El suicidio sigue siendo un asunto silenciado pero demasiado frecuente en la Policía Nacional. El número de personas que deciden quitarse la vida voluntariamente no para de crecer en España. Sin embargo, no alcanza a verse como la seria problemática social que en realidad es.
Son muchos los que optan por esta vía de escape siendo diferentes sus motivos. No obstante, llama especialmente la atención el colectivo de la Policía Nacional: ¿qué falla, y qué medidas se deben implantar?
Hablemos de suicidio
Una persona que piensa en el suicidio, sea policía o no, está padeciendo un momento muy complicado que le impide vislumbrar otra salida. Pueden ser diversas las causas que le producen ese sentimiento de dolor, inconformismo, o no aceptación. Todo ello derivará en una decisión trágica como modo de huida.
En el momento en que alguien se siente perdido o no logra ver, ni valorar, los aspectos positivos que le suceden, necesita pedir ayuda y encontrar un apoyo. El entorno más próximo, como los terapeutas o profesionales sanitarios, intentarán proveerle de herramientas para gestionar su situación.
En el grupo general de la población no siempre resulta evidente la situación de desesperación en la que alguien se encuentra sumido. Por lo tanto, puede decirse que existen variaciones en conductas y estados anímicos de una a otra persona.
Hay individuos que logran disimular u ocultar la situación, por lo que cuando les sobreviene suele sorprender a sus familiares desprovistos de estrategias para ayudar. Es más frecuente el suicidio entre mujeres, incluso puede ocurrir que se den condicionantes genéticos. En el caso concreto de la Policía Nacional, tienen en su haber armas de fuego, de ahí que muchas de las muertes sean producto de disparos certeros.
El tabú de un problema público
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva años luchando por que se le dé visibilidad al tema, y por que se mire desde un prisma de sensibilidad y sensibilización. El suicidio no debe tratarse como un aspecto puntual, afecta a la salud pública, y por lo tanto, deja muchas heridas abiertas alrededor de la víctima principal.
Hace años no se hablaba del suicidio, pero hoy en día han cambiado poco las cosas, y las lastimosas muertes de los Policías Nacionales no tienen el alcance que merecen. Este año arrastra ya 11 personas, no solo profesionales, sino padres, hijos, hermanos y/o maridos, por esta causa. Tristemente (y de un modo más sangrante si cabe), fuentes consultadas por Crónica Balear informaron de que en el día de ayer se elevó a 12 la cifra de suicidios registrados este año.
El caso es demasiado urgente para girar la cara. La instauración de un plan de prevención para el gremio de policías nacionales es extremadamente necesaria. Desde 2018 no se ha llegado a un acuerdo, aunque con el inicio del mes de diciembre parece percibirse un mejor ambiente.
Crónica Balear ha hablado con Pablo Pérez, secretario nacional de Comunicación de la JUPOL (Justicia Salarial Policial), quien asegura que tras tres mesas consecutivas ha logrado celebrarse la última (en la cual ha participado) para acordar un protocolo de salud mental, acoso laboral y prevención frente al suicidio.
Recientemente, la JUPOL lanzó SOS JUPOL, un teléfono disponible 24 horas donde el policía que necesite hablar, o busque asesoramiento, puede hacerlo con profesionales de la psicología, uno de ellos externo al colectivo.
La labor del policía socava su persona
El policía nacional aprueba su examen de acceso al Cuerpo tras haber pasado unas pruebas psicológicas que certifican su capacitación. Su labor pública se basa en ayudar a otros, y en evitar la comisión de delitos, asegurándose de que se cumpla la legislación actual.
El funcionario que sale a la calle, que patrulla en su coche, suele hacerlo de un modo vocacional. No sabe a qué se enfrenta cuando se enfunda en su traje, y tampoco sabe si podrá solucionar todo lo que se le ponga por delante. Habrá profesionales que puedan pasar página ante ciertas intervenciones, pero otros no.
La figura del policía nacional quiere ayudar y cumplir con la ciudadanía, pero no siempre logrará el término deseado. Sumado a su labor civil (la mayoría de las veces en situaciones delicadas y muy complejas), tiene que enfrentarse a condiciones laborales controvertidas e inestables.
Esto se traduce en turnos de noches de mucho trabajo, el problema de la difícil movilidad geográfica o la presión en su toma de decisiones. La escasa consideración dentro y fuera del trabajo, e incluso el miedo a un despido, también merman su confianza y seguridad.
El policía nacional piensa en el suicidio
El funcionario entra a su puesto de trabajo con ganas de mejorar problemas sociales. No todo depende de él y en muchas ocasiones se despide de su jornada laboral con un mal sabor de boca. Algunos llegan a su casa derrotados, con problemas para conciliar el sueño.
Presentan, incluso, frecuentes desvelos al recordar la cara de una mujer maltratada o la de un niño que les miraba con terror. Para quienes tienen familia, y pese a que son conscientes de que no pueden llevarse lo laboral a su parcela personal, añade un sentimiento muy fuerte de empatía y solidaridad.
La Dirección General de Policía Nacional no dispone, a día de hoy, un protocolo de prevención definido, y desde la asociación JUPOL exigen que se les escuche y se les tenga en consideración ante los problemas psicológicos que durante tiempo vayan dañando al profesional.
El policía nacional, además del estrés acaecido por su trabajo y la falta de sueño, como cualquier otra persona puede pasar por momentos familiares o económicos complicados que le desestabilicen psicológicamente. El porcentaje de suicidios por arma de fuego en este gremio es elevado y supera considerablemente al de ahorcamientos.
Consecuencias en la familia
El funcionario tiene miedo, en muchas ocasiones, a hablar, a perder su reputación y quedar señalado. En consecuencia, no suele tomar la decisión de visitar al psicólogo (y compañero) que les atiende. Conviene poner a disposición del profesional ayuda externa. El sindicato de policías nacionales pide que se instaure un gabinete psicológico con profesionales de fuera en cada Jefatura.
Con esto quieren que se atiendan las demandas de quien, tras una complicada situación, necesita desahogarse y exponer sus miedos. El post-breefing también permitiría sacar fuera el sentimiento generado a raíz de ver ciertas escenas. La mayoría de los policías nacionales que dejan sus botas en la taquilla no son capaces de borrar sus vivencias. En consecuencia pueden arrastrar fracaso, impotencia y desolación.
Familiares de policías nacionales se sienten desatendidos ante una situación que corrompe a su ser querido y donde las soluciones deben llegar para quedarse. Para la gente de a pie las fechas navideñas se encuadran en días donde mayor es el número de suicidios. Sin embargo, el policía lo sufre durante todo el año. La soledad, la precaria situación laboral o económica, o la falta de un familiar, son elementos que influyen en la determinación de quitarse la vida.
El entorno más cercano al policía nacional sufre esa situación, se siente impotente y busca remedio. Espera la llegada de unas medidas que no deben centrarse solamente en la prevención sino también en la formación. Se necesita un mayor control y poder atajar la situación psicológica y emocional del profesional tras determinadas operaciones. Con todo esto la tranquilidad será más patente, no solo para el colectivo sino también para quienes más les quieren.