La depresión es un trastorno mental que padecen más de 350 millones de personas en todo el mundo y cerca de 2,6 millones de españoles y que, como alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye la primera causa global de discapacidad. No en vano, y además de afectar muy negativamente al estado del ánimo –provocando apatía, desesperanza y una pérdida de la autoestima–, la depresión disminuye las capacidades tanto cognitivas como motoras de los pacientes. Sin embargo, el cerebro no se mantiene impasible ante estos síntomas. De hecho, como muestra un estudio dirigido por investigadores del Instituto de Investigación Saban del Hospital Infantil de Los Ángeles (EE.UU.), cambia su estructura anatómica para combatirlos y el cerebro va recuperando a su vez su anatomía ‘normal’.
Como explica Bradley Peterson, co-director de esta investigación publicada en la revista «Molecular Psychiatry», «nuestros resultados sugieren que el engrosamiento de la corteza cerebral es una respuesta compensatoria y neuroplástica que ayuda a reducir la gravedad de los síntomas asociados a la depresión».
Engrosamiento cortical
Para llevar a cabo este estudio de 10 semanas de duración, los autores emplearon pruebas de imagen por resonancia magnética para analizar la anatomía de los cerebros de 41 pacientes con depresión crónica tanto en el momento de su reclutamiento como a la finalización de la investigación. Un análisis anatómico cerebral que, asimismo, fue llevado a cabo en 39 voluntarios sanos al comienzo del estudio –pero no a su conclusión, dado que al no recibir tratamiento no se esperaba que se produjera ningún cambio estructural de sus cerebros.
Los participantes con depresión fueron seleccionados según un criterio totalmente aleatorio para recibir tratamiento con el fármaco ‘duloxetina’ –un inhibidor de la recaptación de la serotonina y la noradrenalina comúnmente empleado en este trastorno mental– o placebo. Y concluidas las 10 semanas de estudio, los resultados mostraron que los pacientes incluidos en el grupo de tratamiento activo, pero no así los que recibieron placebo, experimentaron una mejoría significativa de los síntomas asociados a la depresión.
El engrosamiento de la corteza cerebral es una respuesta para ayudar a reducir la gravedad de los síntomas de la depresiónBradley Peterson
Y esta mejora de la sintomatología, ¿se asoció con algún cambio anatómico a nivel cerebral? Pues sí: el grosor de la corteza cerebral de los pacientes tratados con duloxetina se fue reduciendo progresivamente hasta alcanzar unos valores similares a los de las cortezas de los voluntarios sanos. Un efecto de la medicación que, por el contrario, no se observó en los participantes del grupo placebo, cuyas cortezas cerebrales aumentaron de grosor, si bien muy ligeramente, a lo largo de las 10 semanas de estudio.
Como refiere Bradley Peterson, «los pacientes que no siguen un tratamiento farmacológico tienen cortezas cerebrales gruesas, y cuanto más gruesas son, menor es el número de síntomas que presentan. En este contexto, las terapias con fármacos reducen la gravedad de los síntomas, lo que a su vez disminuye la necesidad de que tenga lugar una compensación biológica a nivel cerebral. Por tanto, la corteza cerebral se vuelve más delgada y alcanza un grosor similar al observado en las cortezas de los voluntarios sanos».
Y por su parte, como indica Ravi Bansal, co-director de la investigación, «nuestros hallazgos sugieren que los pacientes tratados con placebo siguen necesitando una compensación biológica para hacer frente a su sintomatología creciente».
Recuperar la ‘normalidad’
En definitiva, y ante la aparición de la sintomatología de la depresión, el cerebro reacciona modificando su estructura –concretamente, ensanchando su corteza– para tratar de minimizar estos síntomas. Y una vez el paciente recibe tratamiento para combatir la enfermedad, los síntomas van desapareciendo y el cerebro recupera sus ‘proporciones normales’.
Como concluye Ravi Bansal, «si bien nuestro estudio ha sido llevado a cabo con adultos, la metodología empleada puede aplicarse a muchas otras poblaciones, tanto en niños como en adultos. Además, nuestras observaciones de la neuroplasticidad ofrecen nuevas dianas biológicas para el tratamiento de los pacientes con trastornos neuropsiquiátricos».