradójicamente produce una vorágine de sensaciones y emociones negativas dentro de ti. Cuanto más me digo “no sientas” más fuerte siento. Es por eso que la idea de aceptar la ansiedad no proviene de una idea pintoresca de los que estudiamos la psique humana, no es un capricho que tiene que ver con la condena al sufrimiento, ni un mensaje de absoluto pesimismo. De hecho, me atrevería a decir, que es absolutamente lo contrario.

Lo que tenemos claro es que la manera de relacionarte con esta reacción emocional, esta pauta de evitar la ansiedad,  parece no estar funcionando. Debes saber también que es la manera más común de las personas que afrontan estados ansiosos (y estados emocionales que consideramos no gratos). No lo estás haciendo mal TÚ, lo común, es que nos enfrentemos a esos estados emocionales a través de un instinto de salvación primario que nos empujará hacia la lucha de lo no deseado. De alguna manera, lejos de beneficiarnos se convierte en un autosabotaje continuo.

Si yo digo no ¿por qué mi ansiedad dice si?

Cierra los ojos… Ahora tienes una misión. No pienses en un elefante rosa, piensa en lo que quieras, en estas vacaciones de navidad, en tu familia, pero no pienses en un elefante rosa. ¿Qué acaba de pasar? Un poco complicado ¿Verdad? He aquí la paradoja, cuando intento no pensar en  “eso”, “eso” viene a mí. Basta con no querer pensar en algo para que ese algo aparezca en nuestra mente.

Los trastornos de ansiedad suelen ser enfocados por las personas desde una lógica única y ese es en realidad uno de los grandes problemas. ¿Qué es lo primero que nos decimos cuando tenemos ansiedad? O cuando alguien a nuestro alrededor la tiene: Relájate. Precisamente esto va a provocar el efecto contrario. Basta con que quieras relajarte de manera inmediata para que te sientas más y más nervioso, y cuanto más intentas sujetar esta ansiedad, más aparece. Relajarse no es un acto volitivo, es decir, no es un acto de la voluntad. Ocurre simplemente cuando le doy suficiente espacio para que aparezca.

La ansiedad tiene su propia lógica

El ser humano se ve muy desconcertado cuando tiene que enfrentarse con su ansiedad, así que su primera reacción probablemente sea evitar la ansiedad.. Cuando estamos hablando de un trastorno, es decir, cuando la persona teme a su propia ansiedad y teme que esta se dé, empezamos a tener un problema, pues pensamos continuamente en la manera de evitarla, y la voluntad no puede hacer esto.

La mayoría de los problemas con la ansiedad se dan cuando la persona empieza a no desear de manera obsesiva tener ansiedad. El problema aparece precisamente por esto, mi propia negativa al contacto con mi ansiedad, me hace estar circulando alrededor de ella de manera constante. Esta negación obsesiva, no hace más que hacer más presente el problema en mi vida.

Mi atención está de manera constate en el “que no pase“, por lo que dejo de ver otras cosas para ver solo aquello que podría pasar. De manera involuntaria el rechazo hacia a la ansiedad provoca su efecto antagónico.

Evitar la ansiedad: cuando la solución es un problema

Las soluciones que a simple vista barajamos, acaban siendo un problema para la persona. Si mi corazón, por ejemplo, está latiendo muy deprisa, yo no puedo intentar sujetarlo. Mi mente no entiende el no. La aceptación de la ansiedad tiene mucho que ver con la aceptación de los síntomas. Debemos de aceptarlos, porque estos simplemente no van a hacernos daño, el síntoma es algo que puedo “atravesar” y en la medida que lo atravieso dejo espacio para que otras partes de mi me ayuden a sostenerme. Debo abandonar la lucha primaria del control. Cuando dejo de controlar que no pasen determinadas cosas, esas cosas, paradójicamente, dejan de pasar.

Entonces ¿No tiene cura? ¿Resignación?

¡La gran pregunta¡ ¿Mi ansiedad es crónica y no se puede curar? Pues bien, la realidad, es que no hay nada que curar, porque la ansiedad no es algo que se deba eliminar. La ansiedad es una respuesta, no una enfermedad, ni un virus y quizá lo que haya que cambiar es cómo me relaciono yo con esa respuesta, porque lo realmente patológico, lo que realmente me hace sufrir, no es la ansiedad, sino mi manera de enfocarla y de vivirla. Evitar la ansiedad termina siendo equivalente a evitar mi vida. Claro que no es la ansiedad la que tiene que cambiar, soy yo, y requiere un camino mucho más profundo que aplicar un par de técnicas.

Hay gente que dice que cuando aprendes a no tenerle miedo a la ansiedad, ésta nunca volverá a aparecer de manera desbordante. Yo digo que es mentira, que si mañana ocurre algún suceso en tu vida, por ejemplo, muy impactante o traumático, podrás sentir ansiedad elevada, lo que ocurre es que quizá ya no te asuste tanto tenerla, porque probablemente ya no tengas miedo al miedo.

La ansiedad no tiene cura, porque la alegría tampoco, ni la tristeza, ni la ira… Lo que tiene cura, o remedio, como quieras llamarlo, es la relación que tienes con ella. No se trata de aceptar un trastorno, en absoluto, mil veces NO. Se trata de aceptar una respuesta emocional para que ese trastorno diluya. Y no es que se vaya él, es que eres tú el que has cambiado.

Fuente: www.amadag.com

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