El cantante, que edita el confesional ‘Lo que me dé la gana’, lucha por dominar a sus demonios para no ser devorado por su personaje
Ha sido la última gran estrella del pop español. Con 23 años se vio llenando el estadio Vicente Calderón y pabellones por todo el país al frente de El Canto del Loco. Cumplió su sueño y también vivió su pesadilla. De personalidad vulnerable, no encajó bien estar continuamente debajo del foco y no solo de la prensa cultural: sus andanzas fuera del escenario atraían a otro tipo de medios. Fue cuando se vio un Dani Martín a la defensiva. La última etapa de El Canto del Loco fue dura, culminada delante de un juez cuando el grupo denunció a su mánager por apropiación indebida. Martín se arruinó, perdió a su hermana y se lanzó a una incierta carrera en solitario que cumple una década. Hoy, con 43 años, el madrileño vuelve a sonreír. No ha terminado su etapa de redención, pero muchos complejos descansan en la cuneta de lo ya andado.
En su nuevo disco, Lo que me dé la gana, así lo expone. Es un álbum de letras terapéuticas y de músicas eclécticas donde colaboran Alejandro Sanz, Coque Malla o Juanes. Está delgado y relajado. Habla con ese acento madrileño de barrio que nunca le abandonará. Estamos en un hotel del centro de Madrid. “Igual es mejor que nos quitemos la mascarilla y nos distanciemos un poco. Así es más cómodo”, sugiere.
Pregunta. Cobarde, sufridor, inseguro, paranoico, incapaz de disfrutar del momento, miedoso, proclive a la ansiedad… Este es usted y así lo cuenta en sus canciones.
Respuesta. Ese he sido yo en muchos momentos de mi vida, sí. Y sigo trabajando cosas para mejorar. Lo más importante es saber dónde están las averías y trabajarlas. Pero todavía me quedan cosas de esas, sí.
P. ¿Dónde está su problema de base?
R. Es complicado ser sensible en un mundo como en el que vivimos, donde se tiene la necesidad de gustar todo el rato y donde tienes miedo al rechazo. Todo eso te hace ser más sufridor. Y más si te dedicas a lo que me dedico yo.
“Soy una persona que se quiere salvar”
P. ¿Dónde encuentra paz?
R. Cuando estoy componiendo, porque siento que no hay nadie observando ni opinando. Cuando llega el momento en el que me tengo que exponer, me entra el terror. E incluso me boicoteo: pienso que todo va a ir fatal, que no se va a vender el disco… Bueno, la irracionalidad.
P. ¿Cómo se sale de esas sombras?
R. Con psicólogos. Llevo visitándolos toda la vida. Cada vez que me surge un problema voy a terapia y un profesional me da herramientas para superarlo. Si no fuera al psicólogo estaría perdido. Creo que también es una lucha para vivir de verdad, para no vivir en el personaje, enganchado a todo lo que te brinda tener éxito. Soy una persona que se quiere salvar y que quiere ser feliz. Por eso necesito la ayuda de un psicólogo.
P. En el pasado tenía mucha necesidad de reconocimiento por parte de la crítica. Incluso creo que llegó a vetar a periodistas a la hora de hacer entrevistas.
R. No creo que vetase a nadie. Igual preferí que viniese un crítico a otro. Reconozco que he tenido miedo a las críticas. Era muy joven y te duele que se metan contigo, con tu sueño. Pero ahora me importa menos si le gusto a compañeros de la música o a críticos. Es que no depende de mí.
P. ¿Cuándo llega a esa conclusión?
R. No lo recuerdo. Ni siquiera sé si lo he hecho al 100%. Pero sí creo que estoy más pendiente de lo que me apetece hacer, de ser sincero conmigo, y no preguntarme si le gusta a Carlos Tarque, a Iván Ferreiro o a usted. Ya no me preocupa tanto.
P. ¿Por qué cree que se criticó tanto a El Canto del Loco en los medios?
R. Se hizo más crítica hacia la gente que venía a vernos que a lo que ocurría en el escenario. Había como un resentimiento hacia el público. Y creo que ha sido algo que ha sucedido con muchos grupos: Tequila, Los Ronaldos, Hombres G…
P. ¿A usted le da pudor escuchar alguna canción de El Canto del Loco?
R. Ninguno. Me encantan todas. La madre de José, Zapatillas, Besos… De hecho las voy a tocar en la próxima gira.
P. ¿Se siente identificado con ellas, aún con 43 años?
R. Forman parte de mi vida. Estoy orgulloso de ellas. Son canciones tal vez del momento, de una generación y que igual algunas se han podido quedar más ahí. Pero si las pones a las tres de la mañana en un garito, funcionan.
P. El Canto del Loco va a volver ¿no? Como lo hizo Hombres G y tantos otros.
R. Tengo clarísimo que no. Sería dar un paso atrás.https://www.youtube.com/embed/VbQW_0ZGtMQ
P. ¿Se ve con su primo [David Otero, también fundador de El Canto del Loco]?
R. No.
P. ¿Están enfadados?
R. No, todo lo contrario. Estoy encantado con él, le quiero, es mi primo. Pero no tenemos relación.
P. ¿Hace cuánto no habla con él?
R. Unos cuatro meses. Durante la pandemia nos hemos escrito, porque somos familia. No tengo relación con él, pero eso no significa que estemos enfadados. Su madre y mi padre son hermanos. Y, bueno, él quiere saber de sus tíos, igual que yo de los míos. Pero no tenemos relación: somos muy distintos.
P. En su nuevo disco ha compuesto una canción a su hermana [Miriam, que falleció en 2009 con 34 años de un infarto cerebral], la tercera ya, pero esta vez en clave positiva, Cómo me gustaría contarte. ¿Cómo se sale de una situación tan trágica?
R. No sé si se sale, pero se aprende a vivir con una tristeza que se convierte un día en emoción. Con el tiempo llega una Navidad y alguien dice: “Vamos a brindar por Miriam”. Y todo el mundo sonríe. Es cuando empieza una paz y un recuerdo. Y trabajando con psicólogos, y teniendo una madre y un padre generadores de armonía. A veces oyes frases como: “Yo no podría soportar tal o cual cosa”. Pero sí podemos. Mi madre sonríe hoy después de 11 años. Va a clases de teatro. Se ha vuelto a enamorar de la vida. Mi padre se ha jubilado y se ha puesto a restaurar muebles antiguos. Y yo me he permitido dedicar una canción a mi hermana no de lamento, sino con una sonrisa y en paz.
Los Chichos, La Polla Records, Hombres G…
P. Su nuevo disco es, digamos, acaparador, con muchos estilos, sin un concepto unitario.
R. Junto todos los estilos que escuchaba cuando era pequeño: Red Hot Chili Peppers, Hombres G, La Polla Records, el rap español, Los Chichos, Alejandro Sanz… Este disco es eso. Por qué cantaba rumbas con mis amigos y nunca me he atrevido, por qué he rapeado en casa y nunca en disco… Hacer lo que realmente te apetece es maravilloso porque de la otra manera te sientes un artista que está haciendo lo que sabe que más o menos hace bien…
P. Hay dos canciones sobre relaciones: Portales, donde se cuenta el inicio, y Julia, que narra el final. En Portales suplica: “Qué precioso cuento, que no pare aquí”.
R. Me ha costado pasar de la enajenación mental y empezar a vivir lo que es el amor verdadero. Siempre me he enganchado a ese momento tan maravilloso que es el de admirar a alguien todo el rato. Pero he ido dando pasos y entrando en otras habitaciones que no conocía hasta ahora. Mi última relación ha sido con una persona joven que me ha rejuvenecido. Me he encontrado saliendo hasta las tantas y haciendo cosas que hacía tiempo que no vivía.
P. Pero ir buscando siempre esa intensidad es…
R. … agotador. Sí. Pero es mejor que vivir sin esa intensidad y todo el día sintiendo lo mismo. No creo que haya un modelo de vida que se tenga que seguir. Ni creo que me vaya a quedar solo por querer seguir emocionándome. Sí que sería maravilloso disfrutar igual en otros momentos de la relación.
P. “Julia, ¿cómo se ve mi mundo desde tus pies? Si sangras entenderé que cierres la puerta otra vez», canta en Julia.
R. Claro. Es que no es fácil estar a mi lado: aguantar todo el rato que se hable de una persona, que en las conversaciones de después de los conciertos se me esté halagando. No es fácil, no.
Harto de ser Dani Martín
P. ¿Usted se harta a veces de ser Dani Martín?
R. Precisamente he escrito una canción ahora que se titula Me cansé de oír mi nombre. Es verdad. Me fui a Chicago a ver a Green Day y fue increíble. Nadie me conocía y pude besar libremente a la persona con la que estaba, pude ir borracho en el metro… Puedo hacerlo en España, pero me cohíbe. Voy a un restaurante en España y la persona con la que estoy me está contando algo importante de su vida; entonces, entra alguien en escena y me pide una foto con un niño pequeño. Y, de repente, colocas a tu amigo o a tu pareja en un segundo plano para hacerte la foto con este niño. Es otra de las cosas que tengo que trabajar. Tal vez no haya sabido hacerlo por miedo al rechazo de los fans y del público.
P. ¿Sigue sin mánager?
R. Efectivamente, no tengo. Desde hace 11 años.
P. ¿Ha disfrutado los dos años que su último mánager, Carlos Vázquez Tibu,estuvo en la cárcel? [El Canto del Loco puso a su representante una querella criminal por apropiación indebida y deslealtad societaria y el juez le condenó a dos años y tres meses]
R. No. Yo no he querido nunca que Tibu fuera a la cárcel. Creo que querer que alguien vaya a la cárcel es de una persona que no tiene sentimientos. Es una sensación muy fea.
P. Entonces, ¿no se lo merecía?
R. Bueno, el juez dijo que sí. Y supongo que sí. Lo que pasa que yo no soy un tipo que señala a la gente y dice: te jodes, me gusta que estés así. Me hubiera encantado que me hubiese devuelto lo que dice la sentencia que se llevó.
P. ¿Es verdad que se arruinó?
R. Sí, cuando terminó El Canto [año 2010] había un montón de cosas por cobrar y vino una crisis y yo había prestado dinero para que mi padre pudiera seguir con su negocio. Sí, sí. Fue un momento muy, muy duro.
P. ¿Puede definir el término “arruinar” en su caso?
R. “Arruinar” significa que empiezas una carrera en solitario y que en lugar de llenar palacios de los deportes llenas sitios más pequeños, como teatros y tienes unos gastos determinados y en tu banco hay un dinero que se va agotando. Y no tienes dinero para continuar. Te pones a hacer conciertos y conciertos y empiezas a echarle carbón a la locomotora y la cosa empieza a funcionar y a darte la posibilidad de tener la oficina que quieres tener, de mantener los sueldos que quieres tener y de pagar a la gente lo que quieres pagar. Y otra vez vuelven las cosas a poder funcionar como a mí me gusta, que es pagando bien a la gente y haciendo espectáculos buenos.
La charla continúa, ya sin grabadora. Son las ocho de la tarde de un miércoles y el músico tiene todavía trabajo: a las 23.30 debe conectarse a Instagram con sus seguidores. Antes de marcharse desliza: “Cómo me gustaría encontrar una estabilidad”. Martín sigue trabajando en ello…