Me cansé de sufrir por no vivir el momento ideal. Me cansé de pasarlo mal por preocuparme de cosas que ni siquiera estaban sucediendo.
Me agoté de sentir el run-run en el estómago cada vez que mi cabeza me alertaba de todas las monstruosidades que podían suceder. Me agoté de pensar que los otros tenían que cambiar, que los otros no estaban en el lugar adecuado, que los otros no me aceptaban o que los otros eran peores.
También me cansé de pensar que yo era menos, que era más, que era extraña o que nadie me entendía.
Me rendí ante tanta presión. Me rendí y solté prenda. Y decidí dejar de sufrir y ahora me entero que no es necesaria tanta lucha contra aquello que no sucede ni tanta lucha para que algo suceda.
Que de todo se aprende y de casi nada se muere. Que todo llega y que si lo buscas con menos ansiedad quizás llegue mejor. Que lo puedes perseguir sin tanta velocidad, disfrutando de una persecución amable.
Que de todo se aprende y de casi nada se muere. Que todo lo que llega mal o hace daño es tan positivo como lo positivo. Que después de una buena bajada le sigue una gran subida y que en la bajada tampoco es necesario luchar contra ella. Que de bajadas la vida esta llena y que, de cada bajada, aprendo más y más.
Y ahora que me he rendido, que ya no lucho desesperadamente, que ya no me preocupo innecesariamente, que no intento cambiar a la gente, que no necesito llenarme de fuera porque desde dentro todo aparece… la vida es tan diferente… que creo que si llegan más bajadas, me haré una fan pródiga de ellas.
Y ahora que me he rendido, me agoto sólo de pensar lo que llegamos a sufrir pensando, analizando, persiguiendo, criticando… cuando la vida sólo nos pide que la vivamos… cuando de todo se aprende y de casi nada se muere.
Artículo original: Mundo Psicólogos
Buenos días,
Este artículo es de mi autoría. Pueden verlo en mi web
Me gustaría que pudieran indicar la misma al final del artículo puesto que sólo he concedido la misma a Mundopsicologos.
Gracias
Natalia Pomar