El postureo consiste en dar “la imagen que queremos dar” a otras personas en la sociedad, a los que nos rodean. El término aún no se encuentra en los diccionarios, pero ya está en boca de muchos, especialmente los jóvenes, aunque también llega a los no tan jóvenes. El postureo se trata de “aparentar”, de “dar envidia”, de mostrar a todos lo felices que somos, lo estupendo que lo pasamos y lo bien que nos van las cosas. Y por tanto requiere de un público, de unos amigos, seguidores, fans o incluso desconocidos de los que obtengamos su aprobación, su admiración, y por qué no, su envidia.
Todo esto podemos verlo reflejado a diario en las redes sociales como Facebook o Twitter, donde las personas cuelgan imágenes y videos pasándolo bien o muy bien, y lo transmiten verbalmente y por escrito para que todos puedan verlo. Nos hacemos fotos y las subimos a la red, pero por alguna razón sólo mostramos aquellas que nos interesa mostrar. Por ejemplo: si he estado en la playa o tomando unas cañas con los amigos, me haré una foto y la subiré para decirte que ‘esto es lo que he hecho’, sin embargo, también fregué los platos, hice la cama, limpié el baño… pero por alguna razón, no me interesa poner que eso es lo que hice. El postureo es la actitud de moda que muestra lo ‘super felices’ que somos, ‘lo super guay que los estamos pasando o lo super guay que lo vamos a pasar’. En conclusión, mostrar la parte feliz de nuestras vidas.
El postureo y la ‘selfinitis’
El selfi (así es como se escribe correctamente, pues ya está en el diccionario de la RAE) es otro concepto de moda, íntimamente ligado al postureo, pues vendría a ser como la herramienta a través de la cual realizamos nuestro postureo en las redes sociales.
Hay muchos motivos por los que a gran parte de la sociedad le ha dado por hacerse fotos con el palo selfie y poner en marcha el postureo. Algunas de las razones son las siguientes:
– Según la revista American Psychological Association, algunas personas cuelgan sus fotos pasándolo bien porque necesitan compensar su falta de autoestima o llenar su vacío existencial. Aunque no todas lo hacen por el mismo motivo.
– Otra de las razones es pura imitación social. Muchas veces hacemos las cosas porque los demás las hacen, porque están de moda. Sin otro objetivo o meta.
– También podemos hacernos fotos y aparentar lo que no somos o lo que sí somos por parecer ‘guays’, por recibir comentarios de los demás y porque a quién no, a todos nos gusta la aprobación social.
– A otros, sin embargo, nos gusta captar instantes en el tiempo y nos gusta tenerlos guardados y los subimos a las redes sociales para compartir con los más queridos o conocidos aquello que nos parece de interés.
– En otros casos, sólo queremos mostrar una irrealidad, lo que realmente no somos pero nos gustaría llegar a ser. Queremos dar una imagen de nosotros mismos felices, positiva, alegre. ¿Y es esto negativo? No es negativo ni positivo, simplemente no es la realidad. La felicidad no es un estado continuo sino que es un estado puntual que se da en momentos puntuales. Aquél que sólo demuestra en sus estados momentos alegres y felices, no está mostrando toda la realidad, porque la vida de todos los seres humanos, tiene momentos felices y menos felices. Algunos muestran el lado más positivo e incluso exagerando las emociones en el momento de la foto, mientras que otros se dedican en las redes sociales a verbalizar lo mal que le va todo. La vida no es blanco ni negro, la vida es cuestión de puntos intermedios y con momentos puntuales y dosis de felicidad y tristeza más ‘extrema’.
– Otro motivo es que existen personalidades más narcisistas que sólo quieren mostrar lo mejor de ellos, ser los mejores, que nadie haga las cosas mejor que ellos, destacar, llamar la atención…Todo es posible.
¿Puede el postureo y la selfinitis desencadenar problemas psicológicos?
¡Tiempo al tiempo! Es evidente que el fenómeno selfi, y el postureo en general, es ‘muy reciente’. Aunque sobre este afán por mostrar los felices que somos, todavía no hay evidencias científicas que avalen hasta la fecha que se puedan desencadenar futuros problemas psicológicos, sí podemos destacar que estas conductas de ‘subir a las redes sociales nuestras imágenes’ en muchos casos no están lejos de la adicción a las tecnologías, a las obsesiones, a las comparaciones (que ya sabemos que son odiosas), al querer ser como los demás, a la aprobación social y al qué dirán, al control (‘a ver si han subido algo nuevo’, ‘a ver dónde está esta persona’, ‘a ver con quién sale en la foto’, ‘quién es este o esta’…, en definitiva a dejar de ser uno mismo.
Son las nuevas generaciones las que más uso hacen de estos conceptos, y por tanto, en unos años volveremos a hablar sobre las repercusiones psicológicas avaladas que esto pueda tener.