Andreas Schleicher, creador del informe PISA: «Las leyes educativas en España son casi del siglo XIX»


 

Andreas Schleicher, director de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sostiene que todos los alumnos pueden sacar buenas notas al margen de su talento o de su origen. Sólo hace falta poner altas expectativas en ellos y contratar a buenos profesores. Lo cuenta en un libro, Primera clase, que el padre del Informe PISA presentó ayer de la mano de la Fundación Santillana. Dice que en España se memoriza mucho pero no se aplica lo aprendido y critica la sucesión de leyes en un modelo «casi como del siglo XIX» que «no ha tenido impacto» en las aulas.

¿En qué son buenos y en qué son malos los alumnos españoles, según los datos de PISA?
Hay más personas ahora que terminan el colegio en comparación con el pasado y España ha tenido éxito al reducir las diferencias de calidad entre escuelas. Los alumnos españoles son buenos al reproducir los contenidos de las asignaturas. Pero son menos buenos al aplicar su conocimiento de forma creativa y tener una idea conceptual y profunda de lo que aprenden. El aprendizaje se centra en la memorización, faltan estrategias de pensamiento complejo.
¿Qué nos recomienda?
Hay que enseñar las cosas con mayor profundidad, reforzar el rigor, ser más coherentes y ayudar a los estudiantes a aprender. Tener entornos donde haya menos consumidores pasivos y más contribuyentes activos. El tipo de fortalezas que tiene España al enseñar a los alumnos a aprender muchos contenidos se convierte en algo menos relevante en el siglo XXI. El reto es crear humanos de primera clase, no robots de segunda.
Opina que los planes de estudios dedican mucho espacio a la trigonometría o al cálculo cuando debería emplearse en otras cosas.
No se trata de dedicar menos tiempo a las Matemáticas, pero se hace mucho énfasis en herramientas del pasado. En España quizá se podría reducir el contenido del currículo, que es kilométrico pero no muy profundo. Es importante enseñar a los alumnos más allá de las disciplinas académicas y eso significa que los profesores de distintas asignaturas tienen que aprender a colaborar más entre ellos.
Cuenta en el libro que Polonia subió el nivel y exigió que todos los estudiantes cumpliesen los estándares que antes sólo se pedían a los alumnos de élite. Aquí se ha defendido más aquello de igualar el nivel hacia abajo. ¿Cómo le iría a España elevando el listón?
Se trata de tener expectativas elevadas para todos los alumnos. Los profesores deben saber que todos los estudiantes pueden aprender, no que algunos tienen mucho talento y otros poco. Hay muchos alumnos que sacan buenas notas incluso si los resultados de PISAno son buenos; por tanto, las expectativas son bajas. La mayoría de los estudiantes españoles dice que su éxito en Matemáticas tiene que ver con su talento: «Yo no puedo hacer nada porque no he nacido para ser bueno en Matemáticas». Si haces la misma pregunta a los estudiantes de Singapur, China o Japón, nueve de cada 10 lo relaciona con el esfuerzo: «Si yo estudio mucho, sé que me va a ir bien».
¿Es la Lomce una buena ley?
España se ha centrado mucho en las leyes y ha prestado poca atención al cambio en las prácticas. No creo que las diferentes leyes educativas hayan tenido un impacto real en lo que ocurre las aulas. Las leyes en España son como las regulaciones en una fábrica muy grande: alguien en el Gobierno dice cómo deberían funcionar los colegios y luego los profesores implementan esas prácticas y los alumnos están en las clases para consumir esas lecciones. Es casi como una versión del siglo XIX de la educación. En el siglo XXI, todos los niveles del Gobierno piensan qué pueden hacer para ayudar a que los alumnos aprendan más, sean más responsables o se cree un buen entorno de aprendizaje. Otros países cambian sus leyes cada 15 o 20 años y se centran en cambios de comportamiento, en ofrecer espacios para crecer, en una organización menos industrial y más profesional.
¿Cree que España está madura para una reforma educativa, con un Gobierno en minoría parlamentaria y unos profesores sin ganas?
No creo que tenga otra opción. La economía del mañana es el sistema educativo de hoy. España está invirtiendo una buena cantidad de recursos y se trata de invertirlos dando a los docentes apoyo, oportunidades y desarrollo profesional.
¿Hay que subirles el sueldo?
No. Los docentes españoles están bien pagados, pero su trabajo no es atractivo desde un punto de vista intelectual porque es como el trabajo de una fábrica. Tienen poco tiempo para atender a los alumnos de forma individual fuera de las aulas como ocurre en Japón, no observan las prácticas de otros colegas, ni trabajan de forma colaborativa. Deberíamos pensar en hacer su trabajo más atractivo, creando más oportunidades para que puedan trabajar en equipo, estableciendo la figura del mentor y mejorando sus prácticas. No se trata de poner más dinero, sino de crear un sistema más abierto, que les apoye más.
¿Nos hemos equivocado insistiendo tanto en reducir el tamaño de las aulas?
España ha invertido mucho en las ratios y ha invertido muy poco en apoyar a los profesores. Cuando hay que decidir entre tener una clase más pequeña o un mejor profesor, debemos centrarnos en mejorar la calidad del profesorado. Si no cambiamos las prácticas docentes, tener una clase más pequeña no va a servir de nada.

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