Acostarte con tu hijo hasta que se quede dormido NO es un mal hábito


Antes de que te des cuenta, vivirás con puertas cerradas y toda conversación será acerca de su independencia… ya no necesitarán más tu calor o sentir tu compañía para quedarse dormidos.

Muchas mamás casi todas las noches comenzamos el ritual para dormir, el cual casi siempre empieza con un baño, leer un libro, ir apagando casi todas las luces, arroparlos, poner canciones suaves, abrazar, cargar, besar, contar cuentos hasta terminar por acostarnos con ellos y estar ahí, pegaditos para que puedan dormir.

Queremos que se vayan a dormir temprano, porque hay miles de cosas que todavía nos queda hacer: ver una serie con la pareja, leer, terminar de trabajar, lavar trastes, arreglar mochilas o dormir. Labores que jamás terminan.

Entre las 7 y las 9 de la noche tenemos un tiempo que bien podría considerarse como tiempo muerto, pero para mí, a pesar de las prisas por querer tener todos los demás pendientes listos, es uno de los momentos más íntimos que tengo con mis niños, durante estos momentos hay risas y alegría, o cansancio y llanto, todo depende del día, pero siempre hay te amos, besos y caricias. Hay historias que sucedieron durante el día, hay secretos que nos quieren contar, es un momento de conexión real.

Y aunque acostarme con ellos a veces son 10 minutos, otras son horas, calmo mi desesperación y pienso en que si mis hijos necesitan ese momento, no es por inmaduros, o dependientes, sino porque sus papás somos su cueva de seguridad, su tierra firme, su certeza.

Y eso que no estoy hablando de colecho. Me gusta pensar que lo que hoy hago por ellos, aunque para muchos papás no esté bien, o sea incorrecto, de alguna forma les ayudará en un futuro, los hará sentirse más seguros, sin miedos, sin vacíos y que eso podrán enseñarlo a su vez a sus hijos.

Porque llegará un momento en donde querrán dormir solos, pedirán que cierres la puerta, que les des espacio, que dejes de ser tan empalagosa, y si ahorita podemos ser una manada, para mi es lo mejor.

No trato de convencerte, respeto si no piensas igual, solo quiero compartirte que para mí, este hábito me hace sentir más conectada a ellos, más presente, más segura. Si a esto le añades las horas que pasamos separados por trabajo y escuelas, estas horas se vuelven sagradas, nos aprovechamos.

Cada noche es una menos, y no lo digo de una forma fatalista, pero los niños crecen a la velocidad de la luz y su infancia no se repone, no regresa, no se compensa.

No te desesperes, llegará el día que duermas en tu cama completa, a tus anchas, algún día dormirán sin pedir nada hasta el día siguiente.

Fuente: www.naranxadul.com

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