El doctor Gabriel Heras es creador del proyecto ‘Humanizando Cuidados Intensivos’.
¿Es posible hacer las Unidades de Cuidados Intensivos más amables y centradas en las personas? Gabriel Heras está convencido que sí y es por eso que inició el proyecto ‘Humanizando Cuidados intensivos’, un proyecto nacido hace dos años con el objetivo de «humanizar» estas unidades que conoce bien porque es el área donde trabaja como médico. Según él, se trata de tener una visión integral de la situación actual de las UCIs para mejorar la atención en tres líneas: los pacientes, las familias y los profesionales. Conversamos con él justo antes del inicio de las II Jornadas de Humanización de Cuidados Intensivos, que se celebraron la semana pasada en Barcelona.
Eres impulsor del proyecto ‘Humanizando Cuidados Intensivos’. ¿Cómo y por qué surge el proyecto?
El proyecto comienza en febrero de 2014 después de un tiempo de reflexión personal, de pararme y pensar cómo estábamos haciendo las cosas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) respecto de lo que pensábamos que podía ser. Trabajamos en un lugar que va muy rápido, te incrustas en el sistema y no sabes si es realmente el sistema que quieres. Por eso paré y dejé de trabajar. Incluso pensé en dejar la medicina y dedicarme a otra cosa pero luego también pensé que si quería cambiar las cosas tenía que hacerlo desde dentro.
¿Fue a partir de alguna experiencia en particular?
En ese momento mi padre fue diagnosticado de un cáncer y yo era «su médico», la acompañaba a todas las pruebas, etc. Aparte también había cambiado de trabajo y estaba en una UCI donde había mucha carga de trabajo, estrés laboral y donde no se cuidaba al personal. A partir de ahí decidí pensar cómo debería ser una UCI ideal, para los pacientes pero también para los familiares y los profesionales. El sistema que no cuida el cuidador se va a pique también.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de «situar al paciente en el centro del sistema»?
La medicina históricamente ha estado centrada en la figura del médico, entonces lo que plantea y lo que se ha planteado con la tecnología en información, la conexión en redes, el trabajo colaborativo, es que el paciente debe estar en el centro del sistema y tiene algo que decir. Además tiene el acceso a la información, que eso también puede ser peligroso, porque en Google hay información y hay esperanza y a veces tenemos que decir: «Cuidado con lo que buscas, que hay cosas que no son realmente ciertas». Antes el empoderado era el médico y ahora es el paciente pero deben serlo todos, la medicina debe estar centrada en las personas.
¿Qué debe cambiar del día a día en una UCI?
Después de hablar con mucha gente hemos detectado diversas acciones de mejora. Por un lado se puede mejorar la comunicación y flexibilizar los horarios de visita; no puede ser que las UCIs sean un lugar cerrado donde la gente sólo puede hablar por teléfono con su familiar o tiene media hora de visita. Nos interesa también mucho el cuidado del profesional y prevenir el desgaste, el burnout, y eso hay que hacerlo visible. Después hay que mejorar la arquitectura y la estructura, hacer unidades más amables. Por ejemplo, hay gente que nos dice: «No puedo individualizar si no tengo un box individual». Y esto hay que decirlo a las consejerías de sanidad, el diseño no es sólo derribar un edificio puede ser también poner un biombo. Después también se puede prevenir el síndrome post cuidados intensivos, las secuelas psicológicas y físicas. No se trata sólo de que el paciente sobreviva, sino también que vuelva a su calidad de vida. También se pueden implementar otras medidas, cosas intangibles, como la música. Hay unidades en España que ya están metiendo musicoterapeutas y hay países como Venezuela, Colombia o Francia donde ya se hace. Otra acción es integrar los psicólogos dentro de las UCIs.
¿Actualmente no hay?
No. Cuando un paciente tiene un delirio o cualquier otra patología psiquiátrica se pone mediación para mejorar el cuadro pero que los psicólogos y los rehabilitadores estén integrados en las unidades como plantilla esto no está. Si cuidamos el aspecto emocional de los pacientes y las familias la gente se recupera antes, eso lo dice el sentido común. También es fundamental naturalizar el proceso de morir, porque de la muerte en este país no se habla. Al igual que planificamos bodas, viajes, bautizos, eso es importante. Hablar de la muerte ayuda a la persona que está en este trance pero también al resto de la gente que se queda. La experiencia de duelo es mucho menos traumática si se ha podido hablar de los deseos que tenían los pacientes o por ejemplo si uno tenía voluntades anticipadas de ser donante de órganos o no. Y eso es mejor pensarlo cuando uno está bien y tiene todas las capacidades intactas que pensarlo en una situación de estrés porque ingresar en una UCI es algo repentino que te cambia la vida en un momento y cuando haces este cambio es difícil pensar según qué cosas.
¿Cuáles son las principales causas del desgaste de un profesional en la UCI?
Estamos en contacto directo con el sufrimiento de la gente y eso día tras día, a menudo con experiencias emocionales, como por ejemplo cuando ingresa un paciente de tu edad o alguien con quien conectas. Hay que protegerse, saber ponerse en la piel del otro pero sin llevárselo a la mochila, que es lo que solemos hacer todos.
En este sentido, ¿hay suficiente apoyo a los profesionales, a nivel psicológico?
No, de hecho, cuando reivindicamos la presencia de los psicólogos en estas unidades no lo hacemos sólo pensando en los pacientes o los familiares, también para los profesionales. Con el burnout lo primero que hay que hacer es hacerlo visible y antes de llegar a un desgaste absoluto hacer algo porque al final alguien coge una baja. Los profesionales sanitarios somos gente con una vocación bastante arraigada y nos encanta nuestro trabajo porque si no no hay quien lo aguante. Si cuidas el profesional esto hará que sea más productivo.
¿Es posible encajar este modelo en el sistema público?
Uno de los grandes logros del proyecto ha sido precisamente hacer sensible esta necesidad a las autoridades sanitarias. Y en el último año y medio hay dos comunidades autónomas, la de Madrid y la de Castilla la Mancha, que han creado direcciones generales de atención al paciente y humanización de la asistencia dentro de sus consejerías de sanidad y estoy absolutamente seguro que esto se va a mimetizar en todas las consejerías. En la de Madrid la consejería se puso en contacto con nosotros para que elaboráramos el Plan de Humanización para las UCIs de la Comunidad de Madrid pero pusimos como requisito que fuera exportable y reproducible en cualquier parte del mundo. El paquete de medidas tiene unos 80 objetivos / acciones de mejora e iniciativas, y de éstas, prácticamente el 65% son gratis. ¿Esto qué quiere decir? Que depende sobre todo de la actitud del profesional. Por supuesto, si por ejemplo, hay que hacer obras en la unidad hay que invertir. Entonces, es muy difícil pero no es imposible. Lo que planteamos es un cambio de paradigma, la humanización de la sanidad es un movimiento que hace pensar a la gente.
Cuando comienza el proyecto, ¿te fijas en experiencias de otros países?
No hay. Lo que yo hice fue revisar la literatura y todas las personas que en España estaban haciendo cosas que generaban cambio en este sentido. Uno estaba centrado en los horarios de visita, otro en el burnout, otros eran expertos en cuidados paliativos…y no nos conocíamos. Así que me puse en contacto con ellos y agrupamos estas líneas de cambio. Enseguida conectamos e hicimos un grupo de investigación para demostrar científicamente que todas estas acciones de cambio permiten medir el impacto, el cambio, la satisfacción del usuario, cómo disminuye el estrés…El primer estudio que hemos encargado es sobre las demandas de información que tienen las familias de los pacientes de las UCIs. Y en este estudio se han generado más de 80.000 preguntas y han colaborado 67 UCIs de toda España. Con todo, nuestro proyecto no es sólo humanizar las UCIs, es humanizar la sanidad entera.
¿Cuál es la hipótesis?
La hipótesis es que si nosotros, que trabajamos en el lugar más especializado del hospital, donde todo es tecnología -que está bien porque gracias a ello se han reducido las cifras de mortalidad de una forma espectacular- esto puede ser mimetizado en otras áreas. En España la gente sigue entendiendo las UCIs como un lugar donde la gente va a morir y eso es falso. El 90% de los pacientes sobrevive pero esto no es suficiente, se puede tratar mejor a la gente.
Antes hablabas de morir dignamente. ¿Cómo se debe avanzar en este sentido?
El momento en que para la medicina intensiva un paciente en situación terminal el objetivo sea que tenga una buena muerte habremos avanzado mucho porque muchas veces a los pacientes que están en una situación terminal no se les ingresa. Mucha gente no muere bien, muere en una planta, solo o sin la medicación suficiente. Para morirse, la UCI no es el mejor lugar del mundo y hay una encuesta reciente que dice que el 50% de los médicos nunca se morirían en un hospital.
Fuente: www.eldiario.es