Los expertos alertan de que la pandemia y la crisis socioeconómica elevan el riesgo de conductas suicidas.
Jorge pasó por una situación personal complicada, que prefiere no desvelar. Sentía mucha angustia y le resultaba difícil poder sobrellevar su vida con entereza. Al no tener perspectiva de futuro, entró en una depresión. “Lo peor de las depresiones es que son una enfermedad que se desarrolla dentro de la cabeza… Y en silencio. Hasta el punto que llega a comerse la persona que había antes”, asegura. Inmerso en un callejón sin salida, tuvo pensamientos de quitarse la vida. Para él, la muertees “parte natural de la vida: la última fase”, dice. Y otro día volvió a pensar lo mismo. Y así un largo tiempo. Suicidarse fue siempre un pensamiento recurrente en épocas difíciles. Hasta que un día lo intentó.
“Nunca pensé que pasar del pensamiento al intento fuera un paso realista. Siempre creí que todo se quedaría en una simple reflexión”, confiesa. Pero en ese preciso momento en que no veía ninguna otra opción que no fuera acabar con la vida, se percató de que ello también supondría terminar con la alegría. Un valioso segundo en el que apareció esa fuerza de las pequeñas cosas que, aunque el día se vea gris y todo pese, proporcionan una brizna de sosiego y una esperanza por difícil que parezca todo, por complicada y dura que sea la situación.
“El hecho de no volver a disfrutar, de no poder sentir los momentos agradables de la vida me hizo recapacitar”, confiesa. Y buscó ayuda otra vez. En su caso, en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Sant Pau de Barcelona, en el programa de prevención del suicidio del Centre de Psicoteràpia de Barcelona Serveis Salut Mental Dreta de l’Eixample, y también apoyo en su pareja.
Lo que le pasó a Jorge –un nombre ficticio para que no se conozca su verdadera identidad– es más habitual de lo que la gente cree (o quiere creer). Y es que el suicidio o la tentativa de acabar con la vida sigue siendo aún, según los expertos, un tema tabúpara la sociedad actual.
Las estadísticas, sin embargo, hablan por si solas: el suicidioes la primera causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años en Catalunya por causas externas (es decir, accidentes de todo tipo). De hecho, el suicidio es la principal causa de muerte externa en todas las edades, según fuentes sanitarias. Y los expertos alertan de que las tentaciones de suicido se disparan con la pandemia.
La mayoría de veces existe un problema de salud mentaldetrás. “Si la persona comete un acto suicida es porque tiene una situación de desesperanza. A veces motivada por un trastorno depresivo, un trastorno de personalidado por consumo de tóxicos”, asegura Joan Vegué, director médico del Centre de Psicoteràpia de Barcelona (Serveis Salut Mental) y presidente del Consell Assessor de Salut Mental i Addiccions del Departament de Salut de la Generalitat Catalunya.
El suicidio es la principal causa de muerte externa en todas las edades
La conducta suicida tiene, además, una multifactorialidad de causas. Hay factores individuales que tienen que ver con la persona, pero también razones socioeconómicaso sociodemográficas. “Muchas veces no podemos atribuir la presencia de la conducta suicida a una sola causa. Es una multiplicidad de factores los que confluyen en un momento determinado”, comenta esta experto, quien concreta que el aislamientoo la falta de apoyo socialtambién es un factor asociado al incremento de la conducta suicida, así como la gente que no tiene trabajo o que está en paro.
Algunos indicios
Las señales de alarmapueden ser múltiples. Una de ellas es si la persona habla de su situación de manera persistente. Si su discurso es de pérdida del sentido de la viday sin futuro. Otra señal sería si empieza a desprenderse de objetosy pertinencias. Ello podría dar a entender que quiere acabar con su vida.
También los cambios de hábitos de vida personalo de la higiene: dejar de cuidarse uno mismo puede ser otra señal de alerta. Que haya habido anteriormente tentativas de suicidiotambién supone otro factor importante. “Se comenta que la gente que dice que se matará, no lo hará. Eso es radicalmente falso. Las personas que de manera reiterada hablan de ideas de suicidio son las que tienen más riesgo de suicidarse”, recalca Vegué.
La OMS calcula que por cada adulto que se suicida, 20 personas más lo han intentado. “El suicidio se considera un problema de salud pública porque es una causa de mortalidad evitable”, insiste el doctor Jordi Cid, jefe de programas de la Xarxa de Salut Mental i Addiccions de l’Institut Assitència Sanitària.
Catalunya registró un total de 522 muertes por suicidioen el 2018, 381 hombres i 141 mujeres: de cada 4 suicidios, 3 son hombres; en cambio de cada 4 tentativas, 3 son mujeres, según el Idescat. Unas cifras, de las que se desprende que los métodos que usan los hombres son más letales.
“Si la persona comete un acto suicida es porque tiene una situación de desesperanza”
Joan VeguéPte Consejo Asesor Salut Mental y Adiciones, Generalitat Catalunya
En concreto, hay tres franjas de edad en los que se dan más conductas suicidas: entre jóvenes entorno a los 20 años, en adultos entre los 45 y 55 años, y a partir de los 70 años de edad. Tres picos que corresponden a crisis evolutivasdel ciclo vital: la del adolescente que se hace adulto y ha de afrontar la vida, la crisis de mitad de la vida, y la crisis de la persona mayor con la pérdida de facultades que ello conlleva y como final de trayectoria.
En los jóvenes, sin embargo, aparecen dificultadesañadidas. “La de gestionar la problemática y la de pedir ayuda. Es más difícil que ellos puedan hablar de un malestar que tienen y que pidan ayudaa un profesional o alguien de su entorno familiar y relacional. Y también confluye en ellos un factor de impulsividad, que es menos contenida que en otras etapas más maduras de la vida. La impulsividad es uno de los factores favorecedores de la conducta suicida”, aclara Vegué.
Diferencias por sexo
Las tentativas son más frecuentes en mujeres; los suicidios consumados, en hombres
Según detallan algunos estudios, la sobreingestade fármacos es la forma más usada para intentar quitarse la vida. Sin embargo, no es la más habitual como acto consumado. La vía más frecuente que usan las personas para quitarse la vida, según Vegué, es con medios más violentos y letales,como defenestraciones, colgándose de algún lugar elevado o el uso de armas de fuego.
En ocasiones, la persona hace tiempo que planifica quitarse la vida y lo acaba haciendo después de un proceso de pensamiento reiterativo al ver que no encuentra ninguna otra salida. “Lo importante aquí es poder tratar a estas personas a tiempo. Detectar posibles trastornos de base que puedan existir”, precisa Vegué.
Pero algunas personas, añade este especialista, tienen un raptus impulsivo. “Lamentablemente las personas tienen un raptus impulsivo, una vivencia de desesperación, y sin ningún signo precursor previocometen el acto suicida. En general, las víctimas que llevan a cabo esta acción son personas con una elevada impulsividad y dificultad para regular las emociones. A veces, una emoción desbordada de malestar les puede provocar una respuesta impulsiva y eso es difícil de prevenir”, agrega este especialista.
Los expertos coinciden en señalar que momentos de malestar agudo y situaciones de crisis le pueden ocurrir a cualquiera. “Es importante desestigmatizar, ya que muchas personas no piden ayuda porque eso ya quiere decir que tienen una patología mental, y no es así. Puede ser una situación muy puntual y concreta, que la persona no sabe gestionar de otra forma y no sabe cómo salir de ella”, agrega Vegué, quien puntualiza que no hace tantos años que la conducta suicida era una conducta penal.
También hay otros factores moralesque estigmatizan el suicidio. “Temas morales que han influido en esta práctica como algo a esconder, a no conocer o a no saber. Cuando, en definitiva, tenemos que comprender que, en un momento dado, todos podemos tener una situación que nos lleve a vivir momentos intensos de malestar y de desesperación y pensar que uno no tiene salida”.
Y recalca: “Este tipo de momentos y estados son, en general, pasajeros. Responden a un momento crítico y después, pasado un tiempo, la persona cambia de perspectiva. Como si las personas no tuviéramos el derecho en un momento dado de sufrir un malestar intenso y de no saber cómo salir de ello. Ante lo cual, el grado de sufrimiento es tan elevado que están planteando la idea de acabar con su vida”, insiste.
El estigma
El suicidio se ve aún como algo que esconder; no hace tantos años que era una conducta penal
En este sentido, es importante poder hablar con un profesionalde lo que ocurre y pedir ayuda. El objetivo de los programas de intervención de la conducta suicida tienen como objetivo ayudar a la persona a mejorar el momento de malestar agudo y a que encuentre herramientas para gestionar mejor lo que le ha pasado y le ha abocado a ello.
Y es que muchas de las personas que han recibido tratamiento acaban dando la vuelta a la situación. “No veían ninguna solución en ese momento, pero confiesan que se dieron cuenta de la barbaridad que habrían hecho. Por eso es importante poderhablar de ellosin vergüenza antes de actuar de manera irreversible”, agrega Vegué.
Entre el 40%y 50% de los suicidios que ocurren en Catalunya y son atendidos por unidades psicológicas del Sistema d’Emegències Mèdiques (SEM) tienen lugar en el domicilioo bien, por precipitación desde el domicilio, en la vía pública o un patio interior.
El riesgo de los allegados
Quienes sobreviven al suicida tienen 6,6 veces más conductas suicidas que la población normal
Las personas supervivientes y victimas del suicidio son una población de riesgo. Los estudios demuestran que tienen6,6 veces más riesgo de conducta suicida que la población normal, así como mayor afectación en la salud general. Es decir, se convierten en potenciales víctimas.
“Un 40% de los supervivientes tienen posibilidades de desarrollar problemas de salud mental, los procesos de duelo son más largos y de mayor intensidad, y pueden devenir en un proceso de duelo complejo y tener una conducta suicida”, destaca Andrés Cuartero, jefe de los psicólogos del SEM, quien señala que desde el Sistema d’Emergències Mèdiques se lleva a cabo una intervención psicológica específica para acompañar y ayudar a las personas afectadas desde el primer momento del suceso.
Las víctimas del suicidio se encuentran, además, con una coyuntura totalmente inesperada. “Un ser querido ha muerto y no entienden por quéy por qué de esta manera. Entran en una situación de choque y estrés agudo. Hay, además, una parte de estigmay de vergüenza, que les genera un sentimiento de autoculpa: ¿Por qué no me he dado cuenta…? Se preguntan. Las sensaciones, los olores, los sonidos, las imágenes… les quedan grabadas, provocadas por una reacción intensa a nivel de ansiedad e indefensión”, explica Cuartero.
Y continúa: “Todo ello hace que la persona pueda quedar en silencio. Nuestra tarea es dirigirnos a ella de manera franca y directa, y ayudarla a que pueda hablar de ello. Ofrecemos ayuda ante las reacciones agudas de estrés, o ante la presencia de imágenes intrusivas para que la persona recupere seguridad y sensación de control ante el manejo de síntomas Y les enseñamos a trabajar estas imágenes para tener un control. Que sepan que no son peligrosas”.
Tras los hechos, muchos de los afectados tienen la necesidad de despedirsedel ser querido. “La persona ha de poder decir un adiós al fallecido. Les dejamos que estén un rato con ellos a solas si quieren, y que se reconcilien con lo ocurrido (siempre y cuando sea posible, ya que es un escenario judicial). Unos últimos momentos de privacidad. Algunos lo hacen mentalmente, otros con promesas, hay quienes les piden cosas… Un espacio psicológico que pensamos que tiene una función muy reparadora y preventiva”, destaca Cuartero, quien precisa que en otras ocasiones, cuando ver al ser querido puede suponer un daño a los familiares les recomiendan no hacerlo.
En el caso de que haya menores involucrados, el SEM centra en ellos su atención. “Muchas veces están en casa de un vecino o de un tío cercano, y están allí jugando porque no saben nada. Entonces, decimos a la familia que les avisen. También ofrecemos esta parte más psico-educativa de recomendaciones. Una vez los vemos, evaluamos cómo se encuentran. Los menores tienen las mismas necesidades de seguridad que los adultos, de saber qué ha pasado, de tener información. Sus desazones… Hablamos con el menor con una comunicación franca, sin estigma y a la velocidad a la que esté preparado”, aclara este psicólogo.
Cuando el suicidio ha ocurrido en jóvenes y adolescentes, el SEM ofrece un psicólogo para abordar el tema en el aula o con los amigos. “Se hace un modelo de atención individual, familiar o grupal”, especifica. Según datos de la Encuesta de Salut de Catalunya del 2019, el 7,2% de la población de 15 años y más sufre depresión mayor o depresión mayor severa, un 4,7% de los hombres y 9’6% de las mujeres.
La pandemia y la crisis elevan el malestar emocional y puede haber un incremento de la conducta suicida
Joan VeguéPte. Consejo Asesor Salud Mental y Adiciones, Generalitat Catalunya
Algunos expertos creen que la dureza de la situación actual de la pandemia y un nuevo confinamientopodrían provocar un auge de esta problemática. “Sobre todo en los más vulnerables y en aquellos donde la situación de malestar es vivida en contextos de soledad y aislamiento”, asegura Vegué. En las últimas semanas se ha visto un incremento notable de personas que empiezan a tener vivencias emocionales de desesperanza, y está ligado a la situación del confinamiento y la incertidumbre de lo que pueda pasar.
Fuente: Suicidio: ¿Cuáles son las señales de alarma? (lavanguardia.com)