La enfermera Izaskun Andonegi, experta en la materia, ofrece algunas claves para sobrellevar el peso de la ausencia de personas en unas fiestas que invitan a la alegría y la felicidad.
En algunas familias, estas Navidades habrá una silla vacía: la de ese ser querido que ya no está. Y, en algunos casos, que acaba de dejarnos. ¿Cómo sobrellevar una situación de ese tipo en unas fechas supuestamente llenas de alegría, felicidad y recuerdos entrañables? La enfermera Izaskun Andonegi, fundadora del servicio de apoyo al duelo Bidegin, aporta algunas claves.
«Estas fechas invitan al encuentro, a estar en familia, a hacer balance del año e incluso a plantearse objetivos para el siguiente», explica. «Pero si este año ha fallecido alguien cercano muy importante para ti o si arrastras un dolor muy grande de otros años es como una gran contradicción. Por un lado están todos los estímulos que percibimos en la calle, y por otro esa nostalgia, esa ausencia. Las personas que estamos en duelo, porque este año me toca a mí, echamos de menos a nuestro ser querido en el día a día, pero estas fechas tienen una connotación emocional, son señaladas. Además, nos recuerdan a otras Navidades compartidas. Para quien está en duelo, es tiempo de incomprensión y contradicción».
«¿Pero qué tengo que celebrar?», se preguntan.
Es un comentario que me hacen; o que eso de ‘feliz año’ les duele mucho, porque no están ahí en ese momento. Se siente una mezcla de emociones acumuladas, es natural, y las personas en duelo pueden entrar en conflicto con ellas mismas e incluso con miembros de la familia, porque tienen que tomar decisiones respecto a estas fechas.
¿Qué consejos da para estas fechas? ¿Ayuda huir de la Navidad?
La sugerencia es la misma que para cualquier día: la mejor manera de acompañar a alguien en duelo es estando a su lado. Y respetar lo que la persona va a necesitar en ese momento. Al principio, la reacción más habitual es la de la necesidad de protegerte del dolor porque es demasiada la ausencia, el recuerdo, por lo que hay personas que van a borrar la Navidad. Pasar la Nochebuena o ese día de Navidad como una jornada normal. Hace poco una persona me decía que con una tortilla y una sopa ya le bastaba, que quería estar sola y que si su hermana quisiera estar con ella, pues que fuera. Necesita que sea así. Pero no es solo la Nochebuena, sino también la Navidad, Santo Tomás, los coros cantando, las cuadrillas en la calle, los villancicos, ir de compras… Hay una necesidad de distraerse de eso, de que no vaya a celebrarse nunca más. En cambio, hay otras personas que mantienen todo exactamente como antes, como si nada hubiera ocurrido. Me pongo la máscara del duelo para hacerme el fuerte y no amargar la fiesta a nadie. O también pasa que miembros de la familia digan ‘oye, controla, no vayas a estropear la noche’. Y está el hombre, la mujer o el chaval en el baño llorando o comiéndose los cigarrillos en el balcón. Se crea un muro de silencio, cada uno con su dolor: todos saben que falta ese ser querido, pero nadie lo menciona y esto también es algo muy duro. Huir de la situación no lo resuelve, necesitamos expresar lo que sentimos.
Entonces, ¿qué hacemos?
Depende de cada persona, en el momento en el que está, y también depende mucho de su familia, de los apoyos con los que cuente, porque ese contexto va a agudizar o no el dolor que tengamos. Hay familias en las que no se puede hablar porque no ha habido hábito, ninguna educación emocional de comentar lo que uno siente, y eso supone un sufrimiento. Mi sugerencia es intentar construir una Navidad a la medida de lo que la persona necesite. Evidentemente, nada va a ser igual, pero manten eso que te ayuda y elimina lo que no. La mejor manera es comunicarlo, juntarte con personas de referencia y expresar cómo estás. Y si a ti, que estás en duelo, no te sale, que los allegados te pregunten con interés genuino. Esto es muy importante. También recomiendo tomar la iniciativa en temas muy prácticos: por ejemplo, cuestiones como las comidas, los regalos, quizás cambiar el espacio yendo a otro lugar… Hay que respetar lo que la persona en duelo esté diciéndote estando a su lado. Por ejemplo, alguien puede transmitir que no está ni para regalos ni para ir a casa de no sé quién. Pues el otro puede proponer otras opciones.
«No aislarse»
¿Volverá la Navidad a ser como la de antes?
Algunas familias se separan por estas fechas, y puede que esa persona se quede en casa con una hermana o una amiga, algo que no hay que dramatizar. No hay que tener miedo a que esto vaya a ser así permanentemente. Esta Navidad puede ser así, no quiere ‘entrar’, pero eso no significa que la siguiente vaya a ser igual. Es muy importante que los miembros de la familia tengan esto en cuenta porque a veces nos asustamos y no sabemos ayudarles.
La manera de que esta situación no se enquiste es no aislarse; el aislamiento va a cronificar el estado de duelo. En familias donde hay buena conexión hay que juntarse con gente que te cuida y te quiere, con los que te quedan alrededor. Se trata de juntarse y ‘celebrar’ esto, el que estamos los que quedamos a pesar de ese dolor que compartimos. Y esta ‘celebración’ no es contradictoria a sentir dolor.
¿No hay que sentirse culpable?
Hay personas que creen que si hacen esto no sienten dolor. Parece que si no nos dolemos, nos alejamos de ese ser querido. Porque llega un momento en el que sientes que ya no es el primer pensamiento con el que te levantas, piensas ‘cómo me he podido olvidar’, pero no es que lo hayas olvidado: cada vez está más presente en tu vida y lo vas integrando en tu día a día. Hay un mito social de que si no lloro al ser querido, me alejo. Y lo que descubrimos al final del duelo es que recordándole también desde ese recuerdo más agradecido, más vivido, lo llevamos con nosotros. No por dejar de llorarles no estamos con ellos. Por eso no es contradictorio celebrar con quien te queda; y no por aislarnos y sentir el dolor en soledad vamos a estar mejor; y no porque lloremos vamos a estropear la fiesta a nadie. Realmente, lo que ocurre es que estamos en duelo, y tenemos derecho, por decirlo de alguna manera, de expresar lo que vivimos sin tener que esforzarnos, disimular, ni escondernos.
¿Qué le parecen gestos como, por ejemplo, hacer un brindis por ese familiar que ya no está?
Es saludable compartir lo que necesitamos, permitir a la persona que exprese lo que vive y buscar crear ese espacio acotado en el tiempo. Por ejemplo, un brindis; o que alguien encienda una vela y diga ‘aquí está el aitona, zuregatik’… Es un momento en el que nos vamos a emocionar juntos los que estamos, sin tener que terminar aislados, en silencio y sufriendo más de lo que ya duele. Hacerlo de forma compartida va a aligerar el dolor en esos momentos.
¿Cómo viven los niños todas estas situaciones?
Muchos me dicen: ‘no puedo quitarle la Navidad a los niños’. No digo que no expresemos lo que sintamos, pero si hay ese desgarro que a veces ocurre de abrirnos en canal, es mejor que te retires al baño, a la habitación o salgas a correr antes para que puedas aligerarte antes de estar con los niños. Pero ellos solo son bajitos, no tontos, y están en duelo igual que tú, van a echar de menos al aita o al aitona igual que tú. Los niños se miran en los ojos de los adultos, y lo que les intranquiliza cuando están en duelo es el silencio. Si haces partícipe a tus hijos, les damos la oportunidad de hacer algo por ese ser querido que no está, los niños entran muy fácil, no tienen miedo. Hace poco me contaban un caso, el de hacer una estrella para ponerla en lo alto del árbol por ese ser querido que no está, y el niño cuando se lo comentaron se emocionó y se puso a buscar la cartulina y de todo para confeccionar la estrella más bonita. Nos emocionamos juntos, y haciendo esto les estamos educando en la vivencia emocional. Cuando estamos en duelo por un tiempo vamos a estar tristes porque echamos de menos a un ser querido. Eso el chaval lo comparte y lo entiende, y cuando sea adulto lo podrá vivir de forma mucho más natural sin tener que estar aislándose. Es el silencio lo que le va a intranquilizar.