“Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito.” Haruki Murakami, Tokio Blues.
Creo que la imagen describe visualmente bastante bien lo que quería decir el amigo Murakami.
Las personas del Siglo XXI vivimos con la atención focalizada casi en exclusiva hacia lo externo: TV, publicidad, Facebook, Whatsapp… Es la era en la que más estímulos externos recibimos, fruto del auge de las nuevas tecnologías. Por ello, no estamos acostumbrados, ni educados, a prestarle atención a lo interno, a nuestro mundo interior: sensaciones, pensamientos y emociones. Pero…
Eso no quiere decir que nuestro mundo interior no requiera nuestra atención.
Si bien desde la psicología sabemos que la introspección excesiva se asocia con la depresión (bucear demasiado dentro de uno mismo puede hacer que te “ahogues”), la realidad es que la tendencia actual no es ésa: huimos de nuestro mundo interior, por miedo a encontrarnos con habitantes desagradables, que no nos gustan: emociones incómodas, pensamientos negativos, dolor… Es la consecuencia lógica que se deriva de “bucear” en otros pantanos, los del hedonismo. Somos parte de una sociedad que venera el placer y rechaza el dolor. Sin embargo, el dolor forma parte de la vida.
Y por mucho que huyamos de él, hay veces en las que toca a la puerta. Y cuando nos tapamos los oídos para no oírle, grita. Y cuando dejamos pasar el tiempo, el conflicto que generó aquel dolor se une a nuevos conflictos que acaban atascándose en nuestro mundo interior y provocando un embrollo psicológico como el del hombre de la viñeta.
Existen diferentes maneras para desembrollar, a través del contacto con nuestro mundo interior. Una es el diálogo interno, otra la meditación o mindfulness centrada en las emociones, y otra es sobre la que quiero extenderme ahora: la Escritura-Terapia.
¿En qué consiste la Escritura-Terapia?
Precisamente en escribir sobre tus sensaciones, emociones y pensamientos. No sólo eso: también contextualizar (describir la situación), cómo han influido esos eventos internos en tu actitud o conducta, qué respuesta has dado, cuáles han sido las consecuencias.
También puedes escribir una alternativa, una especie de happy-end, por ejemplo: “Ahora entiendo que estar continuamente dándole vueltas al problema sólo me genera tristeza y agobio, así que voy a ponerme a hacer algo que me entretenga para salir de este estado”. Y ya puestos, para los más duchos en el arte de escribir, podéis poneros con la Escritura-Terapia Creativa: escribir un cuento, una poesía o un post puede ser una magnífica herramienta para liberar emociones.
Facilidades para la Escritura-Terapia
No te limites por pensar que lo tienes que hacer muy bien, la finalidad de esta herramienta no es publicar un libro, así que no te bloquees por no encontrar la expresión gramatical más correcta para expresar tus ideas, simplemente escríbelas.