Cómo afrontar el síndrome del “nido vacío”


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Llega un momento en que los hijos se van de casa para tomar su propio rumbo, algunos lo hacen más temprano, mientras que otros tardan en irse. Lo cierto es que para algunos padres, este hecho de desprendimiento se convierte en un difícil momento.

Cuando el nido queda vacío, surge en los padres el sentimiento de soledad, y el mayor tiempo libre que se posee, puede ser vivido con desconsuelo e incertidumbre. A esto se le añade la percepción súbita del paso de los años y la realidad de reencontrase con la pareja como nuevo núcleo de vida. Todos estos factores pueden dejar un vacío físico y motivacional, el cual repercute con más frecuencia en las madres.

No obstante, el hecho de que los hijos se independicen, siempre que sea bajo unas condiciones óptimas, debería ser vivido como un triunfo, puesto que es su realización personal la que está en juego y seguirán siendo los padres el principal apoyo de los hijos en esta nueva etapa de su vida.

Oportunidades de desarrollo personal

Ante la salida de los hijos del hogar, podemos hundirnos en la depresión, o podemos aprovechar lo que nos brinda cada nueva etapa del ciclo vital. Toda crisis se presenta disfrazada de problema, pero si somos capaces de ver un poco más allá de su disfraz, descubrimos que allí se esconden apasionantes oportunidades, tales como:

Tiempo para crecer: El vacío que produce la mudanza de los hijos necesita ser llenado de algún modo. La mediana edad es un tiempo especialmente propicio para el desarrollo de actividades que antes no podían realizarse. Disponer de más tiempo y de más experiencia facilita el encontrar la manera de involucrarse en otras actividades que se disfruten.

Del mismo modo, se cuenta con más tiempo para salir, encontrarse con amigos, estudiar, viajar o hacer aquellas cosas que siempre deseó y no pudo. Es el tiempo de desarrollar los recursos internos postergados hasta este momento y de enriquecer la vida hacia el interior y el exterior.

Tiempo para el reencuentro conyugal: Si las relaciones no se cuidan, dejan de desarrollarse como es debido, y finalmente, pueden morir. Seguramente el apasionado romance juvenil haya pasado. Pero ahora hay algo más sólido: la capacidad de dialogar juntos, de tolerar mejor las diferencias, de reírse de los mutuos errores, de hacer las críticas de un modo amable, de iniciar juntos alguna actividad (salir a correr, tomar algún curso que les interese, etc). Es la ocasión para ser creativos y encontrar nuevos desafíos a la vida matrimonial.

Tiempo para un nuevo rol: Los nietos vienen a llenar nuevamente de bullicio la casa de los abuelos. Disfrutar con ellos, descubrir sus talentos, reír con sus ocurrencias y compartir sus juegos, abre una nueva y hermosa dimensión dentro del ser humano.

En cada persona está la posibilidad de quedarse con las “pérdidas” o con las oportunidades de esta etapa. Disfrutar de la vida implica aceptar los cambios, por dolorosos que sean, y aprender a sacarles provecho.

Fuente: capitalemocional.com, psicorecursos.com.ar

enlace: www.lafamilia.info

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