El trabajo traza el paisaje de la corteza cerebral, la capa más externa del cerebro e involucrada en la percepción sensorial y la atención, así como en las funciones que distinguen a los humanos, como son el lenguaje, el uso de herramientas y el pensamiento abstracto.
Para ello, los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington (en St. Louis) se han basado en los datos y métodos generados por el Proyecto Conectoma Humano, un estudio multimillonario de cinco años de duración dirigido por David Van Essen, en el que participan la Universidad de Minnesota y la Universidad de Oxford y que está financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH), que trata de determinar el mapa completo de conexiones del cerebro. Se sirve de una potente máquina de resonancia magnética creada ad hoc para mapear el cerebro de 1.200 adultos.
Los autores de este nuevo trabajo reunieron los datos de 210 adultos jóvenes de ambos sexos y combinaron la medida del grosor del córtex y la cantidad de aislamiento en torno a los cables neuronales con imágenes por resonancia magnética del cerebro en reposo y realizando tareas simples como escuchar una historia. El trabajo divide los dos hemisferios en 180 áreas basadas en diferencias físicas (como el grosor del córtex), diferencias funcionales (como las áreas que responden a estímulos lingüísticos) y diferencias en las conexiones de las áreas.
El primer trazado de la corteza humana lo realizó en la primera década del siglo XX el neuroanatomista alemán Korbinian Brodmann. Identificó 50 regiones, incluyendo áreas que más tarde se demostró que tenían que ver con el procesamiento visual, el sensorial y el lenguaje. Mucho ha llovido desde entonces y era necesario un mapa mucho más detallado.
«Aunque hemos llegado a 180 áreas en cada hemisferio, esperamos que no sea el número final«, comenta Mateo Glasser, uno de los autores principales. «Hemos identificado parcelas de la corteza que probablemente se puedan subdividir, pero no podemos establecer los límites con seguridad con los actuales datos y técnicas. En el futuro, con mejores métodos se podrá subdividir esa área. Nos centramos en las fronteras que estamos seguros que superarán la prueba del tiempo».
Algunas áreas están implicadas en tareas especiales, como la 55b, que se activa cuando una persona escucha una historia. Otras contienen un mapa del campo de visión o están involucradas en el control del movimiento. Es probable que la mayoría de las zonas nunca sea identificada con una sola función porque no se limitan a una tarea, sino que coordinan la información de muchas señales diferentes.
Los investigadores han desarrollado también un software que detecta automáticamente la huella digital de cada una de esas áreas en los escáneres cerebrales de un individuo.
Unos buenos mapas individuales del cerebro pueden ser muy útiles para los investigadores que estudian trastornos mentales como la esquizofrenia, el autismo, la demencia o la epilepsia. Así, diferentes tipos de demencia se caracterizan por la degeneración en diferentes áreas del cerebro. Los médicos podrían usar los mapas individuales para personalizar los tratamientos, basados en las áreas afectadas, o monitorizar la respuesta al tratamiento; comparar el cerebro de los pacientes enfermos con otros sanos; e, incluso, acelerar el descrifrado del funcionamiento del cerebro y aclarar qué nos hace únicos como especie.