Hoy en día el miedo es una de las causas de infelicidad más importantes.
No emprendemos proyectos que nos entusiasman, por miedo a fallar, no abrimos nuestro corazón, por miedo a que nos hagan daño, no enseñamos nuestra parte más vulnerable, por miedo a no ser lo suficientemente buenos…
El miedo nos lleva a la inacción, alimenta la desconfianza en uno mismo y nos impide acercarnos a aquello que queremos.
Es común pensar que para enfrentarnos a nuestros miedos se necesita mucho coraje. Efectivamente, sin el uno no existiría el otro, sin embargo quizás necesitemos más confianza en uno mismo y menos coraje del que pensamos para enfrentarnos a aquello que tememos.
A continuación veremos que es lo que desencadena el miedo y cómo hacerle frente.
¿Qué desencadena el miedo?
Las situaciones que activan el miedo son de lo más variadas, sin embargo todas ellas tienen algo en común: siempre comienzan con una proyección, o pensamiento en el futuro, de que algo negativo o no deseado va a ocurrir.
Imaginemos, por ejemplo, que nuestro jefe nos ofrece hacer una presentación para otros departamentos sobre el proyecto que acabamos de realizar. En el proceso de decisión, y asumiendo que el hablar en público no es uno de nuestros puntos fuertes, nuestra mente puede empezar a predecir lo que va a ocurrir y llevarnos a situaciones ficticias como: “van a pensar que el proyecto es una tontería y que no merece su tiempo”, “no voy a saber contestar las preguntas”, “seguro que me pongo super nervioso y me voy a confundir”, “van a pensar que soy tonto”, “me voy a morir de vergüenza”… Y claro, cuando hablamos de morirnos y de no ser lo suficientemente buenos, comenzamos a sentir miedo!
En realidad todavía no ha pasado nada y sin embargo nosotros ya lo estamos sintiendo. Ante el miedo, nuestro cuerpo se pone en alerta, la química de éste cambia, y la sensación física que tenemos es muy parecida a la que sentiríamos si estuviéramos en esa situación, con la gran diferencia de que no lo estamos, y por lo tanto, no podemos dirigir nuestra energía física a crear ningún cambio. No podemos darle salida ya que en ese momento el peligro, o amenaza, no es real.
Este malestar y miedo ante la situación futura nos puede llevar a declinar la oferta de hablar en público, incluso cuando fuera algo que nos gustaría compartir.
Si por el contrario decidimos enfrentarnos al miedo y a la sensación de mal estar que éste provoca, y hacer la presentación, cuando llegue el momento podremos estar nerviosos, pero a la vez veremos la cara de la gente, si está interesada o no, y decidir qué hacer al respecto. La propia situación nos dará lo que necesitamos para poder actuar en consecuencia y al final saldremos de la presentación pensando algo muy parecido a: “bueno, pues tampoco ha sido para tanto!”. Y es que, nunca es para tanto!
En una situación real puede haber nervios, sudores, incomodidad, alivio… pero nunca miedo. Éste solo existe cuando nuestro pensamiento está en el futuro y además no creemos en nuestra capacidad de superar la situación en cuestión o de resolverla con éxito.
Uno de los inconvenientes de predecir el futuro con la información que tenemos en el presente es que dicha información es siempre incompleta y por lo tanto nos puede llevar, y de hecho lo hace con frecuencia, a la inacción.
El futuro contiene incertidumbres y también la información necesaria para despejarlas. Cuántas veces hemos pensado que todo estaba perdido para después descubrir una puerta, o una salida, donde no podríamos haberla imaginado nunca.
Lo que de lejos puede parecer imposible, cuando nos acercamos vemos que no lo es.
¿Cómo podemos hacerle frente al miedo?
1) Siendo conscientes de que todas aquellas situaciones que imaginamos que van a salir mal, no son la realidad, si no una película ficticia que hemos creado dentro de nuestra cabeza y como tal película nosotros elegimos el argumento y el final.
2) Manteniendo nuestra mente en el presente, con técnicas de relajación o meditación.
3) Actuando y avanzando hacia aquello que tenemos miedo. Cuanto más cerca estemos, más conocimiento, y cuanto más conocimiento, menos miedo.
4) Confiando en uno mismo y en el conocimiento de que cuando llegue el momento encontraremos aquello que necesitamos para seguir adelante.