Constatan que la rutina de consumir tabaco acelera la modificación cerebral propia del envejecimiento.
A largo plazo, el hábito de fumar provoca el adelgazamiento acelerado de ciertas regiones de la corteza cerebral. Aunque dejar el tabaco favorece la reversibilidad de estos cambios, este proceso resulta lento e incompleto, según sugiere un reciente trabajo internacional.
Cuanto más tiempo, más delgada
Los autores del estudio investigaron a 244 hombres y 260 mujeres con una edad media de 73 años. En la investigación se incluyeron fumadores, exfumadores y no fumadores. Se utilizaron, entre otros, datos sobre su estado de salud recogidos a partir de entrevistas así como neuroimágenes por resonancia magnética actuales con el objetivo de conocer el estado de su corteza cerebral.
«Hallamos que los fumadores y exfumadores, a la edad de 73 años, presentaban numerosas áreas de la corteza cerebral más delgadas que los individuos que nunca habían fumado», indica Sherif Karama, de la Universidad McGill y autor principal del estudio. Y agrega: «En los sujetos que habían dejado de fumar, parece que la corteza se recuperaba por cada año que no habían consumido tabaco». No obstante, según señalan los investigadores, este proceso de recuperación se antoja lento e incompleto: los exfumadores empedernidos que dejaron de fumar hace más de 25 años presentaban todavía hoy una corteza más delgada.
Si bien la corteza se adelgaza durante el envejecimiento normal, fumar acelera ese proceso, concluye el estudio. «Debe informarse a los fumadores que los cigarrillos pueden adelgazar la corteza cerebral, lo que podría conducir al deterioro cognitivo. Parece que el adelgazamiento cortical persiste muchos años después de que se haya dejado de fumar», afirma Karama.