La lectura y la escritura están entre los primeros grandes aprendizajes que los niños afrontan en la escuela. Es natural que el tema genere interés, incluso cierta preocupación, entre mamás y papás. Sin embargo, por lo general el qué nos interesa mucho más que el cómo. No solemos dedicar tiempo ni esfuerzo a comprender en qué consiste el proceso de lectoescritura, qué requisitos previos necesita o qué sucede en el cerebro cuando estamos leyendo. Por eso nos sorprende descubrir, por ejemplo, que existen relaciones entre gateo y lectoescritura; o que hay múltiples métodos para enseñar a leer y escribir.
Porque la lectura y la escritura se enseñan. Lo explica Laura Estremera en el curso «Lectoescritura». «Otros procesos, como el desarrollo motor o el control de esfínteres, son madurativos. Hagamos lo que hagamos, culminan al llegar cierto momento. La lectura y la escritura, en cambio, no se producen si no se da ese aprendizaje», dice la maestra. La clave es entender la diferencia entre aprendizaje y maduración. A partir de ahí, existen muchos métodos. Conocerlos es importante para tomar decisiones desde el conocimiento. «Todos tienen ventajas y desventajas», apunta Laura, «aunque día de hoy sabemos que algunos favorecen más el aprendizaje inicial que otros».
Métodos para enseñar a leer y escribir
En líneas generales, podemos dividir los distintos métodos en varios grandes bloques. Algunos parten de la palabra completa. Se presenta al niño vocablos íntegros: MANO, MAMÁ, MARIPOSA. Con el tiempo, los niños acaban percibiendo las coincidencias. La M de MANO es la misma que la de MAMÁ; el MA- de MARIPOSA es igual al MA– de MANO. Para Laura Estremera, esta clase de método es más apropiado para idiomas opacos. Son aquellos en los que existen distintos grafemas para un solo fonema, o al revés. En inglés, por ejemplo, una misma letra puede suponer varios sonidos. La ‘o’ no suena igual en dog que en house.
En otros métodos se propone aprender primero el alfabeto, memorizar el nombre de las letras, para pasar después a las palabras. Laura Estremera opina que esto puede suponer aprender para desaprender. La letra ‘m’ se llama ‘eme’, pero si tenemos que leer la palabra MANO no diremos eme-a-ene-o. También hay estrategias que apuestan por partir de sílabas. Sin embargo, la cantidad de combinaciones de sílabas posibles en castellano implica que esta vía exija grandes esfuerzos de memorización.
El castellano, como el italiano y muchos otros, es un idioma transparente. Cada grafema corresponde casi siempre a un único fonema. La ‘a’ siempre suena del mismo modo. Para esta clase de idiomas, Laura Estremera recomienda los métodos que parten de fonemas, representados por letras. Las últimas investigaciones señalan que los niños alcanzan antes los requisitos madurativos precisos para abordar este aprendizaje. Eso sí, se trata de una vía más lenta que otras. Requiere conocer cada letra hasta construir la combinación más compleja, la palabra.
¿Qué actividades y materiales son adecuados para aprender a leer y escribir?
«A veces pensamos que cualquier actividad con letras supone trabajar lectura o escritura», advierte Laura Estremera, «cuando veo materiales de lectoescritura, me imagino que en lugar de una letra que conozco hay una letra del alfabeto chino. Entonces puedo valorar si ese material está favoreciendo algo relativo a la lectoescritura o no». Aquí te proponemos un ejemplo.
Las propuestas similares a la que puedes ver sobre estas líneas son frecuentes. Damos por hecho que colorear esa letra V resultará útil para el aprendizaje de un niño. Pero, ¿es realmente así? En primer lugar, la letra no se ve al completo. El dibujo de Coco cubre una buena parte. Además, asociar la letra V con esa imagen supone asumir que el niño sabe y entiende que el vínculo entre ambos elementos es un instrumento llamado violín. Y al margen de todo esto, ¿qué aporta a la lectoescritura colorear esta composición? Hay muchas otras actividades comunes que suelen asociarse a estos procesos y que en realidad tienen que ver con otro tipo de destrezas.
En el curso «Lectoescritura» analizamos materiales y estrategias empleadas para enseñar a los niños a leer y escribir. También aportamos alternativas, principalmente basadas en el trabajo de María Montessori. La italiana reivindicó una nueva mirada hacia la infancia, considerando a los niños constructores de sí mismos y responsables de su propio aprendizaje. «El hombre aprende no solamente con la cabeza y el cerebro, aprende también con la mano, si se considera el tacto como el agente intelectual que debe cooperar con la vista», dijo Montessori. Sus propuestas permiten a padres y educadores acompañar a los niños a través de los caminos del aprendizaje, siempre desde el respeto y la confianza en su potencial.