Todas estas capacidades pueden y deben aprenderlas los niños en su desarrollo, y deberían ser competencias emocionales obligatorias tanto en las familias como en las escuelas.
La educación emocional está basada en la Inteligencia Emocional (IE) y se refiere a un grupo distinto de capacidades mentales en los que las personas son capaces de:
- Percibir, evaluar y expresar sus emociones
- Utilizar las emociones para facilitar el pensamiento
- Entender los antecedentes y consecuencias de las emociones
- Regular las emociones en uno mismo y en los demás
Las competencias emocionales de los niños pequeños son necesarias para conocer sus propias emociones y las de los demás, para que sean capaces de regular sus emociones y expresarlas con asertividad. Todo esto contribuye a una buena adaptación social y académica.