Y nos dieron los 2 y los 3: ¿por qué mi hijo no habla todavía?


desarrollo lenguaje

Muchos papás acuden en este periodo estival a la clínica con la angustia de que su pequeño todavía no habla y va a empezar el cole. Por desgracia, en la mayoría de los casos un verano no es suficiente para conseguir la explosión del lenguaje. Para poder entender esto, debemos valorar en primer lugar la edad cronológica del niño (los años que tiene) y en segundo lugar la edad lingüística (la etapa del lenguaje que sí tiene adquirido).

Voy a explicarlo de manera más sencilla:

El lenguaje se adquiere siguiendo una serie de etapas o hitos del desarrollo. Un niño puede tener 3 años pero puede que ni siquiera señale lo que quiere. Estaríamos hablando de una edad cronológica de 3 años, pero de una lingüística de menos de 12 meses.

Antes de empezar a hablar, un niño ha de cumplir lo que nosotros llamamos prerrequisitos del lenguaje, que no es otra cosa que las etapas previas a hablar: una comunicación no verbal, una atención, un interés por el mundo que le rodea, una comprensión del lenguaje o una imitación de sonidos vocálicos.

El lenguaje es un proceso neurológico que se adquiere, según ya innumerables estudios, en los 6 primeros años de vida. Aprendemos nuestra lengua materna por exposición a ella, de esta manera, oyendo a nuestros semejantes, aprendemos a decir palabras, conjugar verbos, utilizar adecuadamente pronombres, artículos y, sobre todo, aprendemos a comunicarnos con los demás como seres sociables que somos.

Adquirir el lenguaje es lo que nos hace humanos

Ante un retraso del lenguaje, lo primero que debemos hacer es descartar una posible pérdida auditiva. Si existiera dicha pérdida nuestro hijo no estaría escuchando adecuadamente el lenguaje de su alrededor y, por lo tanto, no podría aprenderlo.

Si la pérdida auditiva no es muy severa, los papás pueden tener la sensación de que su hijo no tiene problemas de audición. Sin embargo, el desarrollo fonológico y fonético, es decir, el sonido de las letras, puede verse afectado considerablemente y por lo tanto nuestro hijo no desarrolla un lenguaje adecuadamente.

Si con 18 meses nuestro hijo no presenta un balbuceo y no empieza a decir sus primeras palabritas, es fundamental que acudáis a un otorrino que descarte problemas de audición. No esperéis más tiempo aunque vuestro pediatra o en la guarde os digan que “ya hablará”. Si existiera algún trastorno, la intervención temprana en los 6 primeros años de vida, cuando estamos aprendiendo el lenguaje, es esencial para su pronóstico.

Hoy día ya tenemos muchos más conocimientos para poder detectar a tiempo cualquier trastorno y, si bien algunos niños pueden presentar un retraso simple del lenguaje, otros pueden presentar trastornos más severos como un TEL (trastorno específico del lenguaje), TEA (trastorno del espectro autista ), TDAH (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad) o un trastorno fonológico. Trastornos con una alta incidencia hoy en día. Asesorarse por un especialista del lenguaje a tiempo, un logopeda, puede hacer que vuestro hijo tenga un pronóstico mucho más favorable.

Cuando hablamos de trastornos hablamos de una dificultad que por mucho que intervengamos y mejoremos sigue estando presente, de ahí que debamos aprovechar la plasticidad neuronal en los niños pequeños, para que su cerebrito, si no puede por un camino, encuentre otro a través de la estimulación y el trabajo de un profesional dirigido.

Cuando un niño no habla debemos tener en cuenta una serie de consideraciones para poder ayudarlo desde casa y como papás, nunca como profesionales. Vuestro trabajo debe ser ayudarlos desde la ternura, el juego y la comunicación en la familia.

La adquisición del lenguaje sigue unas etapas que han de desarrollarse. Antes de empezar a hablar tiene que haber esos prerrequisitos instaurados y consolidados. Como bien hemos dicho anteriormente, algunos de esos prerrequisitos son la atención, el contacto visual, el querer compartir sus intereses, el que nos señale demandando algo, la sociabilización con sus iguales, el juego simbólico. Todos esos aspectos son necesarios para empezar a decir sus primeras palabras. Si detectamos que esos aspectos no están presentes a los 18 meses es fundamental acudir a un logopeda.

Antes de empezar a  hablar también notaremos que nuestro hijo entiende mucho pero no dice nada. El lenguaje comprensivo siempre es previo al expresivo por lo que es normal. Si bien, si con 18 meses no balbucea ni dice palabras como mamá, papá o agua, si no imita sonidos, debéis consultar a un especialista.

Una vez adquiridos los prerrequisitos vuestros hijos han de aprender el sonido de las letras o fonemas, y para ello nos apoyamos de las onomatopeyas, es decir, el sonido que hacen las cosas y los animales (mu-vaca; guau guau -perro; chu chu -tren). No podemos nunca pretender que nuestro hijo diga palabras si antes no ha pasado y aprendido esta fase, por lo que vuestro objetivo debe ser ese, a todas horas, todo suena y todo tiene una onomatopeya (aunque nos la inventemos) y con una entonación muy marcada para captar su atención. De esta manera vuestro hijo irá imitando aquello que oye y poco a poco irá diciendo sus primeras palabras que irá combinando poco a poco hasta formar pequeñas frases y después frases más complejas.

Hay que adquirir todas las etapas e hitos del desarrollo, empezad por aquella que veáis que vuestro hijo tiene adquirido e id ascendiendo poco a poco y, sobretodo, ¡divertíos con vuestros hijos porque los pequeñines necesitan aprender jugando!

¡Feliz Semana!

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