Sin duda, nuestros pensamientos influyen en la manera en que nos sentimos acerca del mundo, las otras personas y nosotros mismos. Estos pensamientos están formados por nuestras experiencias, pero sobre todo por la forma en que percibimos e interpretamos esas experiencias.
Para poder comprender mejor nuestros patrones de pensamiento es importante saber cómo funcionan. Imagina que tu mente tiene dos niveles, como una casa: la planta principal es la mente consciente y el sótano es el subconsciente. La parte consciente de nuestra mente es responsable de la lógica, el razonamiento y tus acciones voluntarias, mientras que la parte subconsciente está relacionada con todas las acciones involuntarias como la respiración, los sueños o los latidos del corazón.
Sin embargo, hay acciones que pasan del consciente al subconsciente. Por ejemplo, cuando aprendiste a manejar un auto, tenías que concentrarte y estar atento de cada paso a realizar, hasta que la acción se volvió automática y se hizo menos consciente. De la misma forma hay patrones de pensamiento, ya sean positivos o negativos, que en un inicio son conscientes pero después pasan a formar parte del subconsciente.
Así, cuando un pensamiento negativo aparece en nuestra mente por lo general desencadena una emoción, como la tristeza o la ira, y ésta puede prolongarse hasta convertirse en depresión o ansiedad. Por ello es que la mente consciente debe supervisar los pensamientos que surjan y servir como filtro para aceptarlos o rechazarlos.
Cuestionar lo que pensamos es una herramienta útil para deshacernos de nuestros pensamientos negativos, tales como: «Quiero perder peso, pero es muy difícil». Es común tener un pensamiento como éste, que combina una intención positiva con una duda o un miedo. La primera parte de la afirmación, «Quiero perder peso», es en la que hay que enfocarse. En cambio, la segunda parte del pensamiento, «pero es muy difícil», apoya el miedo y la duda, y esa es la parte que se debe cuestionar y desafiar.
También es importante asegurarse de que lo que deseamos hacer es respaldado y apoyado por pensamientos que desencadenen acciones afirmativas. Sólo tener el deseo de hacer algo, como perder peso, no es suficiente para hacer que suceda.
Existe un método para entender cómo funcionan los pensamientos y transformar los que son negativos en positivos. Este método requiere de disciplina mental en un inicio pero, como manejar un auto, se va haciendo más sencillo con la práctica.
El método “¿Quién lo dice?”
Reconocer
Es necesario reconocer la existencia del pensamiento negativo, incluso si es molesto. No intentes negarlo, esconderlo o evadirlo. Esto te mantiene en el momento presente, lo cual es importante porque te permite centrarte en lo que está ocurriendo en el «ahora», en lugar de estancarte en la emoción que rodea al pensamiento. Hacer esto te ayudará a ponerte en modo observador, en lugar de estar en modo reactivo.
Modo observador
Observar tu pensamiento significa que lo estás escuchando como si fueras un testigo. Esto te permite separarte de tu pensamiento negativo y ser independiente de él. Al hacer esto dejas de reaccionar ante él y te vuelves más consciente de tus emociones.
Modo reactivo
Ser reactivo es lo opuesto a la observación. El modo reactivo significa que estás respondiendo rápidamente a tu pensamiento negativo sin reconocerlo ni observarlo. Cuando estás en este estado de ánimo no puedes separarte de tu pensamiento negativo ni puedes cuestionarlo para averiguar si es real o no. Estás a merced de tu pensamiento negativo y éste te controla generando emociones negativas.
Cuestiona tus pensamientos
Para estar en control de tus pensamientos en todo momento, debes preguntarte cómo llegaron allí. Una vez que lo averigües, serás responsable de lo que quieres hacer al respecto. ¿Es tu pensamiento propio o de alguien más? Incluso podrías descubrir que es un viejo pensamiento que se ha convertido en parte de tus creencias básicas, y ahora es el momento de desafiarlo y dejarlo ir. Para saber cómo llegaron los pensamientos negativos, el método contempla siete preguntas que pueden ayudar:
¿Quién lo dice?
Pregúntate a ti mismo quién afirma el pensamiento. Al responderte: «Estoy diciendo este pensamiento», asumes la responsabilidad y puedes comenzar el proceso de cuestionarlo y examinarlo más de cerca.
¿He oído a alguien decir este pensamiento antes?
Estás descubriendo si este es tu pensamiento original o si te vino a la mente porque lo oíste de alguien más, como un padre, un pariente, un maestro, un cónyuge o un jefe. Al identificar al creador del pensamiento eres capaz de desapegarte de él.
¿Me gusta este pensamiento?
Si no, ¿por qué lo estás pensando?
¿Este pensamiento me hace sentir mejor?
Si no te hace sentir mejor contigo mismo o mejorar tu autoestima de alguna manera, ¿por qué no cambiarlo?
¿Funciona este pensamiento para mí?
Si no funciona, ¿qué pensamiento sí podría funcionar?
¿Estoy en control de este pensamiento?
Al descubrir si este pensamiento negativo ha tenido algún tipo de control o poder sobre ti serás capaz de tomar el control sobre él.
¿Quiero mantener este pensamiento o dejarlo ir?
Para dejar ir el pensamiento negativo es importante ser consciente de que no refleja la realidad sino una percepción temporal de ella.
Si no conoces las respuestas a estas preguntas, entonces aún no conoces el origen de tus pensamientos.