Nació en Inglaterra casi sin masa encefálica y condenado, según dijeron los médicos a sus padres, a morir rápido. Hoy tiene cuatro años y empieza a andar y hablar
Es un caso extraordinario pero no único. Encontramos otros ‘descerebrados’ célebres. Hay varios universitarios y un brillante matemático. Una neuróloga infantil explica cómo una pequeña cantidad de masa cerebral puede ‘aprender’ funciones de partes ausentes del cerebro
A los padres les dijeron que se prepararan para lo peor. El niño que esperaban, si sobrevivía al parto, tendría un futuro horrible, se quedaría discapacitado mental y físicamente. La espina bífida y la hidrocefalia le habían dejado sólo un 2% de función cerebral. Y Shelly, que estaba de 12 semanas, se derrumbó. «Empecé a preparar su entierro mientras estaba embarazada», admitió la madre, de 44 años, en el medio digital inglés Cumberland News & Star. Las pruebas mostraban que en la cabeza de Noah (foto izquierda) había más líquido que masa gris, un cerebro poco mayor que una naranja. Una rara anomalía que ponía fecha de caducidad a la existencia del pequeño Noah: 15 días de vida tras el alumbramiento. Y, sin embargo, a los dos años, estaba sentado derecho, cantando, e incluso jugando con la PlayStation. Y progresando.
Hoy, con cuatro años cumplidos, el milagro Noah continúa desafiando a la ciencia médica y su caso, por extraordinario, se ha convertido en materia de estudio en universidades, hospitales y centros de investigación. Y no es el único. Michelle Mack, una mujer de 42 años de Virginia (EEUU), nació con medio cerebro, circunstancia que pasó completamente desapercibida hasta que cumplió 27 años. Mientras tanto, Michelle se había graduado en la universidad y llevaba una vida normal.
Trevor Waltrip, nacido en Louisiana en la víspera de Navidad en 2001, desafió todas las predicciones durante 12 años. Vino al mundo con hidro-anencefalia (los hemisferios del cerebro no existen y en su lugar sólo hay dos sacos llenos de líquido cefalorraquídeo). Sin embargo, como tenía tronco cerebral, podía respirar, su corazón latía y respondía a algunos estímulos, aunque vivió ciego y sin habla. Las 12 semanas de esperanza de vida inicial se convirtieron en 12 años, los que vivió rodeado del afecto de toda su familia.
¿Es tan importante el cerebro como suele pensarse? ¿Es en verdad el director y artífice de todo lo que hacemos? ¿Cómo es posible que una persona sin apenas masa gris pueda llevar una vida normal y, más aún, tener un rendimiento intelectual destacado? Si bien las respuestas a las preguntas parecen obvias, historias como la de Noah o la del genio matemático al que la hidrocefalia le había borrado casi por completo la materia cerebral, podrían hacernos volver sobre estas preguntas. Enviamos unas imágenes del interior de los dos cerebros a la neuróloga infantil Pilar Tirado, del Hospital La Paz de Madrid, en busca de una explicación. Lo primero que nos dice es que se trata de casos clínicos extraordinarios. «Los vemos pero son muy raros. Y tampoco se saben las causas que originan esta anomalía. Puede deberse a una mutación genética cuando el cerebro se está formando. Por una lesión durante el embarazo o por un tóxico que haya llegado al feto…».
«Una pequeña cantidad de masa cerebral puede aprender y desarrollar funciones propias de otras partes del cerebro de las que carece», explica la neuróloga infantil. ¿Entonces no importa el tamaño? «Depende de las áreas afectadas», responde prudente la doctora. «El sistema nervioso central tiene una gran plasticidad, mucha capacidad para reinventarse y de adaptación. De hecho, se dan casos de niños en fase prenatal y con lesiones en sus cerebros que se recuperan». Y remata con un ejemplo práctico: «Imagínese que le piden que escriba un artículo para cinco páginas, el criterio cambia y tiene que reducirlo a dos. La historia sería la misma, con todos los detalles importantes, pero saldría publicada en sólo un par de páginas. Algo parecido ocurre en los casos que estamos tratando aquí». Noah, con sólo el 2% de función cerebral, ha podido escribir su historia en su diminuto cerebro.
Mayor controversia, si cabe, es la que sigue levantando aún hoy la de un alumno de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido. Acudió a un médico y profesor de la Universidad, el doctor John Lorber, porque le dolía la cabeza. Y al ver que la tenía algo más grande de lo normal, el doctor, presa de la curiosidad, quiso averiguar la razón y le hizo un escáner. Lo que Lorber no se esperaba era ver una cabeza prácticamente llena de líquido cefalorraquídeo en lugar de una masa gris con cerca de 10.000 millones de neuronas. Este alumno, con un coeficiente intelectual en la frontera de la genialidad, 140, mostraba un cuadro crónico de hidrocefalia que le había borrado casi por completo el cerebro. Sin embargo, pudo licenciarse en Matemáticas.
No hay datos que nos acerquen a un número de casos en España. Entre otras cosas porque las madres «suelen abortar», asevera la doctora Tirado. La ley lo autoriza. Aunque hay sonoras excepciones. Como la enfermera Abbey Ahern, de 34 años. En la semana 19ª del embarazo la ecografía desveló que su bebé sufría anencefalia, nacería total o parcialmente sin cerebro y cráneo. «El aborto era una opción. Lo hablé con mi marido y decidimos no hacerlo», explicó Abbey en su blog. La pareja de Oklahoma eligió seguir adelante con el objetivo de donar los órganos de Annie, cuya esperanza de vida era de días. «Continuar con su gestación fue lo más difícil», señaló la mujer, con fuertes convicciones cristianas. Abbey vio como su última hija -ya tenía cuatro- se marchó rápidamente, aunque le quedó un consuelo: «Donar sus órganos me ha curado de la amargura porque sé que mi bebé ha salvado a otros».