El duelo es un proceso normal y natural, por el que todo ser humano pasa, tras la pérdida de un ser querido, es un camino que hay que ir andando poco a poco, es un periodo adaptativo en el que la persona pone en marcha todos sus recursos para sobreponerse a la pérdida.
A veces este proceso se bloquea, puede que andes y después retrocedas, que te caigas, que encuentres baches, puede que te quedes sentado un tiempo mirando como la vida avanza pero después te levantas y sigues caminando por un camino que llegara a su fin y ya no sentirás tanto dolor, sobrevivirás.
El ser humano está preparado para superar la pérdida de un ser querido, es algo natural, aunque doloroso.
Es importante que este camino lo hagas acompañada, por familiares amigos o por un terapeuta si tu situación es más complicada.
Distintos autores hablan de etapas o tareas por las que uno pasa cuando está en duelo, estas tareas no son universales ni tienen que seguir un orden, cada uno lo vive de manera distinta.
Aceptar la pérdida
Aunque sea la cosa más difícil que has hecho en toda tu vida, debes llegar a aceptar esta dura realidad: tu ser querido ha muerto y no va a regresar. Aceptar con la cabeza es fácil, sabes que ha muerto. Lo difícil es aceptar con el corazón. Es muy normal un tiempo en el que te niegues, te rebeles contra la dura realidad y mantengas la esperanza. Date tiempo.
Hablar de tu pérdida, contar las circunstancias de la muerte, visitar el cementerio o el lugar donde se esparcieron los restos…Todo esto te puede ayudar poco a poco, y con mucho dolor, a ir aceptando el hecho de la muerte. Sabrás que has podido dar este paso, cuando pierdas toda esperanza de recuperar a tu familiar o amigo, será el momento de la verdadera despedida.
Para llevar a cabo esta tarea también es de gran ayuda poder recordar a la persona fallecida y hablar sobre ella, sobre las circunstancias que rodearon su muerte, etc.: cómo me relacionaba con ella, cuáles eran sus virtudes, qué me molestaba de ella, cómo murió, dónde estaba yo en ese momento, cómo fue el funeral…
Es en esta tarea cuando uno se plantea quitar o dejar las pertenencias del fallecido.
Quitar demasiado pronto sus cosas puede ser una manera de evitar el dolor, lo quito todo y así no lo veo y no me duele tanto recordarlo constantemente. Es como si corriera prisa por estar bien, cuando es un proceso lento y doloroso.
O No tocar las cosas del fallecido, como si fuera a volver no aceptando la realidad de la perdida.
Cuando quitar las pertenencias es una decisión muy individual que hay que hacer cuando uno se sienta preparado.
Aceptar la pérdida puede resultar especialmente difícil si la muerte fue inesperada o violenta, si estabas lejos cuando ocurrió y no pudiste participar en los ritos funerarios, si no se recuperó el cadáver, si se trata de la muerte de un niño…
Sentir el dolor y trabajar las emociones que conllevan la pérdida
Necesitas también sentir el dolor y todas las emociones que le acompañan: tristeza, rabia, miedo, impotencia, desesperación, culpa…
Habrá personas que te dirán: «Tienes que ser fuerte». No les hagas caso. No escondas tu dolor. Expresa lo que te está pasando, no te guardes todo para ti mismo por miedo a cansar o molestar. Busca aquellas personas con las cuales puedes expresarte tal y como estás. (Si no quieres compartir o mostrar tus emociones a otros, no tienes porque hacerlo, pero debes buscar otras manera de dar salida y vivir tus emociones en privado.)
Aprender a vivir en un mundo sin esa persona
La persona que se ha ido ha dejado un vacio. De alguna manera con su muerte, hemos perdido una parte de nuestra identidad que tendremos que reconstruir.
Recuerda que hay tiempo para todo, para sentir y vivir el duelo, pero también para hacer, para ocuparte de las muchas actividades de la vida cotidiana. Aunque sientas que el mundo se ha parado para ti, también es cierto que la vida sigue con sus muchas y quizás nuevas exigencias. Una actitud adecuada sería aquella que busca un cierto equilibrio entre el sentir y el hacer.
Así, hacer el duelo significa también aprender a vivir sólo/a, aprender a tomar decisiones por ti mismo/a, aprender a desempeñar tareas que antes hacía el fallecido, aprender nuevas formas de relación con la familia y amigos, aprender un nuevo sentido del mundo y de uno mismo…
Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.
Nuestro ser querido ha fallecido pero el vínculo que teníamos permanece vivo. Este vínculo será diferente del que manteníamos antes de su muerte y nos permitirá aceptar que podemos sentir bienestar de nuevo.
Llega un momento en que sabes que es necesario soltar el dolor y el pasado. La vida te espera llena de nuevas posibilidades.
No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz, en querer establecer nuevas relaciones…
Esto es lo que escribía una adolescente a su madre 2 años después de perder a su padre: «Existen otras personas a las que amar, y eso, no significa que quiero menos a papá».
Estas tareas son vividas por cada uno de manera muy particular, no hay que seguir un orden ni un tiempo concreto.la manera en la que cada uno supere su duelo es única
Finalizar el duelo no es olvidar…
El dolor no se pasa, solo se aprende a vivir con el, te acostumbras.