la terapia debe ir orientada a mejorar la calidad de vida del paciente. Aunque es importante recordar que detectarlo a tiempo ayuda mucho a corregir el problema.
Respecto a los padres o maestros, es conveniente remodelar el ambiente en el que se desenvuelve el niño para disminuir los episodios de tartamudez en la medida de lo posible, y que el menor se sienta relajado y cómodo para expresarse, sin miedo a hacer el ridículo o ser evaluado y criticado.
No conviene corregirle si se traba, ni meterle prisa, hay que dejarle hablar con tranquilidad, y centrándose en el contenido de lo que dice y no en la forma en la que lo dice.