Nadie quiere llorar, pero derramar lágrimas no es perjudicial; más bien al contrario, es beneficioso para la salud mental y física. Después del llanto, se entra en un estado de cierta relajación…
Por el contrario, reprimir el llanto no favorece la salud. Sin embargo, socialmente tiene una connotación de debilidad y muchas personas, tienden a cohibirse.
Por este motivo, es crucial que desde la infancia se eduque a los niños para que expresen sus sentimientos y comuniquen sus emociones. Es una válvula de escape y, como ocurre con una olla a presión, si una persona las reprime al límite y no se permite derramar lágrimas cuando lo necesita, cuanta más presión tenga, esa emoción se manifestará de forma más incontrolable.