Cuando ser demasiado autoexigente es un problema


demasiada autoexigencia

¿Eres muy autoexigente y autocrítico?

autoexigencia

En primer lugar enhorabuena. La autoexigencia y la autocrítica son muy importantes para crecer como persona, mejorar, superarse, ser la mejor versión posible de nosotros mismos. Es muy importante saber ver nuestros errores, las cosas que podemos mejorar, y las que no. Aceptar nuestros fallos y aprender de ello. 

Personalmente creo que para ser una persona de éxito es muy importante ser autocrítico y autoexigente: superar nuestras propias marcas, buscar mejorar, evolucionar, llegar a la excelencia. 

La verdadera disciplina no se impone. Sólo puede venir del interior de nosotros mismos. (Dalai Lama)

¿Pero cuál es el problema cuando decimos que somos demasiado autoexigentes?

El problema muchas veces esta en la forma en la que manifestamos nuestra autoexigencia, no en la autoexigencia en sí.

 Para evaluar si nuestra autoexigencia es constructiva o destructiva hemos de prestar atención a cómo nos hablamos, a nuestro diálogo interno. Evaluar cómo se manifesta nuestra autoexigencia, cómo se comunica con nosotros. 

Nuestra autoexigencia ¿ Es como un «mal Jefe» déspota, autoritario, agresivo,.. ? ¿o es un buen líder interior: que señala los errores de forma constructiva, sabe motivar, habla siempre desde el respeto, valorando los éxitos y haciendo propuestas de mejora frente a lo que no sale bien?

A veces la autoexigencia es como un mal Jefe y entonces:

  • Nos hablamos con lenguaje peyorativo, de forma desagradable e incluso violenta.
  • Señalamos solamente los errores de forma exagerada, poniendo en duda todas nuestras capacidades por un error o fracaso. («soy tonto, no hago nada bien, ya me equivoqué otra vez.. no valgo para nada..) Nos olvidamos de que el fracaso es un episodio, no la persona.. y de que los errores forman parte del proceso de aprendizaje.
  • Nos decimos cosas como «Tengo que hacerlo bien», «No puedo fallar», «No te equivoques esta vez».. «Tengo que», «Tengo que..»de forma constante. Resaltamos el «Deber» cumplir con las expectativas. De esta manera en lugar de automotivarnos nos metemos mucha presión, y nos quemamos a nosotros mismos.
  • La expectativas son exageradas: buscamos la perfección, o el no equivocarnos. Un listón siempre demasiado alto.
  • Menospreciamos nuestros logros, los pasamos por alto o los damos por hecho. No les prestamos atención, si hacemos 10 cosas muy bien y comentemos un pequeño error en una, nuestro «mal jefe» interior se centrará en el error y en la crítica destructiva.

Hemos de recordar que nuetra intención en un principio es buena:

La autoexigencia busca la mejora personal, quiere que seamos «los mejores». Pero a veces nos equivocamos en las formas, en querer la «perfección», en el método que usamos para exigirnos, nos ponemos demasiada presión siendo agresivos y enfadándonos con nosotros mismos, acabamos provocando un conflicto interno: nos desmotivamos, baja nuestra autoestima, nos frustramos con nosotros mismos y vivimos en un constante estado de estrés. Nuestra autoexigencia acaba siendo como el sargento Hartman de «la chaqueta metálica» de Kubric

La autoexigencia constructiva: el buen líder interior.

Como hemos comentado, no se trata de más o menos autoexigencia sino de la forma en que se manifiesta. Con qué lenguaje y de qué forma nos exigimos y nos criticamos. Una autoexigencia constructiva será el pilar de nuestra mejora personal, nos guiará a desarrollar nuestro potencial, será un buen lider interior.

Cuando nuestra autoexigencia es un buen lider interior:

  • Nos hablamos desde el cariño y el respeto.  Señalamos nuestros errores y lo que podemos mejorar con respeto («sé que puedo hacerlo mejor», «aprenderé de este error y la próxima vez lo tendré en cuenta», «ésto no se me da bien, he de poner más atención», «hoy no hice lo que tenía previsto, tengo que organizarme mejor y poner más empeño si quiero alcanzar mis objetivos»)
  • Somos objetivos en las valoraciones que hacemos, analizamos la situación concreta, sin generalizar ni exagerar de forma negativa. («La presentación ha ido mal, intentaré que la próxima reunión con este cliente vaya mejor, en general suelen irme bastante bien las presentaciones, he de analizar qué ha pasado esta vez para mejorarlo.», «Me equivoqué porque estaba muy cansado hoy y me costaba mantener la atención, a lo mejor podría haber pedido a alguien que lo revisara por mi antes de entregarlo»)
  • Buscamos automotivarnos sin presionarnos: una buena manera es cambiar los «tengo», «debo», etc. por «quiero», «me gustaría». («Quiero hacerlo lo mejor posible pues significa mucho para mi esta competición», «Me gustaría tener lista la primera parte para el viernes, a ver si me organizo bien para conseguirlo.», «Si practico más horas al día con el violín conseguiré dominar esta escala sin problemas»)
  • Nuestras expectativas son realistas: nos centramos en las metas a corto plazo, con una buena planificación de objetivos. Centrándonos en ir superando escalón por escalón nuestras propias marcas, en lugar de ponernos listones muy altos (o imposibles). Para avanzar es importante plantearnos retos que supongan una cierta dificultad (para que nos motiven y no aburrirnos) pero no demasiada como para desmoralizarnos por verlo demasiado difícil. Un buen líder interior tiene esto último en cuenta. («Como me gusta escribir, y suelo hacerlo en mis ratos libres, voy a presentarme al concurso de relatos cortos de mi ciudad» – en lugar de proponerme como primera meta escribir un libro, por ejemplo- , «La semana pasada salí a correr 15min 3 días a la semana, ésta semana subiré a 20»)
  • Analizamos el error centrándonos en cómo mejorar o qué podemos aprender de él. Una buena autocrítica implica no sólo reconocer los errores sino aprender de ellos: qué podemos sacar del error para mejorar, o qué podemos aprender. («No conseguí acabar a tiempo el informe porque estaba con tres cosas a la vez y con constantes interrupciones. La próxima vez dedicaré las primeras horas del día a lo prioritario, evitando las interrupciones (no miraré el mail ni cogeré el teléfono hasta que acabe) y haré sólo una cosa a la vez.» «Esta receta me salió fatal, está muy seco, creo que el error está en el tiempo de cocción, voy a pedir consejo y lo intentaré de nuevo.» ) Hemos de ser conscientes de que equivocarse es parte del proceso de aprendizaje. «Saber fracasar es aprender cómo ganar» (Carl Sandburg). 
  • Sabemos ver nuestros logros y los valoramos Para sacar lo mejor de nosotros mismos es importante valorar nuestros logros, ver lo que se nos da bien y centrarnos en perfeccionar nuestros propios talentos. Es importante ser objetivos, conocer nuestros límites, nuestras carencias y también nuestras virtudes y talentos. Felicitarnos por el buen trabajo y valorar lo que hemos hecho bien.  A la hora de planificar nuestros objetivos centrarnos en desarrollar nuestras potencialidades y conocer nuestras capacidades.
  • Nos exigimos teniendo en cuenta que necesitamos recargar las pilas, no nos presionamos hasta el agotamiento: es importante exigirnos lo mejor, pero teniendo en cuenta nuestra energía y nuestras necesidades, evidentemente si queremos mejorar en algo hemos de esforzarnos: practicar o estudiar muchas horas por ejemplo, pero sin «forzar la máquina», reservando siempre un tiempo a desconectar y al descanso. No priorizar el esfuerzo por encima de todo, sino dar espacio también al ocio, vida social y familiar, etc. Si queremos avanzar y crecer  debemos cuidarnos en todos los aspectos, encontrar nuestro ritmo adecuado, si forzamos la máquina acaba por romperse y en lugar de avanzar nos quedaremos bloqueados. Si hacemos un símil con el deporte, un buen deportista sabe que sobreentrenar trae problemas y no ayuda en la evolución deportiva, nos podemos acabar lesionando. Todo entrenamiento incluye periodos de descanso y recuperación, y el programa de entrenamiento está adaptado a nuestro nivel en cada momento.
  • Nos centramos en el proceso, no solo en los resultados: No valoramos solamente los resultados sino todo el camino. Se trata de perfeccionar el método, disfrutar y aprender por el camino, valorar el esfuerzo y no sólo los resultados.
  • Nos exigimos desde la motivación: el mensaje de nuestra autoexigencia es positivo, desde la motivación, evitando angustiarnos y presionarnos. Se trata de crecer y mejorar, esforzándonos y a la vez disfrutando del camino. Sin someternos a estrés, por lo que buscamos automotivarnos y centrarnos en lo positivo.

Reeducar a nuestra autoexigencia:

Si notamos que nuestra autoexigencia es como un mal Jefe, nos oprime, nos genera angustia y estrés, podemos analizar los factores a mejorar: reeducar a nuestra voz autoexigente y convertirla en un buen líder interior.

Algunos aspectos que podemos trabajar para ello son:

  • Trabajar un buen estilo de comunicación con nosotros mismos: ser asertivos, hablarnos desde el respeto y el cariño.
  • Saber definir unos buenos objetivos: ser realistas, y  planificar objetivos escalón por escalón. Que cada paso suponga un reto que nos motive, pero que no sea tan grande que nos desmoralice. No podemos ponernos metas inalcanzables o pretender ser perfectos: es importante el autoconocimiento y establecer unas buenas metas, realistas y adecuadas a nuestras capacidades.  Centrarnos en una buena planificación, con objetivos realistas, teniendo en cuenta nuestros recursos. Saber corregir la planificación si es necesario.
  • Respecto a lo anterior es importante definir nuestros objetivos en función de nuestras propias capacidades y recursos, centrandonos en nosotros mismos. No en ideales de perfección.
  • Buscar inspiración y conocimiento en los demás: evitar compararnos peyorativamente, en lugar de eso que las personas que admiramos nos sirvan de inspiración y aprendizaje. No querer «ser como otros», sino aprender del ejemplo de otros para crear nuestro propio camino.
  • Centrarnos en el proceso, no en la meta. Es decir procurar hacerlo lo mejor posible y valorar el esfuerzo y la ejecución, no solamente los resultados que obtengamos. Centrarnos el el proceso de mejora, en optimizar nuestro método.
  • Disfrutar del camino: esforzarnos desde la automotivación, y disfrutar del proceso de aprendizaje y mejora personal.  Vivir en el presente: que tus metas sean tu motivación, y en el camino hacia ellas disfrutes de tu día a día. La práctica de mindfuldness  y la relajación pueden ser útiles.
  • Ser consciente que los errores son parte del camino: no castigarnos por las equivocaciones sino centrarnos en qué puedo aprender de ellas. Ser consciente de que los fallos son parte de cualquier aprendizaje. 
  • Automotivarnos desde el cariño. Animarnos de forma realista resaltando nuestras capacidades. (No vale decirnos elogios exagerados que no nos creemos 😉 

Fuente: https://psicologia-estrategica.com/cuando-ser-muy-autoexigente-es-un-problema/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.