- Debemos hablar con nuestro hijo de todo lo que le preocupa y de cómo se siente. El niño debe sentirse libre para expresar todas sus preocupaciones y sentimientos. Aún y así, no debemos forzarlo si no se siente cómodo en ese momento. Si no quiere hablar, dejarle claro que estamos disponibles cuando él esté preparado para hablar y que puede contar con vosotros en cualquier momento.
- Actuaremos como modelos de comportamiento y mostraremos a nuestro hijo la manera adecuada de afrontar los problemas. Ya que los niños aprenden a actuar y afrontan sus problemas a través de la imitación de las personas que tienen más cercanas, deberemos demostrar nuestros propios sentimientos, mostrarnos con una actitud abierta y comprensiva, para que el niño vea que no se deben ocultar las preocupaciones, sino que debemos hablarlas, igual que hacen sus papás.
- Afrontaremos los problemas que tiene nuestro hijo abiertamente y sin los problemas como algo negativo. Si nuestro hijo sufre ansiedad ante los exámenes y está extremadamente preocupado por los estudios, no debemos tomárnoslo como algo malo, sino como un reto para hacerle frente juntos. Debemos normalizar la situación y sentirnos cómodos para ayudar en todo lo que podamos a nuestro hijo. Así pues, si tiene miedo a alguna situación, debemos animarle a que la afronte. Le daremos ejemplo (mostrando una actitud valiente y optimista), le ayudaremos a que se exponga a la situación (podemos hacerle simulacros de exámenes en casa), lo delimitaremos a medida que veamos que va mejorando su nivel de ansiedad, mostrando comprensión en todo momento, etc. Es muy importante que los padres no adoptemos un rol excesivamente directivo, ya que es necesario que que el niño aprenda a solucionar sus propios problemas y temores, con ayuda, por supuesto, pero que él mismo sea capaz de ser autónomo, ya que recurrir a los padres ante cualquier pequeño problema crea una dependencia que no es beneficiosa para el niño.
- Mostrarle cariño y amor incondicional. La necesidad de aceptación de los padres es realmente un factor muy relevante en los niños en la situación de ansiedad ante los exámenes. Los niños pueden pensar que están obligados a sacar buenas notas para que los padres estén contentos y se sientan orgullosos de ellos. Debemos dejarle claro que le querremos igual, independientemente de la nota que saque. Debemos reforzar positivamente mucho más lo que se refiere al esfuerzo que ha hecho nuestro hijo por estudiar, que al resultado final (la nota del examen). Ya que si reforzamos los resultados exclusivamente, caemos en el problema de que de ello pueda depender la autoestima de nuestro hijo. Creamos sin darnos cuenta, hijos más dependientes y más inseguros. Es necesario elogiar el proceso de aprendizaje, más que el resultado final.
- No ser muy exigentes con nuestro hijo. Muchos padres fijan unas metas muy elevadas y tienen unas expectativas muy altas en los resultados de las notas de sus hijos, que deben ser excelentes. También se encuentran padres que aunque no expresan de forma explícita este interés por unas notas altas, refuerzan al niño de diferente manera en función de los resultados de los exámenes, e inconscientemente, se condiciona y se envía un mensaje al pequeño. Los padres con expectativas altas en los resultados académicos de sus hijos, condicionan al pequeño, que se preocupa por defraudar a sus padres si sus notas no son tan buenas como ellos desean. Si bien es cierto, que hay muchos niños que por ser muy perfeccionistas y por su propio carácter, se fijan metas muy elevadas (sin la necesidad de que sean los padres los que soliciten unas notas altas). Normalmente, estos niños suelen asociar su autoestima a conseguir el mejor resultado en todo y son inseguros. En este caso, los padres debemos disminuir el nivel de exigencia creando una atmósfera de aceptación, fomentando una vida equilibrada (no solo hay cabida a la escuela, nuestro hijo también debe hacer actividades que le diviertan), evitaremos hábitos perfeccionistas (nuestro hijo no puede estar haciendo un trabajo por la noche hasta tarde, hay unos horarios que se deben respetar para que nuestro hijo no se obsesione).
- Ofrecerle apoyo en los estudios. Debemos demostrar que puede contar con nosotros siempre que nuestro hijo lo necesite. Que vea que nosotros estamos preparados para ayudarle en sus tareas y que confíe en nosotros.
- Reforzarle positivamente con elogios cuando está realizando la tarea correctamente y no exigirle que sea rápido en la realización de sus deberes ni que lo haga perfecto. Si se ha esforzado, la nota que nos traiga a casa, debe ser aceptada y elogiada por sus esfuerzos. Si es una nota baja, se le dirá que se ha esforzado mucho y que con el trabajo que ha hecho en casa y todo el estudio que ha ido realizando, estamos muy orgullosos de él. Animarle y decirle que no se preocupe, porque poco a poco irá mejorando.
- No debemos ser excesivamente sobreprotectores. Los niños muy sobreprotegidos suelen tener una autoestima baja. Demos dejar que nuestro hijo se enfrente él solo a sus problemas y así aprenderá estrategias para superarlos. Siempre podrán pedirnos ayuda y si es así, les ayudaremos, pero debemos dejar que sean independientes para que ellos mismos se sientan seguros y capaces. Des esta manera, aumentará su confianza y autoestima.
- Ayudar a nuestro hijo a que experimente y encuentre aptitudes e intereses propios. Reforzaremos y potenciaremos sus capacidades animando a nuestro hijo a que mejorare sus habilidades en las tareas en las que necesita más refuerzo y potenciaremos las actividades y aptitudes que más le gusten y con las que se desenvuelve con más facilidad. Por ejemplo, si nuestro hijo tiene problemas con las matemáticas, ayudaremos a que mejore en la comprensión y realización de los ejercicios, y por otro lado, si es muy habilidoso en las ciencias, le animaremos a que continúe y se interese por conocer más y perfeccione esa asignatura que se le da muy bien y además disfruta con ella. Si hace algo mal, a la hora de la realización de las tareas, se le corrige sin problemas, debemos ser críticos, dentro de una normalidad que vendrá justificada por la la edad que tenga nuestro hijo. En todo caso, debemos corregir sus errores, pero no a él. Lo que ha realizado está mal, pero él no es malo, ni es tonto. Eso debemos dejarlo muy claro,ya que pueden mostrarse sensibles y atribuirse los errores como algo más personal.
- Fomentaremos su autonomía. Es importante para que nuestro hijo adquiera responsabilidades, tanto en el ámbito de la escuela (ayudar a mantener el orden en el aula,…), como en el hogar familiar (hacer su cama, etc.). Se empieza por tareas sencillas como las que hemos descrito, y a medida que vaya avanzando la edad del niño, iremos añadiendo tareas más complejas. Si un niño tiene responsabilidades que recaen exclusivamente en él, o que almenos tiene la libertad de poder hacerlas él mismo sin problemas, sentirá una sensación de autonomía que le ayudará a afrontar con una actitud más activa los nuevos retos que se le planteen, los problemas que surjan y las situaciones que puedan ser más perturbadoras (viéndose capaz de tomar sus propias decisiones).
- Podemos trabajar la relajación con nuestro hijo. Le animamos a que se de un baño con agua caliente, le ponemos música suave, entrenamos juntos la respiración profunda (cerramos los ojos y respiramos profunda y lentamente de forma controlada respetando tiempos para inspirar y expirar el aire), o también podemos practicar yoga con él. El yoga para niños actualmente se está realizando cada vez más y tiene muchos beneficios.
- Dejarle tiempo para que esté solo o que realice las tareas o actividades que a él más le gustan (como leer, pintar, bailar, tocar algún instrumento, patinar, etc.). Es una buena manera de que nuestro hijo, si se siente angustiado, pueda evadirse durante un rato y se relaje él sólo con actividades placenteras.
- Y por último, ayudaremos para fomentar el apoyo social de nuestro hijo con otros niños. Las relaciones sociales del niño con otros niños de su edad son muy relevantes en la infancia. Cuantos más amigos tenga nuestro hijo, más apoyado se sentirá a la hora de tener que superar sus problemas. Podemos apuntar a nuestro hijo a que realice alguna actividad que potencie sus aptitudes y así, desarrollará estrategias para afrontar sus problemas y construirá una buena red de apoyo social.
La ayuda por parte de los padres y de los profesores son los factores más importantes para ayudar al niño a que sea capaz de afrontar en la mejor medida posible su ansiedad ante los exámenes. Consideramos relevante mencionar que muchas veces la dinámica en la escuela y el estilo docente condiciona y refuerzan la ansiedad y el estrés por la obtención de unas notas altas. Por ejemplo, un profesor no debería comparar en clase un alumno excelente con los demás niños diciendo “Qué gran presentación María. Todos tenéis que aprender de María, es una presentación estupenda. Tenemos que intentar hacerla tan bien como ella”. Muchas veces los profesores no son conscientes de la repercusión que tienen sus comentarios. En este caso, están enviando el mensaje de que los demás niños no son tan listos como María y deberían esforzarse para parecerse a ella. Y en el caso de María, se reflejan unas expectativas muy elevadas por parte del profesor, por lo que María se siente que debe estar a ese nivel, no puede bajar la guardia porque lo ha hecho muy bien y el profesor la ha elogiado mucho. Debe seguir trabajando duro, ya que no puede flaquear. Esto conlleva un peso y unas responsabilidades en María para las que no está preparada. Por eso es importante, que tanto padres como profesores, evalúen el trabajo del niño, no por los resultados, sino por el esfuerzo que ha realizado en el camino.