La respiración es vital en nuestras vidas, aún así por tratarse de un acto mecánico ,no le prestemos la atención que merece. Una correcta respiración nos proporcionará una adecuada sensación de bienestar altamente beneficiosa para nuestro organismo y nuestra mente, al tiempo que ayudará a reducir los niveles de estrés y ansiedad.
Por naturaleza estamos programados para respirar correctamente (llevando el aire a la parte más baja y amplia de nuestros pulmones) así podemos observar en los recién nacidos como hinchan su vientre en cada inhalación. Con el tiempo, debido a nuestro estresante estilo de vida y al sedentarismo, desarrollamos una forma de respirar mucho más superficial y nada beneficiosa (con entrada de oxígeno sólo en la parte alta de los pulmones).
Los niños que presentan TDAH pueden beneficiarse de técnicas de relajación para combatir los altos niveles de ansiedad que puedan presentar, trabajar el control de impulsos y desarrollar la atención y la concentración al igual que podrá ayudar al niño a tener un sueño placentero.
Como paso previo a dichas técnicas, será vital que los niños aprendan a respirar correctamente. Carmen Cáliz García, Maestra de Educación Infantil, propone en la revista digital «Aula del pedagogo», los siguientes juegos para que los niños descubran cómo pueden controlar y desarrollar su respiración.
El país del silencio
Los niños y niñas deberán caminar por el aula sin hacer ruido, controlando su respiración, ya que nos hemos trasladado al país del silencio.
El cuento de los tres cerditos
Tras la audición del cuento de los tres cerditos, haciendo hincapié cuando el lobo sopla, vamos a dramatizarlo soplando diferentes objetos del aula para ver si podemos moverlo o no. Comenzaremos con algo pesado como un libro, luego con un lápiz para hacerlo rodar y finalmente con una pluma.
¿Cómo respira el ratón y el elefante?
Enseñaremos a los niños y niñas a respirar de manera pausada y floja y de manera rápida y fuerte. El ratón es pequeño y respira despacio y lento, pero en cambio el elefante que es grande y fuerte, necesita respirar rápido y fuerte. Los niños y niñas aprenden que la respiración adecuada es la del ratón. También nos podemos ayudar del papel de seda. Así pueden observar como el papel no se mueve cuando respiramos como una ratón y como se mueve cuando respiramos como un elefante.
Soy un globo
Cada niño se convierte en un globo que se infla y se desinfla.
Han aprendido a inspirar por la nariz y a expirar por la boca. Nos podemos ayudar con los brazos para que así nos podamos imaginar la imagen de un globo. Los brazos se abren y se alzan cuando se infla el globo y se cierran y bajan cuando se desinfla.
La sopa está caliente o fría
Los niños y niñas hacen como si tuvieran entre las manos un plato de sopa. Les indicamos que cojan la cuchara pero han de tener cuidado porque puede estar fría o caliente, por lo que deberán soplarle si la maestra les advierte que está caliente.
Mi corazón hace bum-bum
Los niños y niñas ponen su mano en el pecho y observan que los latidos de su corazón apenas los notan y que su respiración es lenta. Pero observan que después de correr por el aula su corazón y su respiración se han acelerado.
También les hacemos conscientes de que esto es lo que nos pasa cuando nos ponemos nerviosos. Les hacemos comprender que tenemos un arma muy valiosa para que nuestro corazón y nuestra respiración vaya más despacio y es a través de juegos de respiración.
Tengo un globo en mi barriga
Ahora el globo lo vamos a llenar de aire dentro de la barriga, así que esta se hinchará cuando inspiremos y se vaciará cuando expiremos. Si nos cuesta trabajo podemos hacerlo tumbados y con un juguete encima de la barriga para poder observar como sube y baja.
A pesar de que estos juegos han sido desarrollados para realizarse en el aula, los padres pueden practicarlo en el hogar con sus hijos, aprovechando esta lúdica herramienta para desarrollar la conciencia de su propia respiración y su cuerpo.
En niños más mayores o adolescentes, podemos seguir practicándolo de forma habitual en casa con ellos, a través de rutinas rápidas pero diarias de ejercicios de respiración profunda ( por ejemplo dedicar 5 minutos diarios a dicha rutina al regresar del colegio )
Lucía Osorio Quintana. Psicopedagoga de Fundación CADAH. (2015)