Con tres años y medio, al comenzar con el aprendizaje de la lectura y la escritura, José Ignacio empezó a mostrar graves problemas para identificar las letras y los números de forma individual. Confundía las letras entre ellas y algunos números los escribía al revés. Por ejemplo al escribir el número 3 en lugar de iniciar el trazo desde la parte superior a la parte inferior, lo hacía al contrario y, en ocasiones, invertía tanto el trazo como el símbolo y escribía una E. «A los tres años, cuando los niños normalmente empiezan a aprender a leer identificando las letras con la inicial de un dibujo, yo no era capaz de identificar cada letra y cuando mis padres me ayudaban tratando de hacerme relacionar una letra (como la ‘i’) con un dibujo (el de una iglesia), yo mostraba muchos problemas y me equivocaba diciendo ‘la o’, o ‘la u’, y mis padres pensaban que estaba bromeando», afirma José Ignacio Hita , quien reconoce que la dislexia supuso un gran problema en su aprendizaje inicial del lenguaje escrito.
Según los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del informe que publico el REDIEE un 10 % de niños en edad escolar tiene dislexia. Según Eurostat el fracaso escolar en España ronda el 21,9% (duplica la media de la UE). De los niños que abandonan la escuela, el 40% tiene dislexia, asegura Gloriana Hernanz, de la Asociación Madrid Con Dislexia. Se calcula que en España afecta a alrededor de 4.7 millones de personas (más del 10% de la población).
La dislexia es un problema neurológico que se traduce en una forma diferente de aprender por parte del disléxico. «Es el trastorno de neurodesarrollo más común, se manifiesta en el aprendizaje de la lecto-escritura y presenta dificultades en el proceso lector, en la escritura y la ortografía», señala la psicóloga Estefanía Egea.
Se calcula que en España afecta a alrededor de 4.7 millones de personas (más del 10% de la población)
Pero la dislexia no es una enfermedad y por lo tanto no se cura. Es un trastorno crónico, es decir, «permanece durante toda la vida, aunque ello no debe ser motivo de alarma –advierte Egea-, ya que la forma en la que se expresa la dislexia será muy distinta conforme avance el desarrollo evolutivo de la persona».
Lo más importante es que se realice una detección temprana, subraya. «Cuanto antes ofrezcamos las herramientas necesarias para ayudar a los niños a adaptarse al proceso de aprendizaje mayores probabilidades de que optimicen sus recursos mentales y puedan desarrollar una vida plena».
José Ignacio apenas recuerda lo que supuso ser disléxico de pequeño. «Nunca he sido consciente de haber sido disléxico dado que me diagnosticaron y trataron el problema de forma muy temprana y desarrollé mecanismos para superar los problemas derivados de la dislexia. Antes de los cuatro años ya había estado trabajando en superarla y a los seis meses de tratamiento ya tenía un aprendizaje similar al del resto de niños». A pesar de ello, reconoce, siempre «he tenido alguna reminiscencia cuando tecleo deprisa o la hora de leer, puesto que no tengo mucha velocidad de lectura, pero siempre trato de esforzarme para que ello no me influya negativamente. Al contrario, trato de sacarle partido, por ejemplo al tener una lectura más lenta, me fijo más en los detalles y corrijo errores».
Peor recuerdo tiene Gloriana de la dislexia de su hija. «Las dificultades de mi hija pasaron por diferentes etapas: en un principio no recordaba el nombre de sus compañeros, no sabía atarse los cordones de los zapatos o los botones, tardó mucho en hablar y cuando lo hizo su vocabulario era muy pobre. Posteriormente, cuando tuvo que aprender a leer lo hizo mucho más tarde que sus compañeros, su velocidad, ritmo y entonación estaban por debajo de los niveles propios de su edad. Su lectura era en espejo, de derecha a izquierda; leía el principio de la palabra y se inventaba el final; juntaba palabras, frases. Ello hacía que, dentro de un sistema educativo basado primordialmente en la lectoescritura, mi hija llevara un retraso importante con respecto a sus compañeros puesto que todas estas dificultades conllevaban una deficiente comprensión lectora».
En el caso de su hija sí observaron que la memoria a corto plazo así como las funciones ejecutivas estaban afectadas. «Aprenderse los días de la semana, los meses o estaciones resultaba misión imposible», recuerda. «Tenía disgrafía y disortografía, que hacía que fuese muy difícil entender su escritura». Y además, «también tenía discalculia, no conseguía aprenderse las tablas de multiplicar, operar correctamente y su poca comprensión lectora dificultaba muchísimo la comprensión de los enunciados de los problemas».
Explica la psicóloga Estefanía Egea que la dislexia se presenta en las primeras etapas evolutivas. «A medida que el cerebro se va desarrollando, alguno de los módulos independientes que lo conforman sufre una alteración, impidiendo que la estructura neuronal implicada en el procesamiento del lenguaje responda normalmente».
Pero no tiene nada que ver con la inteligencia. «Las personas con dislexia no son menos inteligentes, simplemente tienen una disfunción estructural en una determinada red nerviosa, en un determinado módulo independiente, que les impide procesar la información y acceder a ella normalmente. Este déficit en las conexiones neuronales que procesan el lenguaje afecta sistemáticamente al aprendizaje porque dificulta la lectura, escritura y en general, la decodificación fluida de cualquier símbolo».
El problema, apunta por su parte José Ignacio, es que el sistema educativo actual basa sus resultados principalmente en los exámenes escritos y la forma de aprendizaje en la lectura de libros de texto, por lo que es complicado para un disléxico adaptarse cuando el principal problema radica precisamente en la lectura y en la escritura. Sin embargo, «no hay una relación directa, puesto que hay muchos casos de personas con dislexia que competimos en un mercado laboral muy exigente sin que nadie note nuestra condición. Dado que la dislexia nunca se cura realmente, podríamos pensar que un disléxico no podría desarrollar una carrera profesional de éxito si ésta afectase de forma drástica a la inteligencia, y aquí estoy yo para contradecirlo». [José Ignacio es ingeniero informática carrera que terminó con sobresaliente de nota media y actualmente es un profesional en su sector con más de diez años de experiencia en la programación web].
Fracaso escolar, estrés, bajo autoestima
La dislexia no está relacionada con la inteligencia, confirma Egea,deCogniFit, pero en cambio, si está relacionada con el índice de fracaso escolar, desempleo, estrés y baja autoestima. «Hay estudios que afirman que la dislexia es una patología bastante común entre los delincuentes, los porcentajes de prevalencia varían dependiendo de la investigación, pero se determina que alrededor del 30%-48% de los presos padece dislexia». Si echamos un vistazo a nuestra historia, observamos que muchos de los científicos como Albert Einstein, Thomas Edison, artistas como Leonardo Da Vinci o Walt Disney, o empresarios como Steve Jobs han sido disléxicos.
Por eso la importancia de su detección precoz. Al contrario que el caso de José Ignacio que se detectó y se corrigió a tiempo, muchas personas disléxicas nunca han sido detectadas porque en realidad hay un gran desconocimiento de esta condición. «Al igual que yo en un principio –afirma Gloriana-, la mayoría de las personas piensa que es simplemente confundir la ‘b’ y la ‘d’ y leer algo lento».
El sistema de educación actual conduce a muchas personas con dislexia a creerse menos válidos que el resto, peores estudiantes y menos inteligentes
Y el problema en España es apenas existen estrategias en la identificación de esta personas línea. El sistema de educación actual, afirma Egea, conduce a muchas personas con dislexia a creerse menos válidos que el resto, peores estudiantes y menos inteligentes. Cuando, como ya hemos visto, la dislexia no está asociada en ningún momento al nivel de inteligencia. Las personas capaces sobreponerse a sus dificultades y desarrollar estrategias de pensamiento alternativas pueden convertirse en mentes brillantes. En un sistema educativo sensible a la dislexia, señala la presidenta de la Asociación Madrid con Dislexia, estos niños no tendrían ningún problema. «La prueba está en que cuando terminan el colegio, son capaces de hacer cualquier cosa, como mi hija».
Además, añade por su lado la psicóloga de CogniFit, las ayudas precoces permiten evitar la aparición de un cuadro de trastornos emocionales. «Es importante proporcionar estrategias a las personas disléxicas no solo en el área escolar, sino también en otras áreas de su vida, familiar, social e incluso laboral. Para que aprendan a relacionarse y manejarse en su entorno con seguridad».
Lo recomendable es que si la persona adulta sospecha de ello, acuda a un profesional y que este pueda realizarle unas pruebas diagnósticas, detectar aquellas dificultades que siguen estando presentes y compensarlas mediante entrenamientos específicos para mejorar las habilidades cognitivas implicadas. De lo contrario, la persona puede verse afectada a nivel cognitivo, mediante falta de concentración, problemas en la memoria de trabajo o memoria a corto plazo, velocidad de procesamiento y otras habilidades imprescindibles para el día a día.
En este sentido, Gloriana cree fundamental que todas las personas que por su trabajo puedan estar en contacto con la dislexia (Maestros, médicos, profesores, monitores, etc.) deben tener una formación. «Insistimos en que es fundamental la detección precoz y la intervención temprana, pero no menos importante es la formación de los profesores, saber qué es la dislexia y cómo adecuar dentro del aula es vital para estos niños».
Y por último, peno ni mucho menos importante, está el papel de la familia. Como reconoce Gloriana, «inicialmente se pasa por una etapa de desconcierto absoluto sobre lo que les pasa a nuestros hijos y posteriormente empezamos a buscar soluciones. Es fundamental normalizar la dislexia , que sea aceptada y comprendida por todos los miembros de la familia puesto que todos en mayor o menor medida pueden ayudar». Así, en la medida en que el niño disléxico es comprendido y apoyado en casa hará que tenga mayor confianza para afrontar las muchas dificultades de su día a día. Es fundamental que se muy paciente con su hijo y lo ayude a entender que él no tiene ninguna culpa.
¿Qué debemos saber de la dislexia?
–El disléxico nace: La dislexia comienza a hacerse notable en edades tempranas, cuando comienza la etapa escolar. Aunque hay casos en los que puede aparecer como causa externa, como por ejemplo, por motivo de una lesión cráneo-encefálica.
-Es más común en varones que en mujeres, casi el doble.
–Tiene diferentes manifestaciones en función del género de la persona. En el caso de los varones, existe un menor volumen de materia gris en las áreas del cerebro que se utilizan para el procesamiento del lenguaje, en cambio, en las mujeres, hay un menor volumen de materia gris en las áreas implicadas en el procesamiento sensorial y motor.
Ser disléxico significa superación y desarrollo
–Tener dislexia no significa estar enfermo, tener menor interés o motivación y mucho menos significa tener una discapacidad sensorial o educarte en un ambiente desfavorable. Ser disléxico significa superación y desarrollo. La dificultad para una persona con dislexia a la hora de comenzar a aprender a leer o escribir es tres veces mayor, y el esfuerzo que requiere llegar a superar esta patología implica que las personas disléxicas son un símbolo de constancia y tesón
-El apoyo emocional es fundamental. Imprescindible concienciarse de que la inteligencia no es causa de la dislexia, por eso no debemos permitir que las personas con dislexia sufran las etiquetas negativas de ‘vago’. La familia, los amigos y profesores deben asumir las dificultades del disléxico y apreciar sus esfuerzos, ya sea en el deporte, el arte, las matemáticas o la lecto-escritura.
–Ser disléxico no es tener limitaciones en las opciones profesionales, ya que que un alto porcentaje de las personas disléxicas tienen grandes éxitos en sus carreras profesionales.
-Existen múltiples intervenciones para el manejo de la dislexia, pero lo más importante es el diagnóstico precoz para aplicarlas cuanto antes.